En fin, había sido un día de locos y el único recordatorio de que nada fue un sueño…corrección, los únicos recordatorios de que no fue una pesadilla, eran las marcas en mi piel dejadas por ese salvaje y el anillo en mi dedo. No estaba segura de que hacer con el anillo, ¿Tirarlo, guardarlo, incinerarlo hasta verlo fundido?...parecía costoso, ¿Dónde los habíamos comprado?, ¿Y quién los pagó?, definitivamente no fui yo. Tal vez lo mejor…era devolverlo. El reloj marcaba la hora más esperada de mi horrible día, si, la hora de la salida, la hora feliz. Junté mis cosas y acomodé mi bolso, me puse mi abrigo y suspiré, los cerezos habían florecido y tenía muchas ganas de verlos, por suerte él lago seokchon estaba muy cerca de mi departamento, me hubiera gustado ir a verlos con Narita (Narita es