“Si te dan miedo los monstruos, espera a ver una persona con dos caras”.
~David Sant.
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Yo me acerqué a Been, —¿No crees que hay algo raro aquí? —pregunté en voz baja,
—No digas nada, escucha, deberías de venir a nuestro club, créeme te resultará fascinante, desde que te vi, supe que eras una de los míos.
‘¿Una de los míos?’, ¿Qué quería decir exactamente con eso?.
Mis clases continuaron igual que el día anterior, me resultaba difícil sentirme interesada, también me sentía un poco popular, pues todos me saludaban, me sonreían y querían hablarme, ¿Por qué?, no tenía ni la mas mínima idea.
En unos días tal vez se les pasaría, pero por ahora, me estaba robando la atención, y a alguien no parecía gustarle, ese alguien se llamaba Ashley, era una chica rubia, delgada, extremadamente superficial, siempre usaba ropa súper diminuta y si, era una perra con todas sus letras.
Me la había topado en el baño e hizo un comentario el cual no me importó, e ignoré, pero ese mismo día a la hora de la salida, dijo algo como: —Es una zorra, se acuesta con el director .
Por supuesto, volví a ignorarla, pero por dentro quería ir a enfrentarla, aunque sabía que no debía de meterme en problemas, esa misma tarde salí de casa de mi tía, y fui al lugar al que Been me dijo que fuera, era una casa que estaba a dos cuadras de la mía, la casa era de uno de los amigos de Been, y ahí era donde tenían su “club”.
Me sentí algo extraña por juntarme con unos adolescentes de 17 años pero, algo me decía que aquello sería interesante, y además en este lugar no había mucho que hacer, o ver.
—Pasa, pasa— dijo Been y sonrió cuando me recibió, yo entre a una habitación, estaba decorada con posters de películas de terror de los 80’s, había dos sofás viejos y dos chicos sentados en él.
—Hola, yo soy Marlo— dijo un chico moreno de anteojos grandes, se acercó y me extendió su mano, yo la estreché y él suspiró muy feliz.
—Soy Lucy.
—Si, lo sé, todos en este pueblo hablan de ti, eres la noticia del momento — dijo Marlo, yo tiré de mi mano con cuidado, y él por fin la soltó.
—Disculpa a mi amigo, está enamorado de ti, yo soy Zac— dijo el otro muchacho, él parecía un poco mas desinteresado, vestía de n***o y tenía más personalidad.
—¡Oye! —lo reprimió Marlo y le lanzó una mirada fulminante.
—Bueno, bueno, si ya terminaron, empezamos — dijo Been y apagó las luces, todo se iluminó por un proyector que tenían.
Yo seguí a Zac y me senté junto a él, y Marlo se sentó en el otro sofá.
—Bueno, está noche, vamos a hablar sobre…vampiros — dijo Been, —¿Qué saben de vampiros?.
—Qué le tienen miedo al sol— respondió Zac.
—Hay que matarlos con estacas —añadió Marlo.
Todos me miraron esperando mi respuesta. —Le tienen miedo… a las cruces.
—Si, así es, todo lo que dicen es cierto, bueno, al menos es lo que se nos ha hecho creer, ¿Pero es verdad?, ¿Todo eso funciona en un vampiro?.
Been puso una imagen en donde salió uno de los profesores de la escuela, no sabía su nombre pero lo había visto salir de la oficina del director.
—¿Quién es él? —pregunté con curiosidad.
—Él es el profesor, Emmanuel, lo hemos estado observando, creemos que él es un vampiro.
Yo traté de no reírme, —¿Por qué lo creen? — Pregunté.
Been miró a Marlo y asintió.
—Yo lo vi…, hace algunas semanas atrás, me sentía mareado, así que mi maestra me mandó a enfermería, el doctor no estaba, así que me acosté en la única cama que tienen, cerré los ojos y cuando los abrí miré que el profesor Emmanuel estaba oliendo una gasa con sangre.
—Pudo haber sido suya— mencioné tratando de encontrar una respuesta lógica.
—Si, ¿Pero por que olerla?.
—No lo sé, algunas personas se huelen así mismas, es… un instinto.
—Esta mañana me dijiste que había algo raro, y lo hay, los maestros son muy extraños, ¿Sabías que todos viven en la casa que está a lado de la tuya?.
—¿Qué?.
—¿Tu tía no te lo dijo? —preguntó Zac.
—No, creí que solo el director vivía ahí, dijo que viví alguien más, pero…
—La mayoría de los maestros viven ahí, sólo dos no viven en ese lugar y son los más normales, la señorita Betts y el profesor de lectura, el señor French.
—Pero yo no he visto a nadie en esa casa— Mencioné.
—Vez, eso es lo raro, y a nadie excepto a nosotros les importa, todos los ven como héroes por que vinieron a salvar este pueblo de la quiebra, pero… ¿Qué son realmente?.
Yo sentí un escalofrío y miré mi reloj, pronto se iba a oscurecer, aún recordaba lo que me dijo Alexander, sobre no salir de noche.
—Pero ellos salen aún cuando hay sol — mencioné.
—Si, es por eso que nuestras teorías de lo que le molesta a un vampiro, tal vez no son reales, el ajo, las estacas, todo eso, pero la sangre, ¿Qué significa para ellos?.
—Creo que solo estamos sugestionándonos, de todos modos, no deberíamos de hablar de esto — dije y me puse de pie.
—No te preocupes, nada de lo que hablamos aquí sale al exterior, pero ya que vives a lado de ellos, deberías de investigar, vigilarlos —dijo Been.
—Lo voy a pensar— Dije sin darles una negativa, en realidad no quería meterme en problemas por acosar a alguien, pero si me llamaba la atención saber que escondían.
—¿Ya te vas?—Preguntó Marlo.
—Si, no quiero preocupar a mi tía, así que me voy, vayan a casa con cuidado —dije y me despedí.
Salí de aquella casa y miré que el cielo ya estaba oscuro, traté de no pensar en eso y solo caminé, la casa no estaba tan lejos de cualquier modo, mientras caminaba me sentía observada, era una sensación extraña, pero no tenía miedo, más bien tenía curiosidad.
Me detuve en seco cuando miré el auto de Alexander estacionado en la calle, parecía que recién había llegado, pues las luces en la parte trasera se habían apagado, iba a esconderme pero miré que una mujer salió de aquel auto, no tenía una piel blanca pálida, como ellos, de echo aquella mujer se veía muy…, normal, vestía muy sensual, como si estuviera en una cita con aquel hombre, él bajó del auto y yo retrocedí unos pasos, aunque estaba muy lejos, no había necesidad de huir.
Una brisa golpeó mi espalda y Alexander, quién mantenía la vista al frente alzó la cara, como si aquella brisa que llegó hasta él, le susurrar algo al oído, de inmediato se giró hacía a mí y me miró, sus ojos brillaban de un modo único, y extraño, sentí miedo, lo admito.
La mujer le dijo algo, y él asintió, la volteo a ver y le dio un beso en los labios, sus labios se movieron, pero no supe que decía, estaba demasiado lejos como para lograr escucharlo.
Solo tenía que esperar a que entraran, para poder seguir mi camino, para mi mala suerte solo la mujer entró a aquella enorme casa, Alexander se giró de nuevo hacia a mí, y se recargó en su auto.
¿Estaba esperándome?, “Mierda”, no parecía que se fuera a mover, me armé de valor y caminé a paso lento, solo tenia que ignorarlo, apenas llegué hasta él, él se interpuso en mi camino.
—¿No te dije que no salieras de noche?.
—Aun no es de noche, faltan tres minutos, así que adiós, buenas noches—Dije y traté de pasarlo, pero él me sujetó del brazo.
—¿Con quien estabas?.
—¿Por qué tendría que darle explicaciones a usted?.
Alexander sonrió y respiró hondo, —Ya veo, Been, Zac… y…, Marlo.
‘¿Cómo lo supo?’.
—No lo entretengo más, vaya con su cita—dije y tomé su mano, la cual estaba muy fría, lo alejé de mi, y continúe mi camino, no se que pasaba con ese hombre, de echo, no se que pasaba conmigo.
Por fin entre a la casa y respiré aliviada.
—¿Qué tal estuvo la fiesta con tus amigos? —preguntó mi tía mientras miraba el único canal de televisión que transmitían en aquel lugar.
—No fue una fiesta…, más bien fue una reunión—respondí y me senté junto a ella.
—Tu padre llamó, dijo que tu madre llegó bien, me pidieron que te cuidara mucho.
—Gracias, que bueno que ella llegó bien, me tenía un poco preocupada.
—Si, ellos te quieren mucho, no me contaron que fue lo que pasó, pero… estoy segura que no fue tu culpa, y ellos también lo saben.
—Solo fue una tontería tía, los voy a llamar.
—No te molestes, la recepción es mala, pero si quieres intentar, hazlo desde el jardín trasero, no se por que la recepción es mejor ahí.
—Esta bien…, tía… ¿Qué hay con el vecino, el señor Alexander?.
—¿Qué quieres decir?.
—Me refiero a que, es un poco extraño, ¿No lo crees?.
—Si, supongo que todos los ricos lo son, hasta donde se, es un viudo con una fortuna inmensa, no tiene preocupaciones en esta vida, así que solo se divierte, no le tomes tanta importancia.
—Okey— dije y suspiré, subí a mi habitación y me quité el abrigo, me quité el suéter y me quité los tenis, ‘Deja de indagar cosas tontas’.
Puse música en mi laptop y me senté en el pequeño escritorio, ya que las clases que me daban estaban muy atrasadas decidí estudiar por mi cuenta, mientras lo hacía miré algo de reojo.
Mi vista fue hacia la ventana, mi tía había comprado y puesto cortinas, pero no estaban cerradas por completo, había una pequeña abertura, y en la casa de a lado había movimiento, fui a apagar la luz, y me acerqué a la ventana con cautela, no quería ser descubierta.
Me asomé con cuidado y pude ver lo que ocurría, era el señor Alexander sin camisa, sentí el calor en todo mi cuerpo al verlo semidesnudo, pero no estaba solo, estaba con la mujer de hacía un rato, aquella mujer estaba solo en ropa interior, ellos iban a tener s*x*o, de pronto Alexander miró hacia a mí y yo me escondí y me tapé la boca para evitar gritar.
Él no me había visto, estaba segura de eso, decidí dejar de chismosear y me acosté en mi cama, ‘Rayos’, sentía mi corazón acelerado.
Esa noche, de nuevo tuve pesadillas, aunque esta vez soñaba que tenía intimidad con Alexander, en mi piel podía sentir sus manos, los besos que dejaba en mi cuello y de pronto se transformaba en un monstruo y me mordía el cuello sin piedad, desperté sudando y con la respiración agitada, todo fue por el maldito club de Been, el maldito Alexander y este pueblo tan raro.
Fui a lavarme la cara y me miré al espejo, ‘No te vuelvas loca Lucy’.
Tomé una larga y relajante ducha y me alisté para ir a la escuela, hoy mi tía usaba un vestido rojo con un estampado dorado, una banda en la cabeza de color rojo, y joyería muy extravagante.
Desayunamos y le ayudé a lavar los platos y limpiar la cocina.
—Que tengas lindo día —dijo mi tía antes de que yo saliera.
De nuevo miré la bicicleta, ¿Que debía de hacer con ella?, la tomé y la llevé de nuevo hasta la panadería, compré dos pastelitos y dos leches, y la dejé ahí, esta vez caminé a paso rápido, no quería tener encuentros raros, llegué a la escuela y me topé con Been, tal y como el día anterior le di un pastelito y una de las leches.
—Oh genial, algo bueno debo de estar haciendo— dijo él y sonrió.
—Buenos días—dijo Zac mientras se acercaba a nosotros, bostezó y se recargó en mi hombro, —No dormí bien.
—Ya somos dos —comenté.
—Oye lucy, ¿Qué honda con Ashley? —preguntó Marlo mientras se acercaba.
—¿Qué honda con qué? —pregunté.
—Pues, esta corriendo el rumor de que tu y el director…
—Esta loca—dije rápidamente.
—No le hagas caso, solo quiere llamar la atención —dijo Zac, —Te has vuelto la más popular y eso le molesta.
—Después hablaré con ella.
—¿Señorita West?.
Todos volteamos y miramos a un hombre de cabello oscuro y de piel blanca, de ojos grises y de una belleza deslumbrante.
—Si, soy yo—Respondí.
—Soy el doctor Arles, estaba revisando mis expedientes y aun no tengo uno tuyo, cuando tengas tiempo ven a la enfermería para hacerte uno.
—Si, por supuesto, iré después de clases.
—Muy bien, entonces te esperaré —dijo aquel hombre y continuó su camino,.
—¿Están listos para el campamento? —preguntó Marlo un poco emocionado.
—Odio ese campamento, la última vez pusieron el copulatorio a lado de mi casa de campaña, durante toda la noche no escuché más que gemidos y aullidos, fue horrible —dijo Zac y se sobó la cabeza.
—Esta vez puedes quedarte conmigo Lucy, si quieres, mi casa de campaña es para cuatro personas, así que, no estaremos amontonados ni nada—dijo Been y sonrió.
—Olvídalo, los universitarios no duermen con nosotros, no le hagas caso Lucy, ustedes dormirán en una cabaña.
—Aún no se si iré, no me gusta estar al aire libre, es…
Yo miré que el auto del director llegó y de inmediato sentí que el corazón me latía muy rápido, —Ya me voy, tengo que llegar a tiempo a mi clase, nos vemos luego —dije y entré lo más rápido que pude al edificio, no quería toparme con el señor Alexander.
Por ir con prisas, choqué con alguien, era el chico de la otra vez, el que golpeó a Been en la cabeza.
—Lo lamento—me disculpé, creí que él se molestaría, pero fue todo lo contrario.
—Tranquila, no fue nada, tengo músculos fuertes— dijo aquel chico y sonrió, —La última vez no me presenté como es debido, soy Mark.
—Genial.
—Estas en Derecho, ¿Verdad?.
—Si, así es.
—Yo estoy estudiando Administración de empresas.
—Oh, eres universitario.
—Si, de primer año, bueno, oye este sábado, habrá una fiesta en mi casa, es mi cumpleaños, estás invitada por supuesto— dijo Mark y sacó una pluma y un papel, —Esta es mi dirección, pero si quieres que vaya por ti, solo dímelo e iré a tu casa, ya se donde vives, mi padre me prestará su auto.
—Si… gracias, lo pensaré.
—De acuerdo, nos vemos entonces.
Las clases transcurrieron con normalidad, fui a la biblioteca para estudiar un poco, estaba en eso cuando recordé que tenía que ir con el doctor, tomé el libro y accidentalmente el filo de una de las hojas cortó un poco mi dedo índice, una gota de sangre salió de mi piel, yo solo sacudí mi mano y me apresuré a ir a la enfermería.
Toqué a la puerta y escuché un —Adelante—, cuando entre me sentí como un conejo cayendo en una vil trampa, ahí estaba el director, él señor Alexander, con su increíble porte y su elegante traje.
—Vendré después, veo que está ocupado—dije.
—No, tranquila, pasa por favor, le decía al señor Galloway, que ya tengo que irme, saldré y no volveré hasta el Lunes, así que él te hará el expediente, son solo preguntas médicas rutinarias.
—Genial—murmuré con sarcasmo.
—Ve tranquilo, nadie se quebrará un brazo en tu ausencia, espero— dijo Alexander mientras me miraba detenidamente.
—Esta bien, me voy, no olvides lo que te dije—dijo el doctor y tomó su abrigo.
—No te preocupes, lo recuerdo todo el tiempo.
—Bien, nos vemos luego.
Yo solo sonreí y miré como aquel hombre salía y cerraba la puerta, de nuevo me quedaba sola con aquel tipo, se puso de pie y caminó hacia a mi, yo me puse rígida al tenerlo tan cerca, él tomó mi mano y miró mi dedo, tenía un poco de sangre seca en donde me había cortado y de pronto él…