Capítulo tres: Apoyo

1474 Words
La respuesta era mucho más simple de la que se podían haber imaginado ella y cualquier otra persona, por supuesto la grandiosa familia no iba a permitir que las situaciones que ocurrieran en su hogar destrozaran la imagen que con tanto esfuerzo durante años construyeron. El simple error de uno de ellos, no iba arruinarlos y es que era mejor dejar los problemas dentro del hogar antes de que la sociedad los notara, porque no podían permitirse el lujo de ser la comidilla entre los suyos, debido a la gran importancia que podrían darle. Gente importante como ellos lo son, no iban a salir en una revista de chisme, costara lo costara no iban a estar en una plana que dijera. "Famoso empresario dueño de una cadena de hoteles le fue infiel a su mujer" "Mujer traicionada por su marido en su propia cara" ¿Quién podría soportar que se rieran en su cara? o peor aun ¿la mirarán con lastima?, la dama fuerte no iba demostrar que estaba rota y lo único que podía hacer para mantener todo en orden, era mentir y mentirse así misma, de la misma manera en que finge enseño a su hija que no puede mostrar sus emociones. Con tal enseñanza diseño a la muñeca perfecta, su mas grande creación fue su hija. —No lo sé—respondió a la pregunta de Jess un tanto desanimada, le fue fácil al inicio pensar que podría con ambas profesiones, pero al final gano la carrera que amaba, prefería pasar muchas más horas leyendo acerca de cómo podía mejorar, cumpliendo con las tareas que debía realizar una escritora antes que estar repasando, leyendo un libro de medicina, se esforzaba más por lo que quería que aquello en lo que estaba obligada a realizar y es que cuando algo te agrada no te resulta molesto. Porque así son las cosas cuando algo te interesa. Deberías hablar con ellos, siento que a pesar de cómo son y las cosas que quieren para ti, antes que nada, eres su hija—comento Jess con una sonrisa un tanto insegura—lo comprenderán y terminaran aceptando tus decisiones. Eres más importante para ellos de lo que piensas. Ojala fuera como dices, ojala me tomaran en cuenta, preguntaran si estoy contenta con la idea o las acciones que quieren llevar a cabo y más si ellas me involucran a mi, no es como si estuviera pidiendo mucho. Ella tampoco creía del todo en sus propias palabras, el tiempo que la conoció lo único que pudo observar era a una hija esforzándose a cumplir las metas que le imponian sus padres aunque no quisiera, así mismo no hubo mucho que pudiera decir acerca de la situación en la que se encontraba su amiga, después de unos años se comenzó a cuestionar. ¿Dónde quedaban los sentimientos de Lynette? ¿En algún momento ella realizaba lo que quería? o ¿Acaso siempre los obedecía y se esforzaba por conseguir lo que ellos querían? ¿Como se sentia en realidad Lynette al hacer todo lo que querían y no lo que ella deseaba? El silencio reino por unos segundos, estaba claro que Ly noto la inseguridad de Jess en sus palabras, más que eso ella conocía a la perfección a sus padres, no por nada eran sus PADRES. Soñar con metas, soñar con deseos, pero ahi deben quedarse, plasmados en los recuerdos. Tan solo podían permanecer en sueños, porque la realidad para Ly era muy diferente a la de cualquiera. Las estrictas normas en las que creció causaron el aislamiento de la joven a otras personas, no solo fue esto, sino que también la convirtieron en una persona un tanto desconfiada, inexpresiva y de igual manera en una persona con la que es difícil de llevarse, su rostro serió que aparentaba desinterés alejo a bastante gente, su dificultad para expresarse y convivir la convirtió en alguien con la que era mejor no hablar. ¿Si alguien le hubiera hablado, habrían notado que era tan distinta a lo que se veía y notaba en lo superficial? ¿Si los hechos fueran de otro modo, las cicatrices y su baja capacidad para ir en contra de sus padres podría haber cambiado? ¿Se habría opuesto ante ellos hasta salirse con la suya? Todo esto nunca tendría respuesta, porque nada sucedió de manera diferente. —No digas cosas que sabes que no son reales—hablo esta vez ligeramente molesta, Ly ansiaba que sus padres se preocuparan por sus opiniones, algo que no iba a pasar y aunque lo sabía en el fondo tan solo deseaba que la miraran, mostraran un poquito de preocupación y sinceridad hacia su persona. Había esperado muchísimo, pero demasiado por algo que nunca sucedió y jamas iba a pasar. Si, está bien—murmuro un poco agüitada Jess, pues sabia cuanto le dolía recordar lo mucho que hizo, para nada, ya que nunca la notarón. —Desayunemos tranquilamente, luego de compras—chillo emocionada como siempre lo hacía cada vez que sabía que irían al centro comercial y así mismo logrando cambiar de tema. Lynette dejo de lado su molestia, sus mejillas se extendieron de lado a lado formando una bella sonrisa—Vamos a darnos prisa, las horas pasan muy rápido y hay demasiado que mirar y comprar. Ambas chicas se sentaron frente a frente en la mesa mientras tomaban su rico desayuno. —No hay nada mejor como esto—alego mientras saboreaba un pan con mermelada, la mermelada es su favorita todas las cosas dulces que ha probado en toda su vida. Narra Jess: La llamada de su madre cambio por completo nuestro ambiente e incluso si intento calmarlo, aunque aparente que todo mejora, será lo contrario, las cosas no mejoraran, si tan solo pudiera cambiar la actitud de sus padres, seguro habria un cambio. Habían hechos que desconocía de su familia, pero lo que conocía de ella a veces quería no conocerlas, es que era demasiado el pensarlo, ellos eran muy estrictos a diferencia de mi familia que es son un completo amor. Anteriormente solia prpeguntarme si los ricos tambien eran capaces de sufrir en sus enormes mansiones a pesar de los montones de billetes que tenian en su billetera, al conocer a Ly entendi que si era posible, no importa cuanto dinero tenga la otra persona, el sufriemiento es parejo para cualquiera. —¿Como vas con la historia que estas empezando? —pregunto, mientras muerdo el sándwich y debo el delicioso café que me ha preparado. La veo frotar sus cienes dando pequeños masajes circulares alrededor, su voz un poco desanimada habla—Es complicado—susurra lento y despacito, apenas puedo oírla. —hay ocasiones en las que pienso que debería hacerle caso a mi madre. —Admite sinceramente Lynette con la cabeza agachada—pero no puedo ¿sabes? Escribir es mi vida, lo que más me gusta en este mundo—le da un sorbo a su café y se apoya sobre la mesa con una sonrisa radiante, sus ojos se le iluminan de solo mencionarlo, nunca la he visto tan emocionada como se pone cada vez que habla de sus historias—amo lo que hago, por eso no puedo. —¡No te rindas! —exclamo mientras levanto la mano derecha lo más alto que puedo, en verdad deseo que siga escribiendo, que haga lo que tanto ama.—Tú puedes. Se que puedes lograrlo, por el simple hecho de que se trata de ti. No conozco a nadie como tú, y afirmo que no lo hare. Todavía sigo sorprendiéndome al conocerte cada día. —Vas a lograrlo, al diablo con lo que diga tu familia—me levanto corriendo, rodeo la mesa y la abrazo por atrás—Contra el mundo entero si es necesario. Se ríe como pocas veces lo hace. Lynette casi no sonríe, pero cuando lo hace se ve preciosa, quisiera verla sonreír en muchas otras ocasiones. Eres la mejor, simplemente la mejor amiga que podría tener—agradece Me echo reír por sus palabras y suelto con sarcasmo—Soy tu UNICA amiga—elevo la voz en la penúltima palabra. —¡Cruel! —bofiro volteando su rostro hacia a un costado mientras se deshace de mi abrazo. Y luego dice que la infantil soy yo. ¿Qué acaso no lo es ella? De pronto mis ojos caen en el viejo reloj que tenemos en la pared justo arriba de la tele, hemos perdido mucho tiempo. —NOO—sin poder evitarlo grito literalmente—ya es TARDE, vámonos ahora. Bien dicen que el tiempo es oro, sin duda lo es. Perdimos bastante, pero lo más importante aquí es que ella está bien, pude apoyarla, logre animarla y eso es lo más valioso que puedo hacer por ella.
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