Todas las personas que conocieron a Natalia ya estaban muertas. Nadie recordaba su nombre en ese mundo. Excepto por los espíritus. Por eso, al salir de entre las sombras, Natalia supo que esa mujer de cabello corto había sido enviada por esas caprichosas criaturas. Matilda bajó la mirada y se puso de rodillas – gran espíritu lobo que cuidas la montaña. Necesito tu ayuda para completar mi misión. Natalia se echó a reír – no sé quién te dijo mi nombre y preferiría que no lo usaras, pero me gustaría que me dijeras, ¿qué te dijeron que soy? Sin levantar la mirada, Matilda respondió – eres el espíritu que habita la montaña. Natalia imaginó la risa de los espíritus del bosque que contaron esa mentira y negó con la cabeza – ignora eso y vuelve a tu casa, niña. – No – suplicó Matilda y sin qu