La hermosa mujer se removió entre las sábanas de aquella cama, despertándose y abriendo los ojos poco a poco. No tuvo ningún inconveniente al abrirlos gracias a aquellas gruesas cortinas negras que cubrían los grandes ventanales, que no permitían que entrara claridad alguna a la habitación. Ella buscó a su esposo por la habitación y no lo encontró a su lado ni en ningún rincón de aquella habitación. Extrañada por su ausencia se levantó de la cama, cogió una bata de baño y se la puso. Se dirigió al baño y se lavó la cara e hizo sus necesidades. Salió del baño y caminó hasta el armario, buscó entre sus cosas y se puso ropa deportiva, necesitaba ejercitar su cuerpo y aprovecharía aquella mañana del domingo para ello. Salió de la habitación y caminó por los pasillos de aquella mansión que no