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2036 Words

A la mañana siguiente, cuando se despertó, estaba sola en la cama. Le dolía un poco la cabeza y los oídos le pitaban de tal manera que el sonido se le hacía insoportable. No entendía por qué ya no había bebido tanto ni la música estaba tan fuerte para que aparecieran esos pitidos. Se tapó los oídos con los dedos mientras se levantaba de la cama y salía de la habitación. Caminó por toda la casa de alguien pero parecía que se encontraba sola. Pero de pronto, maldijo en alto cuando el sonido del timbre hizo acto de presencia. Abrió la puerta y se sorprendió al ver que se trataba de un hombre con un maletín y una carpeta en las manos. — Una citación del Juzgado – anunció el hombre. — Creo que se ha equivocado – dijo Kaia una mano en la sien. — ¿Esta es la casa de Stefan Schmidt? – pre

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