Al día siguiente, Isabella había sacado un poco de tiempo de su apretada agenda de trabajo para llevar a Valery a la escuela personalmente.
Cuando estacionaron en el aparcamiento de la escuela e Isabella tomó la mochila y la lonchera de la niña, este se giró hacia ella.
—Mami —la llamó.
—¿Sí, cariño? —respondió Isabella mientras revisaba que hubiera empacado todo lo que necesitaría para el día escolar desde esa mañana.
—¿Cuándo podré ir a ver a papi otra vez?
Isabella se detuvo en seco al escuchar su pregunta y la miró.
—¿Qué?
—No he visto a papi en mucho tiempo —dijo la niña.
Bueno, no tanto tiempo, solo las últimas dos semanas en que Isabella le había prohibido visitar a Travis, había tomado esa decisión porque pensaba que las posibilidades de que él despertara eran cada ve
