Después de que Matteo salió detrás de su ridícula madre me quede mirando a la nada, pensando en como seria mi vida de otra manera.
Tal vez si solo tuviera otra familia, otros amigos, si por lo menos tuviera amigos.
Veo que Matteo camina hacía mi con una cara de perro furioso.
-¿Qué rayos te pasa Scarlett? -cuestiona enojado.
-¿A mi? ¡A ti! Madura de una buena vez Matteo, no puedes salir detrás de tu madre cada que haga una rabieta infantil, ya no tiene cinco años, tiene como setenta.
-Pudiste haber cerrado la boca.
-¿De modo qué las rabietas de tu madre son mi culpa?
-Mira Scarlett, sé que mi madre y tú no tienen mucho en común, pero debes aprender a vivir con eso, nos casaremos y tú tendrás que verla más a menudo.
-¿Es amenaza?
-Deja tu maldita actitud de mier...
-Matteo, no pelees, no quiero ser yo la culpable de una pelea entre ustedes.
-dice limpiado sus lágrimas falsas.
-No madre, tú no eres culpable de nada, Scarlett no se siente muy bien.
-Pues como se va a sentir bien, esta muy delgada, parece enferma, así no podrá ser buena madre, mis nietos necesitan una buena mujer que los crié.
Quiero matarla, pero me contengo.
-¿Quién le dijo que yo quiero tener hijos?
-Matteo quiere tenerlos.
-Pues Matteo podrá tenerlos, si quiere y si puede, yo no lo haré.
-Lo dicho, esta mujer no te merece, no sabrá hacerte feliz.
-Madre por favor. -pide Matteo.
-No, ya no diré nada, es tu decisión yo solo quiero que seas feliz y no importa si es con esta niña, aunque no quiera tener hijos, me sentiré sola sin ti y sin nietos, pero estaré bien.
La señora comienza a llorar, no en vano se llama Magdalena, ella se sienta en una de las sillas con elegancia a pesar de estar llorando a todo pulmón.
-Mamá no llores, no estarás sola.
-Simón ya esta casado, se ha ido, ahora llegó tu turno, debes irte y hacer tu vida, me quedaré sola, y sin nietos. -agrega antes de sonar su nariz.
-Mamá, te prometo que tendrás nietos, muchos, ¿verdad Scarlett?
-No, definitivamente no Matteo.
-Eres una egoísta, le negarás el derecho de ser padre, debí suponerlo, eres igual que todas las demás, tan egoísta e infantil.
-¿Infantil yo? ¡Usted es una infantil! haciendo rabietas y lloriqueos de niña de cinco años, ¿quién es la inmadura?
-Basta Scarlett, estás siendo muy grosera.
-¿Qué más da? ¡Estoy harta de sus actitudes tontas! ya no más Matteo.
Tomo mi bolso y camino hacia la salida, Matteo grita esa frase que desee escuchar durante tres años.
-Si cruzas esa puerta te olvidas de nuestro compromiso.
Me giro para encararlo y su pose es de superioridad, si yo fuera otra me intimidaria, pero no es el caso.
-Pues espero que tengas suerte cariño, te devuelvo tu anillo barato, a ver si alguien conformista lo acepta.
Me doy media vuelta y hago mi final triunfal.
-Ay lo olvidaba, no hay anillo. -digo con tristeza fingida.
Me voy de ahí sintiéndome mejor que nunca, si él cree que eso del compromiso me asusta esta equivocado, eso sólo comienza a gustarme.
*Mientras Scarlett sale victoriosa de la casa de Matteo, sus padres tienen una charla un tanto "interesante".
-Ya no sé que hacer con Scarlett, Gael, ella esta insoportable.
-Cancela su tarjeta y ya. No te preocupes de más.
-No se trata de eso, debemos hablar con ella.
-Tú hazlo, es mujer y tú también, debe ser más fácil, yo no sé nada de chicas.
-No es cosa de chicas, es nuestra hija, y esta haciendo las cosas mal.
-Esta bien Catalina, hablaré con ella, solo déjame tranquilo, acabo de llegar de un viaje de negocios, estoy harto de los problemas, únicamente quiero descansar y tú quieres que hable con una chica de quince años.
-Scarlett tiene veinticuatro años Gael, no quince.
-Si bueno, años más años menos, da igual, son problemas. -señala mientras teclea en el celular.
-Es increíble que ni siquiera la edad de tu hija sepas.
-Ha tenido su regalo anual sin falta mujer, eso la mantiene feliz.
-Esto esta mal.
-A ella no le parece mal y a ti tampoco creo que te parezca mal, ¿hasta ahorita me lo reprochas después de tantos años?
-Olvídalo.
Camino hacía la sala y la puerta es abierta por mi hija.
-Scarlett, ¿estás bien?
-Sí madre, muy bien, estoy tan feliz, ¿No se nota?
-Pues no, ¿quieres hablar?
Ella resopla y pone los ojos en blanco.
-Pues si tanto insistes, Matteo acaba de romper "nuestro compromiso"
-Oh mi niña, ¿estás triste?
-En realidad no, de hecho estoy feliz.
-Son tres años de compromiso, ¿qué ocurrió?
-Su madre, es una vieja insoportable y ridícula.
-Magdalena es una buena mujer.
-Si claro, es una bruja. Pero que te digo, si son tan amigas.
Gael entra a la sala y nos mira a ambas.
-Uh, yo quiero hablar contigo...mmm...jovencita.
-¡Soy Scarlett!
-Si por supuesto, Scarlett, hablemos.
Scarlett pone los ojos en blanco nuevamente y camina hacía las escaleras.
-¿Cuántos años dices que tiene?
-pregunta Gael.
-Veinticuatro Gael. -digo molesta.
Él asiente y repite su nombre como tratando de recordarlo.
Esto es un gran problema, ¿cómo no me di cuenta antes?
Scarlett.
Entro a mi habitación y mi padre entra conmigo.
-Oye, tu madre quiere que hable contigo, no sé de que pero insistió.
-La sirvienta quemó mi vestido, el que trajiste de la India.
-¿El qué fue bordado de oro?
-Sí, ese.
-¿Sabes lo caro qué era ese vestido?
-Yo lo sabía, pero al parecer la estúpida esa y mi madre no.
-¿Te gustaba ese vestido?
-Obviamente.
-Te compraré otro, y mejor, el más caro, será muy lindo.
-No lo necesito, tengo mucha ropa, París quedo vacío.
-Bueno, ¿dime que necesitas?
-Una sirvienta que sea eficaz, que no sea tonta y sepa distinguir la lavadora de la licuadora.
-¿Sólo eso?
-Sorprendeme padre, eres bueno haciendo obsequios.
-Si tu madre pregunta...
-Diré que tuvimos una charla.
-Sabes que te quiero Sarah.
-Es Scarlett.
-Si bueno, te quiero, mañana quisiera que pasaras a la oficina, tú misma entrevistaras a las sirvientas.
-Si como sea.
-Bien, descansa Sofía.
-¡Es Scarlett carajo! -digo cansada.
-Si lo siento.
Mi padre sale de mi habitación, no sé que me da más pena, o mejor dicho quién, seguramente mañana mamá olvidará que existo al igual que él, es ridículo que ni siquiera sepa mi nombre.