Capítulo Tres

1211 Words
¿Qué demonios pasó? ¿Qué les hice a ese par para que me hicieran eso? Miro por toda mi habitación tratando de entender porque, me encuentro con el sobre que la señora del servicio me dio cuando llegué, corro hacia donde está y lo abro desesperadamente como si de ello dependiera mi vida y creo que así es, varias fotos mías en la cama con un tipo al cual no le veo el rostro, completamente desnuda, mientras finge tocarme o lo hizo,  no estaba Ramses o Andrew, sólo yo y otro asqueroso tipo. El sonido de la puerta hace que desvíe los ojos de esas imágenes. -Señorita Alexa, ¿puedo pasar? -Pasa, ¿qué se te ofrece? -Unos reporteros quieren hablar con usted. -¿Reporteros? no, no quiero ver a nadie diles que yo no hablaré si no esta mí madre -Esta bien señorita. Ella debió notar mi cara de pánico no pude evitar sentir miedo, y si de verdad esto afecta a mi madre no me lo perdonaría. El sonido de mi celular me alerta, pronto la voz de mi madre me tranquilizó por un momento -Mamá. -hablé como pude. -¿Alexa, cariño dónde estas? dime que estas bien, que es todo esto de las fotos hija, dime que no eres tú. -Mamá...yo no lo sé. -Carajo Alexa Vitalli, ¿dime que no fuiste tan estúpida como para hacer esto de manera consistente? -Mamá yo no supe que pasó fue tan confuso y yo bueno... -¡Por Dios Alexa! tu cuerpo desnudo esta por todos los medios, periódico, revista, en internet, incluso hay pegadas por todos lados en las calles y no sólo eso, con varios hombres hija ¿Qué haz hecho? -Por una vez en tu vida piensa en como me siento yo, esto no es fácil ni si quiera sé qué ha pasado ya sé que esto traerá consecuencias en tu trabajo y... -¡Basta! -me interrumpe-, el trabajo me importa un carajo me preocupa que tu imagen este exibiendose de esa manera, quiero que me digas quien fue tienen que pagar por eso. Dudo por algunos segundos. ¿Como iba a decirle esto? -No sé quien fue. -No salgas de casa voy enseguida. Al terminar la llamada con mi madre me arrodillo junto a mi cama, dejo caer mis lágrima y entonces siento como algo dentro de mi se marchita, siento como mi corazón helarse, como si fuese  un pedazo de hielo, limpio mis mejillas, tome aire, y me levanto, mis ojos se encontraron con mi reflejo en el espejo, por primera vez comprendí el odio, me dije a mi misma que esos dos pagarían todo lo que me hicieron con su vida si fuese necesario. Ramses Pardo y Meredith Valls se van a arrepentir de haberme hecho esto. *** Durante los próximos días mi mamá no se apartó de mi lado, me llevó al médico para hacer un chequeo y estar segura de que no me hicieron nada indebido, por fortuna o no, solo exhibieron mi cuerpo, nada más. Salíamos en caso de que fuera necesario, al médico, compras para la casa y nada más, yo quería evitar a toda costa a la gente y sus palabras de ofensa que ya habían ido a gritarme a mi casa. Salimos a comprar algunas cosas al centro comercial los reporteros nos invadían el paso, y los vecinos me señalaban como si hubiese hecho algo imperdonable, los hombres me gritaban cosas sucias yo sólo bajaba la mirada y comenzaba a llorar. Mi madre me veía ya cansada y triste, durante la cena estaba todo silencio, y mi mama decidió hablar, -Alexa. Asentí, en forma de que ella supiera que la escuchaba. -He estado pensando y creo que esto no es sano cariño, ya no sales, casi no comes, abandonaste tu curso, y yo... Era tan patética hundida en mis pensamientos y mi madre tratando de decir algo que tal vez es importante. -Nos vamos a Venecia. -¿Qué? eso me sacó de mis pensamientos y puse atención -Nos vamos mañana al anochecer. -Pero mamá tu trabajo. -Ya me encargué de eso, no te preocupes, ve a descansar. -Gracias mama, buenas noches. Toda la noche dándole vueltas al asunto, claro que quiero irme, pero si me voy no podré vengarme de ese par de idiotas, aunque seria mejor irme lejos y no volver a verlo. Caí en un sueño profundo inmediatamente, estaba cansada y no había dormido bien en esos últimos días. *la mañana siguiente * Los rayos del sol que se filtran por mi ventana hacen que mi sueño se vea interrumpido, reviso mi reloj 12:45, me levanto con pesar y me meto al baño, intento buscar alguna sonrisa en mis labios pero me es imposible, estoy pálida, ojerosa, y algo demacrada. -¡Eres una maldita cobarde Alexa Vitalli! -le grito a mi reflejo, lloro una vez más y pensamientos horribles me vienen a la cabeza, limpio mis mejillas y me miro de nuevo. Me invade de nuevo esa sensación. Siento que lo puedo lograr todo que soy invencible, eso me gusta, siento como mi sangre hierve y se paraliza mi corazón. Se acabó la Alexa llorona y deprimida. -Tu vida cambia hoy Vitalli. -me digo a mi misma. Tomo una ducha larga, dejo que el agua recorra mi cuerpo, eso me relaja, irme tal vez si sea buena idea, aunque algún día tengo que volver. * * * Vamos rumbo al aeropuerto con la esperanza de volver a vivir tranquilas, repaso los últimos días y creo que lo único bueno que salió de todo esto fue tener a mi madre conmigo. Tengo sentimientos encontrados, aquí dejo mi casa, buenas personas que aún me estiman, y sólo eso, lo demás es en realidad vergüenza, decepción y un sentimiento nuevo, indescriptible, un sentimiento de venganza. -Cariño, ya no pienses más en eso, pudo ser peor. -señala mi madre a tes de volver a poner su mirada en unos papeles. Si, pudo ser peor, por fortuna solo mi cuerpo desnudo apareció en todos lados, pero nada más. Me dice ella como si eso me hiciese sentir mejor. No hubo violencia, no me golpearon, no me abusaron, solo me utilizaron para vengarse de algo que yo creí que era correcto. Fui una tonta, pensé que Ramses me quería, sin embargo él y la que se decía ser mi mejor amiga se burlaron de mi y me dañaron la vida. Cuando llegamos al aeropuerto el chófer baja las maletas y yo trato de esconderme de la gente, siento que todos me observan, que todos me juzgan. Mi madre lo nota. -No tienen por qué esconderte, no cometiste un crimen. Aquí nadie te mira. Asiento mientras tomo su mano. Me quito la capucha de mi sudadera y trato de arreglar mi cabello. Ella tiene razón, aquí nadie me mira, todos están en sus cosas, checando boletos, despidiéndose de su familia pero no mirándome a mi, quizás ni siquiera saben quien soy. Llaman a los pasajeros de nuestro vuelo, mi mamá me hace una seña y camino de su mano hasta la puerta de abordaje. Una vez que todo está en regla y nos han revisado, entramos, asientos de primera clase, todo más privado y eso lo entiendo, ella no quiere que nadie me moleste. Me pingo mis auriculares y enciendo la música, miro por la ventana y ni siquiera soy capaz de esperar a que despegue el avión, cierro los ojos y descanso. Dejo que fluya todo el sueño que no pude conciliar durante días, hoy mi vida cambia, y mañana quizás vuelva a cobrar lo que me hicieron.
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