Félix
Otro golpe al costal, no siento que esté haciéndolo bien. Después de otros golpes, escucho quejidos. Me quito los guantes de boxeo.
—Bájenlo. —Mis hombres bajan el costal de boxeo y abren. La cabeza ensangrentada de Kento es asomada. —¿Ya recuerdas? —le pregunto. Uno de mis contactos me dijo que estaba hospedándose en un motel a las afueras de Tokio. Lo he traído hasta mi lugar de tortura. Uno donde nadie sale vivo una vez que entra.
—Por favor, dejarme ir. —Suplica. Me limpio las manos y tomo un bisturí.
—Sáquenlo del costal y pónganlo en la silla. —Me sirvo un poco de whiskey y bebo todo el contenido del vaso. —Entonces ¿te has acordado de algo? —vuelvo a preguntar. —Sabes que no soy muy paciente, así que comienza hablar rápido. —Corto su pierna superficialmente, y escucho su
