Por la mañana, cuando timbra la alarma de mi teléfono, me sorprendo al no encontrar a Eileen en la cama, me levanto de prisa asustada y escucho risas en el comedor; al llegar, veo a Eileen y a Caleen desayunando. —Buenos días, mami, mi papá me trajo el desayuno —me cuenta muy contenta. —Buenos días —saludo y Caleen hace un movimiento de cabeza para devolverme el saludo—. Me alegro mucho pequeña y me parece que hoy te quedarás en casa a descansar. —Claro hija, yo la voy a cuidar, hoy no tengo que salir —dice mi madrina saliendo de la cocina con dos tazas de café. Pone una frente a Caleen y la otra es para ella. —¿No vas a desayunar mami? —me pregunta Eileen. —Voy a cambiarme y regreso —respondo. Entro a mi habitación para lavarme la cara y los dientes, me arreglo para el trabajo