-Señorita Scarlett, ¿puedo pasar?
Me acurruco más a mi almohada, ¿por qué la gente se empeña en molestarme tan temprano?
-¿Señorita Scarlett? -escucho la insistencia del otro lado.
Hago rabietas en la cama realmente molesta, me levanto y abro la puerta de golpe, Suri se sobresalta y me mira con temor.
-¿Qué demonios quieres? -le grito.
-Su-su mamá quiere que-que.
-Ay por favor, ¡habla bien, tonta! Me molesta que lo hagas en abonos, ¿qué quiere mi madre?
-Que baje al desayuno.
-¿Y para eso me molestas? ¡No tengo apetito!
-Pero ella, ella dijo que ...
-¡No me interesa! Dile que no desayunare y trae mi ropa, debo salir.
-No sé dónde está su ropa.
-Mira tonta, bajas las malditas escaleras, caminas al cuarto de lavado y en una caja blanca con botoncitos de colores se encuentra mi ropa, las planchas, y me la traes pero ya. -chasqueo los dedos.
Azoto la puerta y camino hacia mi reproductor de música, pongo mi canción favorita y subo el volumen, entro al cuarto de baño y pongo la tina a llenar, vacío aceites y esencias en ella, me desvisto y entro en la tina, dejo que el agua haga su magia en mí.
Mi móvil suena con la canción que elegí exclusivamente para Matteo, mi novio, dejo pasar la llamada, suena por segunda vez y hago lo mismo, ¿Por qué? ¡Porqué se me da la gana! Envuelvo mi cuerpo en mi bata de baño y salgo, una tercera llamada de Matteo entra y esta vez la atiendo.
-¿Hola?
-¿Por qué no respondes?
-Lo acabo de hacer, Matteo.
-¿Por qué no respondes las otras dos llamadas?
-Estaba ocupada, Matteo.
- Espero que estés lista, pasaré por ti.
-¿A donde iremos ahora? -cuestiono fastidiada.
- Iremos a ver a mi madre.
-¿Y por qué no vas tú solo?
- Por que eres mi prometida y tienes que venir, ahora colgaré la llamada, ponte linda.
-¡Imbécil! -digo tirando en móvil.
Golpes en la puerta interrumpen mi rabieta, abro la puerta y Suri de nuevo está ahí parada, pero ahora con mi ropa.
-Aquí esta su ro-ropa.
Tomo mi ropa y quiero morirme.
-¡Oh por todos los! ¿Qué le haz hecho a mi ropa? -grito al ver un enorme hoyo en mi vestido.
-Lo lamento señorita, yo, lo quemé por error pero le juro que lo pagaré.
-¡Estúpida! Ni con todo el sueldo de tu vida pagarías ese vestido, fue traído desde la India, hilado con hebras de oro y seda, ¡eres una idiota!
-Lo lamento señorita, no era mi intención.
-¡Estás despedida! -grito con todas las fuerzas que poseo.
-Pero señorita necesito el empleo para ...
-¡Despedida! -le repito.
Suri me mira suplícante, debería saber que eso no me conmueve en lo más mínimo.
-Lárgate ahora, basura.
Azoto la puerta una vez más, furiosa, no pasan ni cinco segundos cuando mi madre ya se encontraba invadiendo mi privacidad.
-Scarlett, ¿Qué ocurre contigo? ¡Es la tercera muchacha que despides en una semana!
-Todas son inservibles madre, ni eso sabes hacer bien.
-Esa muchacha necesita el empleo.
-Pues contrátala para ti, quemó mí vestido madre.
-Esas son cosas materiales Scarlett, es su primer día, ten un poco de paciencia.
-No, no la quiero y más te vale que cuando vuelva ella no este aquí.
-Pero hija ...
-Pero nada, y quiero una ayudante para mañana.
Salgo de mi habitación directo a las escaleras, salgo de casa y camino a la de Pamela, mi amiga, quién afortunadamente vive cruzando la calle.
-Señorita Scarlett, bienvenida. -saluda el guardia.
-Sí como sea, déjame pasar. -ordeno.
Una vez adentro me encuentro con una casa literalmente sola, solo el padre de Pamela está ahí.
-Señor Rovira, ¿Está Pam?
-Buenos días Scarlett, esta dormida, suerte si logras que se levante.
-Lo intentaré.
Subo las escaleras hasta la habitación de Pam, sé que más que dormida estará muy despierta, entro a su habitación y tal y como lo sospechaba, ella y el chófer se demuestran cariño excesivo.
-Pamela Rovira, ¿Qué demonios haces?
Sé que la respuesta es más que lógica pero necesitamos darle drama al asunto.
El chófer al verme toma su ropa desesperado y se la pone como puede, Pam solo me observa enojada mientras su chófer baja por la ventana.
-¡Estábamos en lo mejor! -lloriquea.
-No me interesa, necesito ropa.
-¿Qué no acabas de traer bastante de París?
-Sí, pero me enojé con mi madre porque la estúpida muchacha del servicio quemó mi vestido, Matteo no tarda en llegar por mí y como verás necesito ropa. -digo buscando en su armario.
-¿Y la despediste?
-Obviamente lo hice, la muy tonta quería pagármelo, como si pudiera.
-Es la tercera Scarlett, debes dejar de despedir sirvientas.
-Hasta que no encuentre una que sepa hacer su trabajo, aunque lo dudo mucho.
-Bueno reina del drama, apúrate o Matteo se enfadara.
-Como si me importará, quiere que vayamos a ver a la ridícula de su madre, ni siquiera me cae bien la vieja ponzoñosa.
-Es tu futura suegra.
-Eso no le quita lo odiosa, es tan entrometida, me enfada.
-Deberías decirle a Matteo.
-Si claro, probablemente él entenderá que odio a su madre. -digo con sarcasmo.
-Odio que tengas razón.
-¿Esto es nuevo? -pregunto viendo un coordinado de falda y top manga larga.
-Sí, papá me lo trajo ayer.
-Bien, me pondré este.
Pamela esta por rechistar pero le doy una mirada tipo: "recuerda al chófer" y no dice nada.
Una vez que me cambié, maquillé y estuve lista le mande un mensaje a Matteo para que me recogiera en casa de Pamela.
Minutos después del claxon del coche de Matteo suena y esa es mi señal para salir.
-Nos vemos Pamela.
-Saluda a Matteo. -dice coqueta.
-Zorra.
-También te amo amiga.
Bajo las escaleras y la madre de Pam esta en la sala.
-Oh querida, que gusto verte.
-Señora, buen día.
-Pero que gorda estás Scarlett, creo que tus mejillas han crecido, deberías hacer una dieta, conozco una buenísima, luego te la mandaré con Pam.
-Muchas gracias, señora, mamá acaba de traer cremas de anciana, se las mando con Pam.
Le regalo mi mejor sonrisa fingida y salgo a la calle donde Matteo me espera.
-Que lenta eres Scarlett, llegaremos tarde. -me reprocha.
-Ya estoy aquí, vayámonos. -digo molesta.
-Oye, ¿te sientes bien? ¡Estas muy pálida!
-Ese es mi color de piel, Matteo.
-Ah, te recordaba más ... bronceada.
-¡Imbécil!
-Pero me amas.
-Si claro, te amo más que a la popo de perro.
-Cuida tu boca Scarlett, a mi madre no le gustan esas palabras.
Si supiera que a nada ni a nadie en este mundo le gusta su madre, el pobre seguro caería en depresión junto a cruella, maldita vieja víbora, como la detesto.
-Oh bebé, que bueno que llegaste, temía que no vinieras, como siempre estás tan ocupado. -chilla rayando la ridiculez.
-Madre no seas dramática.
-Creciste y una vez que aprendiste a volar es poco el tiempo que pasas conmigo.
-Tengo trabajo.
-Ese egoísta de tu padre que no hace más que ponerte a trabajar, deberías tomar un descanso.
-Sí, lo necesito. -dice con descaro.
-Pero si apenas ayer volviste de la playa. -digo con veneno mezclado con honestidad.
Matteo me da una mala mirada.
-¿Fuiste a la playa?
-Fue solo por negocios mamá.
-¿Tres semanas? -pregunto con sorpresa fingida.
-¿Tres semanas? -grita histérica-. Ahora me doy cuenta que solo soy una carga para ti, es mejor que me lleves a un asilo y me dejes morir ahí, sola.
-Mamá no le hagas caso a Scarlett, esta jugando, ¿cierto nena? -me pregunta tensando la mandíbula.
-No, en realidad apenas nos vimos hoy porque ayer que llego de la playa estaba muy cansado.
-Si, si ya lo dijo mi madre, cría cuervos y te sacarán los ojos, tanto sacrificio que hice para criarte, contratando el mejor personal para que cuidará de ti, todo mi esfuerzo no vale nada.
-Mamá, no soy soy un cuervo, sabes que te amo.
-Si claro, lástima es lo que me tienes, a veces creo que estarían mejor sin mí.
Miro como la madre de Matteo se va haciendo drama y Matteo detrás de ella, río por eso, era mi momento de evitar pagar por tanto veneno que derrama en mí.
A veces yo también desearía tener otra vida, una en la que en vez de aparentar ser feliz lo fuera, tal vez todo seria diferente.