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1504 Words

Javier, por más apurado que estaba, condujo hasta su casa con tranquilidad. La rubia no paraba de reír por tonterías a su lado y si bien le daba gracia, sentía que no era una buena noche para acostarse con ella. La quería con todos sus sentidos al máximo y no la veía demasiado lúcida. Tenía que pensar con la cabeza en frío y no hacerle caso a su cuerpo, no podía volver a ser un idiota. Cuando bajaron del auto, el muchacho protestó un poco por lo bajo al ver los asientos llenos de barro, pero al menos tenía arreglo. Entró primero para prender las luces de la casa y Martina lo siguió con lentitud, soltando un suspiro de alivio en cuanto se sacó los tacones. —¿Querés tomar agua, comer algo? —le preguntó Javier entrando a la cocina. Ella lo siguió y se apoyó contra la encimera. —Agua

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