Los días pasaba uno tras otro, León había vuelto a ver a Bethany, pero ella se dedicaba a explicarle cosas relativas a sus clases de lectura y escritura, además de sucesos de cultura general muy básicos, sin embargo, no era capaz de mirarlo a la cara sin sentirse avergonzada. Ella lo evitaba y aunque en un principio el trato de hacer algunos movimientos, Bethany era muy difícil de persuadir. Ignoraba todas sus palabras, en especial las que fueran halagos y solo se limitaba a responder las que eran sobre lo que le enseñaba. León comenzó a sentirse confundido en un principio, porque no entendía ese cambio tan radical, sin embargo, el olor de ella, en especial el que emitía cuando por alguna razón sus manos chocaban, la delataba. “¿Me quiere o no me quiere?” se preguntaba, “Pero huele a que