Jaula de oro Parte2

1913 Palabras
La magia que cubría las alas de Alicia también se movía por todo su cuerpo y era especialmente fuerte en el área de su cola. Esmeralda estaba siendo sujetada por la cintura y ese agarre era muy inestable, si no tenía cuidado se caería, y no quería eso, pero tampoco quería que la llevaran a otro lado – basta ya – pidió – no quiero dar un paseo. Por la altura, Alicia no escuchó y no se detuvo hasta que llegó al centro del bosque, justo donde estaba el árbol de la vida, ahí, aterrizó, sus alas volvieron a ser brazos y su cola se acomodó para depositar a Esmeralda sobre el suelo, de pie. Pese a eso, apenas fue liberada, Esmeralda cayó sobre el pasto por la impresión. Neón voló por encima de las copas de los árboles y se acomodó sobre una de las copas del árbol de la vida. Esmeralda subió la mirada – ¿por qué hiciste eso?, te dije que te detuvieras, ¿por qué me trajiste aquí? – Pensé, que querías salir. Esmeralda miró alrededor y de pronto se dio cuenta, estaba fuera del castillo del rey demonio, ¡cómo no se dio cuenta antes! – gracias – le dijo a Alicia y corrió. El bosque Sombrío aparecía en las historias y se contaba que se movía entre los valles sin un lugar fijo, solo aquellos que tenían un fuerte deseo podían entrar y estaba plagado de criaturas corruptas. Quienes intentaban entrar a la fuerza, perecían. Su pie pisó una piedra y su tobillo se dobló, fue doloroso, en todo el tiempo que corrió no vio el famoso “sendero”, que conducía a la cabaña de la bruja, siguió corriendo entre los árboles y entre más rápido iba, más tropezaba. Se levantó con cuidado, apoyó el pie y sintió un fuerte dolor que le arrancó un grito de la garganta. En el cielo, docenas de aves dejaron las copas de los árboles y volaron. Esmeralda tragó saliva, no podía darse por vencida, incluso si era difícil o ese lugar era un inmenso laberinto, debía intentarlo. Se mordió el labio y caminó más despacio. Un objeto extraño se movió en su periferia, atrajo su atención porque tenía un color inusual y levantó la mirada muy despacio, se trataba de un venado de color blanco con el pelaje muy brillante, sus astas eran altas, parecían de marfil y su mirada era tranquila. Al haber crecido en un castillo, la única vez que Esmeralda vio un venado, fue en la pared, y era solo su cabeza. Esa criatura etérea que no podía ser descrita con otra palabra estaba viva, se movía con gracia y era increíble verla. Sabiendo que esa era la forma de un venado, Esmeralda se preguntó por qué su padre los cazaba, si toda esa belleza se perdía. El venado siguió su camino y Esmeralda aún tenía un gran dolor en el tobillo. Más adelante vio a un grupo de ardillas en una carrera que terminó en la copa de un árbol y desde ahí, volaron lejos de su visión. En ese bosque, supuestamente habitado por criaturas corruptas, las criaturas eran realmente hermosas, con pelaje brillante y colores imposibles de hallar en la naturaleza. Nunca imaginó que el bosque fuera de esa forma y al dar un paso, sintió el dolor en su tobillo, había llegado a un punto insoportable, se recargó sobre el tronco de un árbol y esperó ahí. – No lo hagas, no te dejes engañar – suplicó. Las sirenas eran hermosas, atractivas y ensoñadoras, con voces que igualarían al mejor cantante de ópera, pero eran mezquinas y siniestras, usaban su belleza para atraer a los marineros y les robaban su vitalidad para alimentarse. Así era como funcionaba, las criaturas corruptas engañaban con su apariencia, no podía dejarse engañar. Su visión se nubló, estaba sudando y sin saberlo, tenía el pie hinchado, entre la neblina que cubría su visión, alcanzó a ver una mancha blanca que agitaba sus alas y brillaba, era hermosa, incluso si no podía ver detalles o rasgos. Las criaturas corruptas, eran hermosas. A la mañana siguiente despertó sobre su cama, con las sábanas que olían a lavanda, las cortinas pesadas y una brisa fresca que se colaba desde la ventana. Le tomó un par de minutos entender en dónde estaba, y qué había pasado con ella, al final, se levantó y tocó las sábanas con temor. El dolor que antes era insoportable, desapareció, y temió que le hubiera cortado la pierna. Con una lentitud insondable, Esmeralda fue retirando las sábanas, los pliegues y la forma del bulto, le dijeron que aún tenía su pierna, pero había muchas complicaciones posibles, una fractura, un tobillo hinchado, gangrena por la mala circulación, todo dependería del color de su piel. Sus dedos temblaron conforme se fue acercando al tobillo y se fue descubriendo más lentamente. Su pie estaba perfectamente bien, el color era normal, no había hinchazón, tampoco heridas y podía moverlo sin dolor – ¿qué sucedió? – preguntó y bajó de la cama. El desayuno no estaba en la mesa del comedor, tampoco se escuchaba el ruido que provocaban las alas de Alicia cuando volaba entre los pasillos ni el correteo del conejo blanco que a menudo la seguía. Solo eran ella y la mansión. – ¡Hola! Caminó descalza y fue siguiendo los sonidos que provenían de una habitación al fondo, abrió la puerta y un plato cayó al suelo, Esmeralda siguió empujando la puerta para ver el interior de la cocina y descubrió a Casian junto a una inmensa llamarada de color azul que se movía como una criatura viva. Esmeralda soltó un grito. Casian, consciente de su presencia, apagó la flama y la miró – no quería despertarte, ¿cómo te sientes? Esmeralda miró hacia abajo – ayer me torcí el tobillo. – Fue una doble fractura – dijo Casian – vi muchas heridas como esas – caminó hacia ella y se agachó para tocar el pie de Esmeralda – te lastimaste el hueso del tobillo y el de la pierna baja, estaba muy hinchado, pudo ser bastante grave. Esmeralda se aferró al marco de la puerta. Cuando Casian se levantó, la diferencia de estaturas fue muy clara, haciendo que ella se sintiera muy pequeña. – Estarás mejor ahora – le sonrió. Esmeralda subió la mirada – gracias por curarme – dijo, mordiéndose el labio, porque esa herida, en primer lugar, jamás habría ocurrido si él no la hubiera llevado a ese bosque. Lo sabía y no quería compadecerse de él – esa flama de hace un momento, ¿era una criatura corrupta? Casian siguió la mirada de Esmeralda y soltó un suspiro – eso fue; el fuego de la estufa, intentaba controlarlo para cocinar el desayuno. – ¿Eh? – Alicia está castigada, por su culpa te lastimaste, hasta entonces, no tengo a nadie más para preparar la comida. Esmeralda no pudo creerlo – no puedes hacer eso, ella no hizo algo malo, yo me torcí el tobillo, quiero decir, yo me fracturé, Alicia no tiene la culpa, no puedes castigar a una empleada, tampoco puedes reducir su salario – hizo una pausa, ya que las cosas estaban de ese modo – Alicia, tiene un salario, ¿cierto? Casian volteó a verla – no. Esmeralda frunció el ceño – llevas demasiado tiempo siendo una criatura corrupta, las personas que trabajan merecen tener un salario fijo, y también merecen respeto, debes ir con ella, disculparte por encerrarla y desde ahora, contratarás a otra persona para que compartan la carga doméstica, lo que estás haciendo es un abuso. Esto no es un contrato laboral, es esclavismo, ¡debería darte vergüenza! – lo miró y detectó la sonrisa en su rostro – no puedes reírte de esto, es algo serio. – Sonrío – dijo Casian – porque ahora te comportas como la reina del bosque Sombrío. Las mejillas de Esmeralda se tornaron rojas y ella se dio dos cachetadas al sentir que la temperatura de su cuerpo subía – arreglaremos esto, primero hay que ir a la habitación de Alicia, ¿dónde es? Alicia tenía asignada una de las torres del palacio, la habitación tenía un techo de más de diez metros de alto, suficiente para que ella volara en sus ratos libres y alrededor subía una larga secuencia de peldaños, todas las ventanas estaban abiertas y en la parte del centro colgaba una hamaca sobre la cual Alicia dormía con Iker en sus brazos. La puerta se abrió y Alicia despertó. Enseguida, su cola enrolló a Iker y sus brazos se convirtieron en alas para bajar al suelo y mirar al rey demonio, y a su esposa. Esmeralda respiró profundamente – quiero disculparme por lo que pasó ayer y por las consecuencias que produjeron mis actos, yo me lastimé, corrí por el bosque sin cuidado y me provoqué una lesión, tú no tienes la culpa. – Lo sé – interrumpió Alicia. Esmeralda miró a Casian, diciéndole entre susurros, “tu turno” Casian bajó la mirada, ya que Alicia era muy pequeña – retiro el castigo. Esmeralda no pudo creerlo – ¿solo eso? – se sintió traicionada y resopló antes de mirar a Alicia – a partir de ahora las cosas serán diferentes, recibirás un salario por tu trabajo y tendrás ayuda, también revisaremos tu horario, trabajarás de acuerdo a las leyes y tendrás derecho a prestaciones – sonrió felizmente. Alicia escuchó cada palabra y miró al rey demonio – ¿qué recibiré como salario? – Puedes tomar cualquier cosa que gustes de los depósitos. – Eso ya lo hago – soltó Alicia. Esmeralda hizo una pausa y se dio cuenta de algo importante. El rey demonio…, ¿tenía dinero? Fue un gran error de cálculo no considerar esa información y miró a Alicia – yo, buscaré oro en los depósitos y te asignaré un salario, podrás comprar lo que quieras en el mercado. – Aquí no hay mercados – dijo Alicia y suspiró – todo lo que tenemos viene del bosque, si queremos huevos, voy con las gallinas, si necesitamos carne, se la pido a las hienas, si quiero pan, voy con Melisa y si necesito ollas, las tomo del depósito. Esmeralda tuvo que hacer otra pausa en sus pensamientos para darse cuenta de que ya no estaba en su reino y que ahí, todo era diferente – eso dices ahora, pero un día querrás conocer a los humanos y verás muchas cosas que podrán gustarte, cuando ese día llegue, necesitarás dinero, no puedes robarlo, eso es incorrecto, por eso… – Odio a los humanos – soltó Alicia. A Casian no le gustó el rumbo de esa conversación, pero siendo Orland, el espíritu guardián del bosque Sombrío quien estaba en los brazos de Alicia, no podía decirle lo que quisiera. – ¿Por qué? – preguntó Esmeralda. – Son seres abominables y despreciables. Esmeralda sintió que su pecho dolía, esa descripción encajaba con las criaturas corruptas, no con las personas – dices eso porque no lo has conocido, solo has vivido aquí, en el bosque Sombrío. – No, los conozco – respondió Alicia y frunció el ceño – los humanos me quitaron la vida y el bosque Sombrío me la devolvió. – ¡Te quitó la vida!, pero, entonces, tú tendrías que estar… La mitad del rostro de Alicia se quedó sin piel y mostró claramente su cráneo, la otra mitad sonreía y dijo – muerta.
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