Nora despertó sintiéndose mucho mejor, ya no le dolía tanto la cabeza, sin duda aquel sueño había sido reparador, se levantó de la cama y se talló los ojos, fue al baño a lavarse y salió de su habitación solo para encontrarse con Hans. —Hola, ¿Cómo te sientes?. —Mejor —respondió Nora. —Ven, te serviré de comer. —¿De verdad cocinaste?—preguntó ella muy sorprendida. —Si, te dije que lo haría ¿No?. Nora se sentó en la mesa y miró al guapo hombre servirle algo en un plato, unos instantes después ya tenía un delicioso caldo de pollo frente a ella. —¿De verdad lo hiciste tu, o lo compraste?. Hans no pudo evitar reírse, —¿En serio dudas tanto de mi?. —Haciendo todo esto casi siento que me agradas— comentó ella. —Entonces lo estoy haciendo bien, ahora por favor come. La comida