El gran héroe Parte1

2011 Palabras
Los resultados del torneo fueron publicados, Matilda quedó en quinto lugar. Fue bastante bueno que estuviera entre los diez primeros y tenía que darles las gracias a los participantes con un pobre desempeño, de otra forma, ni siquiera habría calificado para la ronda final. – Matilda, lo hiciste increíble – le dijo su hermana. – Erika, déjala – le dijo su tío y la miró con decepción – lo que sea que esté en tu cabeza estos días, sácalo o no podrás volver a competir. Para entender lo que pasaba por la mente de Matilda, era necesario regresar al castillo y comprender que el príncipe Vladimir acababa de casarse con una joven de nombre Beatriz que manejaba la espada y era muy hábil. Su matrimonio recibió la bendición de los espíritus porque, en cuanto él dijo que se casaría, el rey cayó enfermo y el consejo aprobó el matrimonio. Aunque, se rumoreaba que fue la reina quien envenenó al rey y amenazó a toda la corte para que aceptaran el matrimonio de su hijo, esos eran rumores, lo cierto era que había una boda y pronto, una princesa heredera. Matilda suspiró – el príncipe no baila con cualquiera, ¿sabías? – le dijo a un conejo que pasaba por ahí – me miró y me eligió, incluso organizó una búsqueda para encontrarme y después – hizo una pausa – se olvidó de mí – como si hubiera sido un segundo y no una noche. Las personas eran incomprensibles, Matilda lo sabía, pero jamás imaginó que lo serían tanto. Regresó a casa después de tomar un sendero diferente, quería estar sola con sus pensamientos. Entendía que una noche y un baile no se comparaban con la relación que el príncipe tenía con la hija de su caballero más confiable y que como todos decían, la relación tenía la bendición de los espíritus. Entendía todo eso, pero seguía pesando en su corazón. Al llegar a casa, escuchó ruidos extraños que venían del ático, subió y miró la cama donde solía estar el espíritu libélula, había una pequeña planta junto a la ventana y todo parecía normal. Después de mirar, dio la vuelta y la puerta se cerró bruscamente. No podía culpar a las corrientes de aire porque la ventana estaba cerrada, alguien estuvo ahí – ¿quién eres? – preguntó – sé que estás ahí, ¡muéstrate! – alzó la voz y se sintió un poco tonta. Como acto final, extendió su arco y apuntó. Un rostro se formó en el aire, era el de una niña muy delgada, con el cabello blanco y alas en su espalda. Matilda bajó el arco – ¿qué? – ¡Es ella!, estoy segura – dijo el espíritu y miró alrededor. Los otros cuatro espíritus se materializaron, todos tenían apariencias muy similares, casi parecía que eran la misma persona, o el mismo espíritu, lo que dejó a Matilda muy confundida. – Es verdad, es ella, tiene su esencia – dijo otro. Matilda apretó los dientes – ¿quiénes son?, ¿por qué siguen diciendo que soy ella? – El humano que estuvo junto a nuestra hermana – declaró el espíritu que estaba de pie a un costado de la cama, su estatura era más alta y su apariencia era la de una adolescente – somos espíritus del bosque, hace dos años una de nuestras hermanas desapareció, seguimos su rastro hasta este lugar y tú hueles como ella, pero de una buena forma, significa que viste a nuestra hermana y ella te dio su bendición. Con esas palabras, Matilda entendió lo que pasaba y suspiró – sí, conocí a Libélula, la encontré en el bosque – dijo y les contó su historia, desde su primer encuentro hasta el día en que el pequeño espíritu murió, y sin mencionar el vestido y el baile con el príncipe, aún estaba un poco avergonzada y no era importante. Al terminar, el espíritu mayor bajó la cabeza – gracias a ti nuestra hermana murió en calma, tienes nuestra gratitud. Los demás también bajaron la cabeza y colocaron la mano derecha sobre el corazón. Matilda entendió que era un momento especial, pero no se sintió como una salvadora, porque no pudo evitar que el pequeño espíritu se fuera. – Ahora – dijo uno de los espíritus – hay que matar al espíritu corrupto. – Eso es tan impensable, como quitarte la vida – respondió otro. – ¿Vamos a dejarlo así? un espíritu corrupto hirió a nuestra hermana. – No la hirió, la asesinó. La discusión comenzó, de los cinco espíritus en la habitación, tres deseaban vengarse, pero dos se negaron, ¿cuál era el punto de arriesgar sus vidas?, Libélula no volvería y ellos podrían morir como resultado de esa aventura. Libélula no quería algo así. Matilda retrocedió un poco. – Yo no quiero vivir de esta forma, mataré a ese espíritu corrupto con mis propias manos – reclamó uno de ellos. – Odio – dijo la voz del espíritu mayor y todos guardaron silencio – sed de venganza. Emociones como esas conducen a la corrupción – hizo una pausa y dio la vuelta para mirarlos – no puedo hablar por una hermana que se ha ido, pero hablo por mí al decir, que odiaría el ver a uno de ustedes convertido en un espíritu corrupto. Los demás bajaron la mirada, admitiendo que ella tenía la razón. – Esperen, déjenme entender – dijo Matilda y se disculpó mentalmente por interrumpir la conversación – no sé qué significa la corrupción, tampoco comprendo la diferencia entre ustedes y ellos – tragó saliva – pero, lo que entiendo justo ahora, es que una de ustedes fue asesinada y su trabajo como espíritus, ¡es quedarse cruzados de brazos! – enfatizó. El espíritu mayor la miró – no es algo que una humana pueda comprender. Como espíritus, tomar una vida ajena nos conduciría a la perdición. No fuimos hechos con ese propósito. Matilda bufó – si tuviera que escoger entre ser uno de ustedes y ser uno de ellos, elegiría la corrupción – dijo en voz alta y los espíritus a su alrededor se apartaron – me parece que tienen más libertades. – Por algo todos los héroes son humanos – dijo uno de los espíritus – solo ellos pueden enfrentarse a la corrupción sin alterar su existencia. Ustedes son las únicas criaturas en el mundo que actúan como si buscaran la extinción. – Ahora que lo dices, ya es tiempo de que haya un héroe – dijo otro de los espíritus – los espíritus rey han sido muy tacaños con ese asunto, el primero que nos dieron se murió y del segundo ya han pasado quinientos años, ¿Qué se supone qué haremos mientras tanto?, no podemos enfrentarnos a la corrupción sin corrompernos. El espíritu mayor asintió – entiendo su preocupación, pero no tenemos autoridad para exigirles a los espíritus rey, ellos nos darán un nuevo héroe cuando llegue el momento, por ahora, es tiempo de terminar la discusión. Humana – miró a Matilda – en nombre de esta pequeña familia, agradezco lo que hiciste por nuestra hermana, nos gustaría recompensar tu acto, pero debo advertirte que nuestras existencias tienen límites que no podemos cruzar. Si lo que deseas está dentro de nuestras posibilidades, estaré encantada de cumplir tu petición. Matilda ocultó el regalo que Libélula le dio y se atrevió a pedir un deseo – mi arco – susurró y apretó las manos en puños para aumentar su determinación – cambia mi arco para que pueda luchar contra los espíritus corruptos. El espíritu mayor no se lo esperaba. – Necesitan un héroe que luche por ustedes, ¿cierto?, esa persona, puedo ser yo – declaró Matilda – no encontré a Libélula por accidente, debió ser mi destino y es por eso que ustedes están aquí, puedo vencerlos, solo necesito un poco de ayuda para que mis flechas los hieran. Los espíritus susurraron entre ellos y al escuchar el sonido de sus voces, el espíritu mayor volteó a verlos con el ceño fruncido. Todos guardaron silencio y tras una pequeña pausa, el espíritu mayor miró a Matilda – entiendo tu pena, y como dices, viviste una experiencia única, muchos humanos pasan todas sus vidas sin saber que los espíritus realmente existen, tú conviviste con una de ellas y nos conociste a nosotras, sin embargo. Los espíritus corruptos no son seres que puedan ser vencidos con facilidad, además… – Todos los héroes son hombres – completó uno de los espíritus y se ganó varias miradas de enojo – ¿qué?, alguien tiene que decirlo, todos los héroes son hombres y ella es una mujer. Matilda se mordió el labio – tengo trofeos de campeonatos de tiro, compito sin categorías y no necesito más fuerza, que la necesaria para tensar mi arco, mientras puedan alterar mi arma para que mis flechas sean capaces de herir a los espíritus, podré hacerlo. Los espíritus volvieron a susurrar y una de ellas se adelantó – yo creo que podría funcionar. El espíritu mayor la hizo callar – hay una consecuencia y no la endulzaré – suspiró – tu muerte. El primer gran héroe fracasó en su misión y fue devorado por un espíritu corrupto sin que una sola persona en el mundo recordara su nombre. El segundo gran héroe se volvió tan fuerte que sus seguidores desconfiaron de él, intentaron matarlo y lo dejaron solo en su confrontación final, como resultado, fue devorado por el bosque Sombrío. En este camino que quieres elegir no habrá hijos, amigos o finales felices, es un trayecto que deberás enfrentar sola, ¿aún lo deseas? Matilda respondió sin la menor duda – sí. Había algo más en su vida y no era un príncipe o un baile, sino algo más grande. No saberlo la volvía loca. El espíritu mayor suspiró – solo un espíritu rey puede darte la fuerza para enfrentar la corrupción y de todos ellos, solo hay uno que estaría dispuesto a escucharte. El espíritu rey del bosque. Matilda asintió – ¿dónde lo encuentro? Los otros espíritus susurraron entre ellos. – No será fácil – dijo el espíritu mayor – tendrás que iniciar un largo viaje hasta el desierto y deberás encontrar el oasis, hogar del espíritu rey del bosque. Una vez que llegues ahí, no habrá garantías, el espíritu rey podría hundirte en la arena y enviarte lejos si te considera inapropiada. Matilda tragó saliva. – Para que puedas llegar ahí, este será mi regalo – le explicó el espíritu mayor y tras sostener las mejillas de Matilda, le dio un beso en ambos párpados – ahora, podrás ver a los espíritus, pero solo podrás comunicarte con ellos, si así lo desean. También te daré esto – susurró y pegó su frente contra la de Matilda. El mensaje entró en su mente y los otros espíritus no lo escucharon. “El espíritu rey del bosque odia el sentimiento del amor” Matilda no comprendió el motivo detrás de esas palabras, pero las repitió en su mente para no olvidarlas. – No basta con eso – dijo uno de los espíritus – si la dejamos ir así, sería lo mismo que enviarla a morir. – Podríamos enviarla con ella – dijo otro de los espíritus mientras flotaba – ya saben, con…, ella. Matilda tuvo un mal presentimiento – ¿de quién hablan? Su despedida fue silenciosa, esa noche armó sus maletas, se cortó el cabello, robó un par de pantalones de su hermano y dejó una carta en la puerta de su habitación. De todas las personas en su familia, sabía que su tío lo entendería, los demás, sufrirían por ella. Por eso dejó la nota explicando que era su decisión y era algo que tenía que hacer. Antes del amanecer llegó a la montaña, respiró profundamente y gritó – busco a un espíritu lobo. Su nombre es Natalia. Un gran lobo mucho más grande de lo que Matilda imaginó, apareció de entre las sombras con los colmillos expuestos. Matilda dudó. ¿Se suponía que esa criatura iba a ayudarla?
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