Cinco años después. El sol cálido, el sonido de niños alegres corriendo por el parque jugando y las flores de cerezo floreciendo era lo que daba el comienzo de la primavera, la estación favorita de Isabella. A través de la ventana de vidrio de la tienda en la que estaba parada, la mujer admiraba el hermoso paisaje de primavera, aquella siempre había sido una vista que la maravillaba desde que se instaló en aquella ciudad, Su nuevo barrio era un vecindario tranquilo que se había convertido en su hogar desde hacía cinco años. Sonriendo cálidamente ante la vista, la atención de Isabella fue interrumpida por el sonido de pasos que se acercaban. —Ah, esto debería servir, es el más lindo que tengo —dijo Marcus, el dueño de la tienda, acercándose a ella con un lindo conejo de peluche n***o