Emma
Froto mis ojos y los abro con pereza, camino cuál zombie hasta el baño, me hago a la idea de que el agua estará fría, probablemente helada, sin más rodeos me meto debajo del chorro de agua y jadeo sintiendo como mi tibio cuerpo se congela, me pongo shampoo sintiendo mis manos rígidas, después de tallar mi cuerpo el agua se siente menos fría.
Me seco rápidamente, me pongo ropa calentita y me hago una rara trenza improvisada, camino a la cocina y enciendo la estufa, pongo agua para el café y le agregó una varita de canela, bato algunos huevos a los cuáles les agregó sal, corto el tocino en tiras y las pongo en la cacerola, como siempre, mi madre se levanta al escuchar "trasteo" en su cocina.
-¿Emma qué haces despierta?
-Buenos días mamá, ya no tenía sueño, quise hacer el desayuno.
-¿Debería preocuparme? Últimamente ya no tienes sueño.
-Solo quiero consentirte, ¿quieres café? Le agregue canela esta vez.
-El hombre que se llegue a casar contigo se llevará a una buena mujer.
-No quiero casarme mamá.
-Así decía yo y ahora veme, estoy muy casada.
-No es que no quiera, solo siento que no hay un hombre que merezca mi compañía.
-Lo hay y lo encontrarás.
-Y le daré el pésame. -dice Leo entrando a la cocina.
-¡Idiota!
-Emma esa boca.
-Lo siento mamá, Leo se empeña en hacerme decir esas palabras.
-¿Yo? No te obligo a que lo hagas.
-Eres un cabeza hueca.
-Sabes que te amo pequeño renacuajo. -dice besando mi frente.
-Solo por eso no te corto la lengua. -digo riendo.
-¡Emma, no digas eso!
-Lo siento mamá, no lo haré, le estaría quitando el treinta o cincuenta por ciento de su magia masculina.
-¿A qué te refieres con eso?
Leo me da una mala mirada y yo trato de suprimir una risotada, definitivamente a mamá le hace falta actualizarse.
-A nada mamá, Emma esta algo loca, ya sabes, falta de oxigenación, vitaminas y esas cosas durante el embarazo.
-De vedad que a veces no los entiendo.
Mamá se levanta de su silla y entra a su habitación, es hora de que mi padre se levante a desayunar.
Mi madre es una mujer muy trabajadora, mi padre es maestro de primaria, niños de segundo grado, unos diablillos según él, pero mentes libres que pueden cambiar el mundo algún día, él es un hombre entregado a su trabajo, y no lo culpo, yo lo sería igual, claro si me gustaran los niños.
Mi madre fue una gran chef reconocida, pero al morir el dueño de los restaurantes no pudo conseguir otro empleo así, pues su embarazo no ayudo mucho, así que termino cocinando en restaurantes menos conocidos pero no por eso dejo de ser la mejor cocinera. Es una mujer entregada a su familia, siempre dando lo mejor de sí, madre amorosa y la mejor del mundo.
Leonardo es mi hermano, tiene 27 años, ya es viejo, a pesar de ser mas molesto que un grano en en trasero es mi adoración, pues él y mi padre han sido los mejores hombres que he conocido, Leo se graduó con honores en la escuela de Oncología, lamentablemente no ha podido ejercer su carrera.
Él trabajaba con papá, hasta hoy, ya que comenzará sus labores como chófer y jardinero en casa de una familia adinerada.
No tiene novia y no porque sea feo, en realidad es muy guapo, no tiene ojos azules o verdes, tampoco grises ni peinado perfecto, no tiene dinero ni va al gimnasio, no ha viajado por el mundo ni tiene coche del año, pero tiene un gran corazón, sentimientos verdaderos y creo que eso es lo que debería interesar. Sandy una amiga mía esta locamente enamorada de él, pero ni la toma en cuenta, aún la ve como mi amiga pequeña.
Esta es mi familia, una familia humilde, llena de amor y apoyo, y no la cambio por nada.
Yo soy Emma Acuña, estudiante de último año, me especializare en la carrera de trabajo social, mi meta es ayudar a la gente que más lo necesite.
-Oye, ¿le dirás a mamá que conseguiste empleo?
-No, a ella le dará algo si se entera.
-Tampoco puedes ocultarlo.
-Solo iré a la entrevista, no es como si me fuese a quedar contratada.
-Bueno, de ser así no quiero que mientas, además no creo que sea tan malo después de todo.
-Buenos días campeón. -dice papá entrando a la cocina.
-Buen día papá.
-Buenos días bella flor. -besa mi frete.
-Buenos días papi.
-¿Lista para otro día de escuela?
-Lista.
-Bueno, desayunemos para poder ir a cumplir con nuestro deber.
El desayuno fue agradable, papá nos platica su nueva técnica para que los niños aprendan todo mejor, mamá nos dice que la familia para la que trabajará quedo encantada con su forma de cocinar y se siente orgullosa de que Leo vaya a trabajar con ella, aunque le gustaría que ejerciera su carrera.
Estos momentos son los que hacen que ame a mi familia, porque mi familia es mi motor para seguir adelante.
Scarlett.
Me levanto con gran pesar de mi cama, camino hasta el cuarto de baño y pongo a llenar la tina con agua tibia, me desvisto y una vez llena me meto en ella, dejo que el agua relaje mi cuerpo, anoche no pude dormir bien como todas las noches, creo que visitare al médico, tiene que darme algo para poder dormir, escucho que entran a mi habitación y las probabilidades son dos, mi madre o Rosario, la única persona del servicio que me quiere y con la que comparto el sentir, mi nana.
-Scarlett.-me llama.
-En la tina, Rosario.
Ella entra a la habitación y me mira con ternura.
-¿Desayunaras?
-No tengo apetito.
-Debes desayunar, anoche con el pleito de ese niño ya no cenaste.
-¿Mamá esta en casa?
-No niña, salió al club con la señora Rovira.
-¿Y papá?
-Salió aún más temprano que tu mamá.
-¿Entonces desayunaré sola?
-Puedes desayunar conmigo.
-¿Te sentaras en el comedor?
-¿Eso quieres que haga?
-No nana, no quiero que lo hagas solo porque yo digo, no me gusta comer en la cocina con las sirvientas, el jardinero y el chófer.
-¿Qué te parece si comemos en la barra?
-Odias esos bancos raros que mamá compro.
-Me sentaré en uno, no importa.
-¿Qué hay de desayuno?
-Lo que quieras mi niña.
-Esta bien, termino de bañarme y bajo.
-Muy bien, iré a preparar algo para ti.
Asiento mientras veo como Rosario se va, suspiro sintiendo como algo se atora en mi garganta, sé que es ese sentimiento horrible de estar triste, pero no voy a llorar, las personas como yo no lo hacen, además, yo no necesito a nadie.
Una vez que me cambié bajo hasta el comedor y no veo a Rosario por ningún lado, camino hacia la cocina y me detengo al oír mi nombre.
-Es una pedante, es tan prepotente que a veces quiero ahorcarla. -dice la muchacha de mi madre.
-Menos mal que tu atiendes a la señora Catalina.
-Suertuda tú, el señor casi no esta en casa, lástima por la próxima en venir a esta casa, la venenosa de Scarlett clavará su ponzoña y la despedirá.
-Basta las dos, Scarlett no es una niña mala, es un ser humano y ustedes deben respetarla. -dice Rosario.
-Olvidaba que eres su perrito faldero Rosario.
-Ten más respeto Rubí, que el señor Gael tenga consideración contigo no significa que puedas perderle el respeto a todos en la casa.
-Eres tan aburrida Rosario, pero no era para menos, esa escuincla te contagia de su amargura.
Ella y la otra estúpida ríen, siento ese maldito nudo hacerse más grande, pero lo dejó pasar, esto no me va a afectar.
Camino hacia el comedor y veo como Rosario sale de la cocina.
-Mi niña, te he preparado algo muy rico.
-No tengo tiempo Rosario, debo salir.
-Pero si no haz comido.
-Lo haré por ahí, debo ir a la oficina de papá.
-¿Estás bien Scarlett?
-Lo estoy nana, no pasa nada.
Salgo de casa y la chirriante voz de Pamela se escucha por toda la calle.
-¡Scarlett!
Cruzo la calle y ella me mira con esa expresión extraña, y es por dos razones obvias, algo relacionado con dinero o un nuevo empleado.
-Pamela, ¿por qué tienes cara de satisfacción estúpida?
-Adivina. -dice en tono infantil.
-¿Estás embarazada?
-¡No! ¿qué te hace pensar eso?
-No lo sé, tal vez que te acuestas con todo el servicio masculino que trabaja en tu casa.
-Eres tan graciosa Scarlett, pero no, hay un nuevo jardinero, y esta delicioso.
-Hablas de él como si fuera comida, Pamela.
-Si tú lo vieras Scarlett, seguramente querrías comertelo.
-Si claro.
-Esta tarde deberías venir, tomaremos el sol viendo como corta los troncos o poda los árboles.
-¡Eso suena genial! -digo con emoción fingida.
-¿En serio? -pregunta ella sorprendida.
-No, en realidad no.
-Vamos Scarlett, ya lo haz hecho otras veces.
-Tengo cosas que hacer Pamela, ya veré luego.
-Bueno, nos vemos amiga.
-Si, adiós.
Cruzo la calle de nuevo y subo al auto, para variar el chófer es quién me llevará.