5

5514 Words
Parecía que ella convulsionaría ahí mismo dentro de mi auto. Y yo no podía dejar de sonreír por la forma en que su cara se encontraba. —Relájate. —Puse una mano arriba de la suya donde se encontraba su pierna. Rápidamente la quitó tratando de alejarse de mí. —No te haré daño. —¿Qué acaba de decir? —sus ojos seguían tan conmocionados exactamente como se encontraba ella. —Pensé en voz alta. —Subí un hombro y lo dejé caer de nuevo.  —¿Y cómo crees que serían? —¿El qué? —Nuestros hijos. —No tendremos hijos. —¿Por qué no? Mi inteligencia con tu belleza o viceversa. —O su descaro con mi inteligencia. Eso nunca va a pasar. —Replicó molesta. —Ya lo veremos. —Ladeé una sonrisa. Tan seguro como era, sabía a ciencia cierta que tendríamos un bebé. Pero antes de que eso pasara necesitaba recuperarla. Escuché que murmuraba algo de que me cortaría los huevos antes de que eso pasara lo cual hizo que me riera. Nos estacionamos en una cafetería vintage y como el caballero que soy le abrí la puerta, me gané un par de ojos en blanco de su parte, lo cual hizo que una media sonrisa se formara en mi boca. —No puedo creer hasta donde llega su arrogancia. —Murmuró pensando que no la escucharía. —Entonces ¿Qué es lo que tienes que decirme? —tomó de la taza de café mirándome con esos ojos azul océano. Nunca se me había ocurrido un apodo para ella, pero ahora que me miraba como si fuera un enigma era más correcto decirle ‘Butterfly’. Y también porque era una chica dulce y a la vez tan independiente de sí misma como mujer fuerte que la hacía ver. “No puedes cambiar a alguien sin destruir lo que fue” —Cuando te vi me recordaste a una persona que amo. Que lamentablemente está muerta y te pareces mucho a ella, por eso me he puesto como loco y traté de saber tu nombre. Sé que no es excusa tan válida como para que me perdones, pero es lo único que tengo para defenderme. —Ella ¿cómo murió? —Un accidente de auto. —Mentí. —¿Enserio el parecido con ella es demasiado? —Demasiado. Creí que había vuelto del inframundo. Decirle sobre la muerte de la mujer que amo podría acercarme a ella, estaba jugando sucio, pero yo nunca jugué limpió para conseguir tenerla a mí lado. Ella era mi todo. —Lamento tu perdida. —Su tristeza en su voz hizo que la mirara a los ojos y vi que en verdad lo lamentaba. —¿Me perdonas? —Claro que te perdono. Ahora comprendo en la forma que te comportaste conmigo, debe ser difícil encontrarse con una persona que se parezca igual que tu novia y pensar que te están jugando una broma o estás realmente volviéndote loco. —Asintió con la cabeza y una sonrisa tranquilizadora, —Perdona si me he comportado tan grosera contigo, pero pensé que me estabas siguiendo. Mira, no conozco la ciudad y soy tan desconfiada que no permito que nadie se me acerque. Tuve un accidente hace tres años y eso me dejó en desventaja, porque no volví a confiar en las personas que apenas conozco. Tengo amnesia y estoy trabajando en ello con mi terapeuta. —¿Vas con un terapeuta? —Angie no me había proporcionado esa información. Dudé de que siquiera me hubiera dado todo lo que conocía de Becky, no quiere que esté junto a ella y creo que es posible que hará cualquier cosa que esté en sus manos para apartarme de su lado. Vi un pequeño sonrojo en sus mejillas. —Sí. Bueno no es que me alegre decirlo, pero no quiero que las personas piensen que estoy loca o algo así. Voy porque quiero encontrar la persona que soy o fui alguna vez. —¿Qué tipo de amnesia? —Amnesia post-traumática. —Puede que sea un largo camino, pero sé que tarde o temprano la encontrarás. ¿Está ayudando ir con el terapeuta? —El avance es despacio. Mark me ha ayudado mucho desde que lo conocí. —Sus ojos se iluminan cuando menciona su nombre. Ahora quería saber quién era el sujeto, porque no me gustaba para nada que ella se emocionara tanto al decir el nombre de su terapeuta. —No suelo dar este tipo de información con una persona que apenas conozco, pero me pareció bien hacerlo, ya que usted me contó algo tan íntimo de su vida. —Unas manchas pequeñas de rojo volvieron a parecer en sus mejillas. —Tutéame. Dime Randy, por favor. —Me volvía loco que me llamara por usted como si antes nunca hubiéramos compartido la cama, pero bueno ella no recordaba, así que era de esa forma. —Bueno, Randy.  El caso que yo conté algo íntimo y usted también lo hizo, estamos a mano. —Me dio una sonrisa tímida. —Y como ya dejamos en claro nuestro mal entendido me imagino que es hora de retirarme. —Espera, quisiera proponerte algo ¿Cuánto tiempo estarás en la ciudad? —Solo estoy por negocios y desconozco si en verdad quieres hacer negocios con nuestra empresa. Así que si no estás en acuerdo con nuestros términos de compra veo que no tengo nada más que hacer aquí. —Volvió hacer ademán de levantarse y la detuve. —Aceptaré tus términos. Diablos, esta chica me tenía agarrado de mi polla y si tenerla más tiempo conmigo tenía que aceptar sus términos entonces lo haría, valía la pena. Su rostro se tornó sorprendido. —¿Enserio? Asentí. —Siempre y cuando aceptes una amistad conmigo. —Su ceño se frunció. —¿Por qué? Porque te amo. —Porque quiero ser tu amigo y veo que eres una chica inteligente. Podremos hablar de negocios y asentar una buena amistad mientras lo hacemos o podemos ser personas con sus propios intereses en sus empresas y ser tan indiferentes como podamos ¿Qué eliges? —Sonreí. —Creo que ser amigos estará bien para mí. Sonreí por mí victoria. Nuestra relación tenía que ir paso a paso y empezar una amistad daba a que fuera a progresar a algo más. —¿Entonces no discutirás si te invito a cenar ésta noche? —su boca se abrió levemente para negar mi invitación, pero luego pasó a una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Está bien. Retire su silla dejando el dinero suficiente con propina para irnos. —¿Y qué te llevo a manejar las empresas de tu familia? Vi que se movía en el asiento incómoda. Lo menos que quería hacer era incomodarla. Cuando iba a decirle que no respondiera, porque sabía que le dolía perder a sus padres en un accidente como me había pasado a mí, ella habló. —Cuando desperté de coma no sabía quién era, desconocía a las personas que me rodeaban en la habitación, era deprimente saber que ni reconocía a mi propia hermana. Traté de saber que sucedía y lo único que me estuvieron diciendo, era que me tranquilizara. Lo siguiente que supe es que me estaban haciendo todo tipo de análisis del por qué no recordaba ni quién era yo. Semanas de estar con los mejores especialistas y todo me decían que podría pasar meses o años para recuperar mis recuerdos. Pero ya perdí las esperanzas. —Esto me dejó perplejo, que hizo que me desviara un poco de la carretera y asustara a Becky. Me recompuse y volví a tomar el control de mi auto. Podría recordar o no podría hacerlo. Los pensamientos de que ella no me volviera a recordar apestaba. —¿Estás bien? —preguntó preocupada. Me giré hacia ella y le sonreí tranquilizándola. —Estoy bien. Solo me puso triste saber que has perdido las esperanzas en no recordar tu vida anterior, debería ser desgarrador y triste para ti, para llegar a ello. —Lo es. Cuando me lo dijeron me sentí tan vacía de lo que ya estaba por las personas que me rodeaban que decían amarme, lo sentí por ellas. Entonces pensé por mí. Que si no volviera a recordar mi vida anterior sea lo que fui en mi otra vida, si sufrí o reí todos esos momentos iba a quedar en la oscuridad en mi cabeza y tendría que hacer una nueva vida como persona, estaba naciendo a una edad adulta. Me estaban dando una oportunidad para comenzar de cero y pudiera construir mis recuerdos con las personas que quisiera. Soy otra persona. —¿Y las personas que se encuentran ahora a tu lado? —Las tendría conmigo, pero no sería lo mismo de antes. Mi hermana está casada y esperando a mi sobrino, ella ya tiene una vida hecha. Soy lo único que tiene a parte de su esposo e hijo. Y yo no tengo una vida, tengo que forjarla para llegar a ella. Tenía que hacer la pregunta que me ponía nervioso por su respuesta. —¿Tenías novio antes de tu accidente? —se encogió de hombros. —Creo que no. Por lo que me ha dicho mi hermana dice que solo era Emma y Fredy; mis dos únicos amigos. Nadie más. Sentí la indignación llenando todo mi cuerpo. Ella no le dijo de mí. Era como si nunca hubiera existido para ella, que todo lo que vivimos fue un olvido. En su mente había barreras de acero que tenía que atravesar para llegar a su cálido corazón. —¿No recuerdas a tus amigos, tampoco? —No. Pero parecen ser buenas personas. Emma lloró cuando vino a verme mientras estaba en casa y no paró de pedirme perdón por algo que no entendí. Creo que me había puesto en una situación de decidir entre ella y otra persona, pero no conseguí saber quién era esa otra persona. —Recordaba muy bien que Emma le había dicho que, si no terminaba la relación que mantenía conmigo después de que me hubiera perdonado, ella iba dejar de ser su amiga. Eso destrozó a Becky y me dolía verla así, por ello la había llevado a fuera del pueblo a una cabaña que pertenecía a mi familia para estar juntos, nunca me hubiera imaginado que sería la última vez que estaríamos tan de cerca después de las Carreras Máximum. Ella se había encontrado en el desierto donde se estaba dando la tercera prueba de las carreras y me había ganado la sorpresa de encontrármela allí que no me di cuenta que Ryley tenía un plan para los dos. Becky era su salida del desierto. Él pensaba que yo tenía el GPS y el mapa que nos llevaba a la meta, pero no lo poseía. Quién los había encontrado era Linda, ella fue quién le disparó a Ryley cuando él disparó a Becky. Linda era quién nos ayudó a salir del desierto con el GPS después de que Becky se moría en mis brazos. Cuando llegamos a la salida las camionetas de la marina, helicópteros y el Comandante Marshall nos esperaba. La subimos al helicóptero para llegar más rápido, ella sangraba mucho y se veían tan pálida que parecía no lograrlo. El paramédico me decía que Becky estaba luchando, no sabíamos si la bala había dañado algo dentro de su cerebro, pero que si llegábamos a tiempo ella podría vivir, las esperanzas eran nulas. No me quise despegarme de ella cuando me dijeron que no podía pasar a la sala de cirugía. Me deshice en el suelo del hospital, la única persona que amaba y me quedaba por luchar se estaba muriendo en una mesa de cirugía. Cuando el Comandante Marshall se presentó en el hospital lo único que pude hacer fue escupir todo el veneno que tenía en esos momentos. Le había dado la responsabilidad de proteger a Becky y él me lo había prometido. Era su culpa que ella estuviera luchando para vivir. Cuando me calmé solo un poco, me había dicho que ella se escapó de la cabaña y que cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde, sentí que me escondía algo detrás de todo lo que me estaba diciendo y no era del todo la verdad. Becky había sido atrapada por uno de los hombres de “El Mocho” pero que llevaba puesta una chamarra negra que traía un localizador en ella, lo bueno había sido que siempre la llevó consigo a donde sea que fuera y eso hizo que dieran con el paradero de “El Mocho” quien también se encontraba en Las vegas. “El mocho” la secuestró y todo eso los llevó al desierto, porque ellos tenía a uno de sus hombre infiltrados como la mano derecha del “El Mocho” quien resultó ser Andrés, este hizo de gran ayuda al decir donde se daba la última prueba de las Carreras Máximum, me alegré cuando me dijo que Becky lo había apuñalado en su pierna con una navaja de afeitar, quién era la persona que la iba a sacar del lugar pero no pudo porque Becky pensó que era otro más que trabajaba para “El Mocho”, no sabiendo que era de la marina. Lo que sea de cómo se desarrolló todo, seguía culpando al Comandante Marshall. Él y yo teníamos un trato y no lo cumplió. Arriesgó la vida de Becky para atrapar a un sapo que había sido buscado desde hace tiempo. Todo para que el país estuviera agradecido con él y se llevara una medalla más para coleccionar, a costa de la vida de Becky. Tuve que decirle de la manera más grosera que se largara de ahí, que por su culpa ella estaba debatiéndose en la vida y la muerte, y que no quería volver a verlo nunca en lo que me quedaba de vida. Se retiró diciéndome que le había avisado a su hermana donde nos encontrábamos y que mi país me agradecía en haber participado en la captura de uno de las personas más peligrosas y buscada en el mundo. Lo mandé a la mierda. La cirugía tardó siete horas y durante todo ese tiempo me sentí vacío y que mi alma se desprendía de mi cuerpo. Angie llegó cuando la cirugía terminó toda llorosa de la mano de Jamie, me reclamó por qué nos encontrábamos en Las Vegas y que había sucedido con Becky. Mientras le conté todo; ella lloró en los brazos de Jamie y me fulminó con la mirada. Ella me culpaba que Becky estuviera muriéndose, y tenía razón. Yo también tenía gran culpa de ello, y me amenazó con que, si Becky se salvaba de esto, no iba a volver a dejar que me acercara a ella. Pero eso no valió, porque el doctor que estuvo en cirugía con ella nos había informado que la bala no se había quedado en la cabeza, ya que el proyectil entró por la parte posterior del cráneo y salió por la parte frontal. Y la bala cruzó por sólo un lado y no tocó áreas del cerebro cuya lesión hubiera sido mortal. Pero su cerebro estaba muy inflamado, lo cual les estaba haciendo difícil en controlar su ritmo cardíaco, lo que sea que hicieron, ella cayó en coma después de ser salvada para entrar a la oscuridad que nos consumiría a todos. —¿Cómo llevas la relación con ellos? —Bien. Trato de ser yo misma, porque no sé cómo me comportaba con ellos antes. El ambiente a veces suele ser algo incómodo, pero pronto me relajo. Son personas divertidas y llenas de vida. Veo que sucede algo con Emma y Fredy, pero pienso que si se los digo algo cambie en su amistad. Emma era una buena chica. Había sido un juego por meses del que se suponía era mi amigo Mael. Hasta que vi que nuestra relación no iba a prosperar. Dejé de saber de él cuando entré a las Carreras Máximum que él quería que entrara porque íbamos a ganar mucho dinero. Deseché su amistad desde entonces. A Fredy no lo había tratado, así que no podría saber qué tipo de persona era, sabía que se juntaba mucho con Miguel, mi enemigo en las carreras clandestinas que solía hacer antes de que todo esto pasara y me ensimismara en mi empresa. Cuando Becky entró a coma la trasladaron al hospital del pueblo, pero no perdí la esperanza de que encontraría su camino a la luz que la sacaría de la oscuridad que la mantuvo por dos años. Su hermana Angie no quería verla sufrir más y ni hacernos sufrir a nosotros, tomó la decisión por todos sin consultarnos primero de desconectarla, que era lo único que la mantenía con vida. Yo rechacé esa idea, pero lamentablemente no tenía voto en ello porque no era familiar de Becky, ser su novio, no tenía demasiada validez para el hospital. Y Angie siendo la única familia que tenía Becky decidió desconectarla. Deshecho de no poder hacer nada y verla que la desconectaran era mucho para mí, no iba soportar el dolor de estar perdiéndola para siempre. Así que me fui antes de que la mataran (porque eso era para mí. Para mí ella seguía viva y su hermana la iba a matar) y empaqué una pequeña maleta. Dejé el pueblo ese mismo día y me mudé al lugar del cual nunca debí salir, donde se encontraba mi empresa. Trabajaba todos los días tratando de olvidar que alguna vez tuve una vida con Becky, pero fue inútil. Sus recuerdos me golpeaban con fuerza cada noche que me iba a la cama solo. Las pesadillas comenzaron desde entonces. No metí a ninguna chica a mi cama después de Becky hasta que encontré a Leidy, quien con compartía un pasado y sabía que entendía el tipo de relación que prefería tener. Leidy sabía cada sucio secreto mío y el tipo de persona que había sido en la universidad cuando estuve con ella. Leidy conocía al antiguo Randy, ella tenía la mitad de mí; el descarado, infiel, mentiroso, engreído y arrogante Randy.  Becky poseía mi otra mitad; el fiel, romántico, sensible, sobreprotector y lo más importante. Poseía mi corazón, ese se encontraba entero y solo le pertenecía a ella. —¿Crees en el amor verdadero? —miré de reojo hacia ella, pero no vi ningún cambio. —No. La respuesta no me sorprendió. La Becky que yo conocía tampoco lo hacía hasta que nos conocimos, yo tampoco creía en ese tipo de amor y la encontré a ella. Ella era mi amor verdadero. —¿Por qué? —El amor existe de diferentes formas, pero dura lo suficiente para demostrarte que lo mejor solo es para que pase a un recuerdo no para que dure toda una vida. Cuando volví a la vida de la muerte me encontré observando lo que me rodeaba, cuando salía con mi hermana me concentraba en las parejas. Podía ver su amor del uno por el otro, se veía quién amaba más que la otra persona, pero solo logras verlo si centras toda tu energía en ello. Me vi envuelta en pensamientos que me parecieron conocidos, tal vez ya los había tenido antes de caer en coma y ¿sabes que era? —Dejó de hablar —El amor se acaba. Cuando lo tienes aprovéchalo porque su intensidad baja con cada latido de tu corazón. Puede que esté equivocada, pero cada quién es libre de pensar lo que sea del amor y ese es el mío. El amor se acaba o puede durarte todo el tiempo que vivas. Pero durante ese trayecto te puede decepcionar y dejarás de creer en él. —Becky la observadora. —Puntualicé. Ella me miró con ojos desorbitados. —¿Cómo lo sabes? —me encogí de hombros. Era un recuerdo de ella cuando la conocí en la boda. Observaba a las personas sentadas que la rodeaban. —Mi hermana me dijo lo mismo. Becky Obsdefi —sonrió ante mi ceño fruncido —es un diminutivo de “Becky la observadora de fiestas”. Me dijo que así me llamaba antes porque siempre observaba sentada. —Parece divertido. —Me gané un puño en mi hombro. —Eso dolió —me quejé en broma riendo. —Disculpa, no debí hacer eso. —Se sentía avergonzada. Sus mejillas estaban teñidas de un rojo leve de la vergüenza. —Apenas nos conocemos. —Somos amigos ¿recuerdas? Los amigos se burlan entre ellos —la vi sonreír lo cual me encantó. —¿Enserio? bueno gracias por ser mi amigo. —No hay de qué. —Habíamos llegado a su edificio. —Entonces ¿cena esta noche, amiga? —le di una sonrisa ladeada. —Claro. —Abrió la puerta de mi auto. —¿Qué te parece a las ocho? —Está perfecto. Bajó del auto y sentí que progresaba con ella. Pronto podría volver a entrar a su vida como su novio, solo tenía que ser paciente. —¿Qué te parece que te des una vuelta mañana en mi oficina? —no quería que habláramos de negocios esta noche. Así que le propuse mañana reunirnos en mi oficina. —Está bien. —Tomó de su vino y lo volvió a dejar en su lugar, su mirada se posó en mi con cordialidad. —¿Cuánto llevas en el negocio de tu familia? —Unos años. Antes solo me dedicaba a ser otra cosa, pero mantenía un ojo en la empresa. —¿Qué cosa? —su tono de voz estaba lleno de curiosidad. —Corría carreras clandestinas. —Eso es peligroso ¿por qué lo hacías? Para recuperarla tenía que decirle sobre las cosas que me dolía pronunciar y una de esas cosas era mi hermano Walter. —Por mi hermano. —Dije con un nudo en la garganta. No me familiarizaba muy bien con su pérdida porque no tendía a hablar sobre mi vida privada y solo conocía a dos personas que lo sabían; Leidy y Becky. —Él murió muy joven y su sueño era ser corredor profesional. Corría para cumplir su sueño. —Su mirada se había suavizado. Vislumbré una cortina de agua a través de sus ojos. —Cuanto lo siento. —Me encogí de hombros estaba familiarizado a la mirada de compasión de las personas, antes me enojaba, pero no podría hacerlo con ella. La primera vez que le confesé sobre mi hermano me dijo que las personas tendíamos a dar compasión a nuestros prójimos, porque era nuestra naturaleza e inevitable. Y no tendría por qué enojarme por ello. —Fue hace unos años. Tendría tu edad ahora. —Eso la hizo removerse en su asiento. —No me imagino una vida sin mi hermana. Perderla podría ser devastador, comprendo tu dolor porque también he perdido a mis padres. Aunque no recuerdo nada de ellos, y el dolor no es tan intenso, trato de recordarlos como debería hacerlo. —Lo sé. Sufriste mucho. Sus ojos se desorbitaron y entendí el efecto de mis palabras. Se suponía que no sabía nada de su vida. —Está en internet. —Me apuré a decir. —Sí, me imagino. Cenamos hablando sobre las cosas que yo sabía de ella como su color favorito, comida, música, libros. Y le dije todo de mí. —Entonces ¿dejaste la universidad? —Probé mi postre que estaba delicioso. —Había perdido el semestre durante los dos años que estuve en coma y durante el tiempo que estuve buscando la persona que era no vi interés en retomarlo. No sé qué tipo de persona soy ni por qué estudiaba psicología, no veía el caso de inscribirme otra vez, así que mejor entré más en el negocio de la familia mientras lograra encontrarme como persona. Hasta que ese día llegue, seguiré manejando los negocios de las Empresas Singer. —Se encogió de hombros. Perder la personalidad debía ser horrible. No saber quién era ni para que estaba destinado hacer en su vida. Cuál era su objetivo como ser humano. —Has estado muy callado. —Levanté mis ojos del postre. —Me encanta escuchar a las personas hablar —sonreí. Puso los ojos en blanco. —Eres muy interesante. —No lo soy. Soy rara —sonrió. —Es mejor ser rara a pertenecer del montón. —Buen punto. —Señaló —Así que, dime quién es la chica que te acosa que no ha dejado de llamarte —fruncí el ceño. Entonces caí en la cuenta de que mi celular sonaba. Leidy no había dejado de llamarme y mandarme mensajes, lo puse en silencio. —Nadie. —Eso me dice que es una chica llena de problemas. —¿Qué chica no lo es? —pregunté divertido, lo cual la hizo dar una risotada que los clientes de otras mesas se giraron para ver tanto alboroto. —¿Y qué me dices tú? ¿te gusta alguien? —pasó de estar sonriente a estar seria. No veía por qué el cambio de humor. —No, nadie. —¿Y Mark? —tenía que hacer la pregunta que me carcomía por dentro. —Mark es solo mi terapeuta. —No parecía cuando hablaste de él en la mañana que fuimos al café. Sus mejillas se tornaron rojas. —¿Qué? Para nada. Mark es un buen hombre, pero no es mi tipo. —Sentí un alivio al escucharla decir esas palabras. —¿Y quién es tu tipo? —subió un hombro desnudo y lo dejó caer. —No sabría decirte. Tampoco sé eso de mi vida, algo tan simple se me escapa de las manos. —Su mirada cayó en su postre y vi cómo le entristecía ello. —El hombre correcto aparece ante ti cuando menos lo esperas y cuando eso pase tu corazón lo reconocerá. Tu respiración se verá inestable y tus piernas fallaran cuando esté cerca de ti, tu estomago hará cosas raras como retorciéndose cuando roce una parte de ti. —Ahora sus ojos azules me miraban perpleja. —Entonces el estereotipo que tu cabeza hizo para ti como hombre perfecto desaparecerá, porque no será ni nada de cerca como lo esperabas, será todo lo contrario. Las mejores cosas son aquellas que no están planeadas en nuestra vida y enamorarte de la persona que creía que no era para nada tu tipo son esas. —Todo eso le había dicho serio. Eran mis pensamientos y corazón abierto hacia ella. Vi en su mirada azul que se endulzaba y solo por un momento creí que me había recordado, pero pasó tan rápido que creo fue un juego de mi mente. —Tienes razón. —Siempre la tengo —me ensanché una sonrisa arrogante. —Y aquí viene el Randy arrogante —bromeó con una sonrisa. —No sé cómo puedo ser tan natural contigo, me siento libre de hacer y decir lo que quiera. Es tan liberador. —Puede que nos hayamos conocido en otra vida. —Puede que tu fueras el mago que me engatusaba ante tus falsedades de magia —me siguió. —Y tú la gitana que me hechizaba con esos ojos azules —sus mejillas se tornaron rojas. —Y tu cabello n***o como la noche me llamaba a reunirme contigo en la oscuridad. Mientras tus caderas se burlaban de mis palpitaciones. Se removió en el asiento. —Un mago y una gitana. Que buenos somos en inventar historias —ríe nerviosamente. —Puede que fuéramos ellos —la aliento. Sonrió. —¿Crees en la reencarnación? —se ve interesada en el tema. —No. —Respondo. Nadie podría volver a la vida otra vez. Cuando morías te ibas al infierno o al cielo era la ley de la vida y tampoco era de las personas que creían en un Dios, respetaba la religión, pero no creía en ello. Cada uno forja su camino en la vida y no siempre obtienes ayuda, sufres por tus decisiones y mueres por tus pecados.  —¿Tu? —Creo que sí. Cuando desperté en el hospital me sentía diferente, era como si estuviera en el cuerpo y vida de otra persona, entonces creí en la reencarnación ¿Qué sí yo era una empresaria antes o escritora? Becky tenía una vida, sabía lo que quería hacer, estudiaba psicología lo eligió por algo, tal vez fue por la muerte de sus padres no lo sé de seguro ella tenía un novio. Tenía metas, tenía un propósito en su vida, yo no. No sé quién soy. —Sus ojos se volvieron cristalinos y apretó sus labios para evitar escapar un sollozo. —Discúlpame, iré al baño. —Se levantó de su asiento retirándose. Mi corazón estaba siendo aplastado en este momento, no podía soportar ese sufrimiento en ella. Pedí la cuenta al mesero. Cuando ella regresó se veían tan miserable. —No me siento bien ¿Podemos irnos? —Claro. Evitaba mirarme. —No te sientas avergonzada. —Dije una vez fuera del restaurante. —Nunca me había pasado esto delante de una persona, siempre tenía a luchar con mi interior desconocido sola —eso me dolió. —No tienes por qué hacerlo sola, estoy contigo. —Tomé sus manos y las llevé a mis labios depositando un suave beso sin perder su mirada —Llámame cuando me necesites, siempre estaré para ti. —¿Por qué eres tan gentil y bondadoso conmigo? —quería respuestas. —Es como si me conocieras, como si supieras hasta mi más sucio secreto de mí. Lo sabía. —Randy ¿Quién eres? La persona que daría su vida por ti. —¿Me conoces? Más que tú. —Responde. —Había urgencia en su voz. —Me caes bien. Hay algo entre nosotros que es diferente, somos personas adultas que comparten una amistad poderosa, solo quiero ayudarte. —Hice una pausa —además te había dicho que te pareces mucho a mi novia. —De seguro es eso. Disculpa, estoy algo paranoica, veo cosas donde no las hay –me dio una sonrisa nerviosa. No estaba paranoica, pero necesitaba que ella recordara por sí sola, no podría decirle lo nuestro. Le causaría una crisis y no quería eso para ella o la alejaría de mí. Ella sabría cuando recordar, porque era la única que se lo impedía a sí misma. Manejamos a su hotel en silencio. —Gracias por lo de ésta noche. —No hay de qué. —Le sonreí. —Mañana pasará mi chofer a recogerte a las nueve —abrió la boca para discutir, pero le puse mi dedo índice para silenciarla. —No discutas, quiero que estés bien. —Un atisbo de sonrisa apareció en ella. —Gracias. Se dio vuelta y caminó dentro del hotel moviendo sus caderas. Deleitándome con su trasero redondo bien formado para mí. Negué con la cabeza riéndome de mi mismo queriendo un pedazo de ella y llevarla a la cama todas las noches. La quería para siempre para mí, pero primero tenía que acercarme a ella como amigo, si la asustaba se perdería todo, la perdería a ella y no estaba dispuesto a ceder ante ello. Perderla no era opción. Tenerla era una promesa. Mi mente y mi cuerpo querían tenerla ya en mi oficina, solo faltaban unos minutos para que estuviera aquí, ya había dado la indicación de que fueran a recogerla a su hotel. —Señor, la Srita. Singer se encuentra aquí —sonreí. —Hágala pasar. Becky entró en una falda lápiz negra hasta su rodilla con una blusa azul como sus ojos, su cabello n***o reposaba en su hombro con brillo, llevaba unos tacones de aguja que hicieron que cayera de rodillas. Ella era un ángel de la oscuridad emergiendo para castigarme, una sonrisa de color rojo se extendió en su rostro y en ese momento morí. —Buenos días Sr. Kinney —extendió una mano para saludarme. —Te dije que me llamaras Randy —le di un suave apretón a su mano en respuesta. —Estamos en su empresa y estamos hablando de negocios. —Tú lo has dicho, es mi empresa y prefiero que te dirijas a mí con mi nombre —sonreí. —Siendo tan persuasivo ¿No? —me encogí de hombros. —Pero prefiero la formalidad. —Como gustes, Becky. —Sus ojos se fijaron en mis labios y luego subió la mirada a mis ojos se dio cuenta que la caché en la jugada, una sonrisa nerviosa y sus mejillas se tiñeron de rojo. —Así que quieres que descontemos a tu empresa el 20% del precio normal del licor que mi empresa les está vendiendo ¿Cómo quieres que lo haga? Mi empresa no está de acuerdo con ello, les ofrece el 10 % de descuento no más, hablé con la junta directiva y con mi asesor financiero y es lo más que le podemos dar ¿Qué dice? —Su cuerpo se endereza y en sus ojos veo una decisión tan segura de sí misma que antes no había visto en ella. —Las empresas Singer son nuevas en el mercado y lo que queremos es ampliar nuestro panorama y hacer negocios con las empresas más reconocidas, sé que no quiere que sea el 20% porque somos nuevas en el negocio, pero al darnos este descuento estaría no solo afiliándose con nosotros también sería uno de los inversionistas a nuestra empresa, podría tener un rango. Por ello quisiéramos que sea el 20% y así su empresa y la nuestra podría crear una nueva marca, es decir, un vodka con ambos nombres ¿Qué le parece? —Eso es bueno. Al tener un contrato con las Empresas Singer creando un nuevo vodka con ambas empresas sería un gran éxito en el mercado. —Nuestra empresa y marca es reconocida internacionalmente, la de usted empieza en el mercado me estaría arriesgando mucho ya que los consumidores desconocen su marca, pero podría traerle beneficio a la mía —sonreí —Hagámoslo. Creo que a nuestros consumidores les gustará esta nueva versión que haremos, déjame hablar con marketing para saber la nueva etiqueta que tendremos y también hablaré con mi asesor financiero para hacerle saber sobre el contrato. Sus labios se extienden en una sonrisa, pero se borra al momento que la puerta se abre y deja ver a una chica llorosa a mi oficina. Mierda. —Randy —lloriquea caminando hacia mí. Miro a Becky quien está observando a Leidy con expectación. —Leidy ¿Qué haces aquí? —siseo. —Te he estado llamando y no me devuelves las llamadas, ya te pedí perdón. Perdóname —Está tan cerca que pone sus brazos en mi cuello, cuando me levanto de mi silla, Becky hace lo mismo. Mierda. Se va a ir y no puedo permitirlo no quiero que se lleve la imagen de que tengo novia, porque desde ahora ya no la tengo. Tengo que deshacerme de Leidy. Sí, soy un cabrón. —Creo que me retiraré para que hablen, con permiso. Fue un placer Sr. Kinney —Leidy se gira hacia ella al parecer no se había percatado de Becky. —¿Quién es ella? —su tono es amenazador —¿Es ella? —no puedo dejar que sepa sobre ella, echaría a perder mis planes. —Leidy. Por favor vete, estoy en una junta de negocios ahora —la aparto de mi lado. —No te vayas, por favor. —Le pido a Becky. —Creo que es un mal momento para seguir hablando de negocios. —Camina hacia la puerta. —Creo que es lo mejor —ataca Leidy. La fulmino con la mirada. Intento zafarme de Leidy sin hacerle daño, pero no lo logro, ella me tiene muy abrazado y en una escena comprometedora. Becky abre la puerta y con una última mirada se va de mi oficina. La he perdido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD