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2422 Words

Federica y Kaia subieron hasta la última planta donde se encontraba la cafetería. Se sentaron en una mesa, cerca de la gran cristalera y la mujer castaña trajo dos refrescos, uno para cada una. Sin poder remediarlo, Kaia se sentía incómoda pero no quería decírselo a la mujer que tenía enfrente. El balbuceo de los trillizos llamó su atención. Eran tres niños preciosos, como los padres y estaban para comérselos con esas mejillas regordetas. Haciendo cálculos, los bebés no pasarían del año y medio de edad. Sin saber que decir, Kaia le dio un trago a su refresco y resopló. —Mi hermano me dijo que Joanne se parece mucho a ti – comentó Federica, haciendo que su acompañante mirase–. Escúchame, Kaia. Es cierto que mi hermano es… – se echó un poco hacia adelante–, … mafioso… – dijo en voz ba

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