Capítulo Doce: Bajo mi pie.

1868 Words
Después de que "Dmitry" me llevara a la oficina personal de Andrés, salió por una botella de agua, yo estaba aún procesando todo lo ocurrido. ¿Qué carajo hace él aquí? ¿Esta encubierto como yo? ¿O esta del otro lado del asunto? La puerta se abre y entra con la botella de agua y la mujer que me ayudó en el mini bar. —Aquí tienes. Bebe para refrescarte un poco. –pide él sin expresión. —Conserva tu maldita botella, no quiero mis áreas contaminadas con basura. –señala con tono mandón. —Esta bien. Ambos salen del lugar y cubro mi rostro con mis manos. —¿Estás bien, Khatia? –escucho preguntar a Jonny por el micrófono, susurro muy despacio un "si"–. Bien, te veré abajo en un rato. La puerta se vuelve a abrir y Andrés entra con furia en su rostro, pone sus ojos en mi y su ceño fruncido se relaja. Camina hasta el sofá donde me encuentro y se pone de rodillas frente a mi. —Mi bella Nat. ¿Estás bien? Lamento que hayas visto esa escena tan innecesaria en tu primer día. Alejandro puede ser muy explosivo. —Estoy bien, yo solo me impacté en el momento pero no pasa nada. —Ay por dios, eres tan valiente, ven acá. Andrés se sienta en el sofá y me pide que me suba a su regazo, hago lo que me pide sin objetar, cuando me tiene abrazada a su cuerpo, acaricia la piel desnuda de mi espalda, su caricia me hela, me hace sentir algo extraño y me da miedo no poder descifrar que es. —No dejaré que vuelvas a ver algo como esto, te lo prometo. —¿Por qué? –me atrevo a preguntar pero me retracto al instante –, lo siento Andrés, no quise ser indiscreta. –aseguro con toda la inocencia posible. Andrés toma mi cara entre sus manos y fija sus ojos en mi y yo en él sin alternativa. —Tú jamás serias indiscreta, tú puedes preguntarme, puedes hablarme, soy tuyo desde que entraste por la maldita puerta de la oficina Nat y yo espero que algún día también puedas ser mía. »A mi nada me costaría tomarte aquí y ahora o en cualquier momento y lugar, por que siendo honestos me perteneces ya, pero mi madre me enseñó a valorar a una mujer y es una regla que no estoy dispuesto a romper, no contigo. —¿Es... Igual con todas? —No, Megan estuvo a mi lado hasta ayer, pero ella es una mujer de moral ligera, a ella ni siquiera la puedo ver con respeto, es una puta más que quiere sacar beneficios de mi parte. Siento la furia arder dentro de mi. ¿Cómo se le ocurre hablar así de una mujer? Su madre estaría muy decepcionada de saber que su pequeño imbécil es un patán. —Quizás lo hacen por otra cosa, Andrés. –hablo bajito, apenas audible. —¿Qué otra cosa buscarían ese tipo de mujeres Nat? —Amor tal vez. Él ríe de manera ronca haciéndome estremecer, acaricia mi cara y baja su dedo hasta mis labios. —Eres tan dulce e inocente, ¿dónde quedó la Nat atrevida de hace rato? —Suele esconderse cuando se siente nerviosa. Me asusté mucho cuando sucedió todo lo de hace un momento. —Bueno, cuando este lista traela de vuelta, ¿si? Así como te tengo ahorita de inocente y tierna me gustas, pero la Nat atrevida me pone a hervir la sangre. ¿Si sabes a lo que me refiero, verdad? Asiento sin querer hablar pues sus labios están tan cerca de los míos que temo rozarlos. Andrés sube su mano por mi pierna y acaricia mi piel, me retuerzo incómoda pero al parecer él lo ve de otra manera. —¿Te gusta que te toque así, Nat? Trago saliva con fuerza y asiento. Es obvio que no, no quiero que me toque, siento miedo y un no sé qué que me pone mal, quizás es por que Marco Bianchi nunca abandona mi mente. —Me encantaría tenerte bajo mi cuerpo o sobre el no importa, admirando como suben y bajan tus senos, viendo tu cara de placer, tocando el punto más sensible de tu anatomía. Besando tus labios, lamiendo tu centro, empapandome de tu sabor. Andrés esconde su cara entre mi cuello y comienza a besarlo, estoy haciendo un esfuerzo enorme para no salir de aquí, veo como Dmitry se detiene en la puerta que está abierta y con la pura mirada le pido que haga algo, él cierra un poco la puerta y llama haciendo que Andrés se separe de mi. —Eres deliciosa. –asegura lamiendo sus labios–, pasa. —Señor, ya está todo listo. –anuncia Dmitry y Andrés asiente. —Gracias Dmitry, por favor llama a Rose y dile que quiero que mande a traer a Elisa, la hermana de Nat y ambas se vayan a casa esta noche. Ha sido duro para mi muñequita de ojos cafés. —Por supuesto señor. Dmitry sale y Andrés me mira como si estuviese viendo la cosa más preciada que tiene. —Quiero que descanses hoy todo lo que puedas, mañana estaré aquí a las cuatro de la tarde, tú y Elisa deben estar aquí quince minutos antes para que se preparen, tú y yo saldremos del club. Por segunda vez en la noche el alma abandona mi maldito cuerpo. ¿Salir del club él y yo solos? No es una idea tan buena para mi y seguramente él lo nota, así que solo niega con la cabeza y ríe. —No voy a comerte, solo quiero que te familiarices con todos, después de todo tú estarás a mi lado a partir de hoy linda, y posiblemente en un futuro no muy lejano seas la señora de Villarroel. Así que es mejor que aprendas a la brevedad todo acerca de mi. —¿No tienes miedo de mostrarme? —¿Miedo de ti? No lo creo, pareces un cachorro asustado justo ahora, sé que serias incapaz de hacerme mal, tengo toda tu información, el nombre de tus padres, tu hermana trabaja para mi, incluso el paradero de tus abuelos esta en mis archivos, una chica de Florida no se puede esconder de mi, tú no representas un peligro en absoluto y es por eso que mañana sabrás quien es Andrés Villarroel. Respiro tranquila, pues seguramente los datos que tiene son falsos. —¿De verdad confías en mi? Me siento muy feliz y honrada por eso. –aseguro y hago un puchero como muchas veces se los hice a Nikolai. —Oh no, no te pongas así. ¿Qué dije mal? —Nunca signifique tanto para alguien, Andrés, y ahora llegó a ti y tú piensas en hacerme parte de tu vida con todas esas cosas lindas y pues me siento feliz. Él me atrae a su pecho y me acaricia mientras me dice palabras como "conmigo estarás feliz siempre" "te haré sentir especial" "nunca te va a faltar nada muñequita" yo solo puedo sonreír internamente, como este imbécil siga flanqueado así por mi, estará bajo mi pie antes de lo que me imaginé. Rose llega sin anunciarse con Jess, ella abre los ojos con pánico contenido. —Aquí está su pedido señor Villarroel, el taxi ya las espera. Andrés se separa de mi y me ayuda a levantarme, saca un montón de billetes de su billetera y me los da. —Podrías comprarte un vestido un poco menos revelador para mañana. Digo, ese es super sexy para estar aquí, pero mañana quiero que te vean como lo que pronto serás, una señora, mi esposa. Tomo el dinero y beso su mejilla, él sonríe satisfecho. —Gracias Andrés, lo haré. —Y comprate un par de pendientes nuevos, esos no me gustan. —Por supuesto. Tomo la botella de agua que Dmitry me trajo y salgo de la oficina, Jess va a mi lado en silencio. —Tienes que acostumbrarte a ver hombres morir Natalia, es el pan de cada día con Andrés. –señala Rose. —Trataré de estar preparada. —Esa botella de agua es carisma, deberías conservarla. Asiento un poco extrañada pero lo dejo pasar. Una vez que estuvimos afuera subimos al taxi. Arrancamos y en cuanto avanzamos unas cuadras Jess empieza a bombardearme con preguntas —¿Qué diablos sucedió Khatia? —El hermano de Andrés mató a un hombre frente a mi. —¿Qué dices? —Alejandro mató a un maldito alemán solo por que le dijo adicto de mierda. —¿Conociste a su hermano? —No sólo eso, me presentó a todos o por lo menos a una parte de sus socios, un chino, un español, un británico, un ruso, el alemán muerto, un italiano. —¿Bianchi estaba ahí? –cuestiona perpleja. —¡No Jess! Era otro italiano. —¿Qué es eso de que mañana iras a conocer gente con él? —Pues eso, quiere que sepa quien es en realidad. —Debemos informarle a Mónica. –asegura el taxista. —¿Tú puedes hacerlo? —Sí, me comunicaré con ella y le diré la situación. Haremos que estés segura inspectora. —Gracias. —No quiero que vayas sola Khatia. –asegura mi compañera. —Algún día tenía que pasar Jess, y es mejor que sea lo antes posible. No quiero perder el avance que logré. —Solo cuidate Khatia, por favor. —No te preocupes, lo haré. Seguimos en camino hasta la que es nuestra casa, Jonny no vendrá hasta tarde así que estaremos solas. Una vez que él taxista nos dejó en casa a salvo, entramos y lo primero que hago es entrar a mi habitación y quitarme la ropa, me meto directamente a la ducha, me siento sucia, incómoda, ahora solo quiero dormir. Visualizo la botella de agua que dejé en la cama, la tomo y siento algo extraño en la etiqueta, la despego de la botella y me encuentro con un papel pegado en ella. La despego y la desdoblo con precaución. “Mañana podemos vernos en el centro comercial que está en la calle principal, llevaré un intermediario y responderé a las preguntas que seguramente tienes que hacerme y espero que respondas las que tengo para ti" Kozlov. ¿A qué diablos esta jugando este maldito ruso? —¿Jonny, puedes oírme? —Sí inspectora, que ocurre. —¿Puedes ponerle un micrófono y una cámara a unos nuevos pendientes? —Sí, claro. Ese es mi trabajo. —Mañana debo salir a comprar unos, iré sola al centro comercial. —No sé qué planeas Khatia, pero ve con cuidado. —Lo haré, lo prometo. Rompo la nota en pedazos y luego en el baño les prendo fuego. Me meto a la cama y trato de dormir pero las imágenes de lo ocurrido llegan hasta mi y salto asustada. Odio sentirme así, hacia años que no sucedía, la última pesadilla que tuve fue la noche en la que vi morir a mi padre. Marco aborda mis pensamientos, hoy tenía la leve esperanza de verlo pero me aterraba que estuviese ahí. No quiero admitirlo pero lo extraño. Extraño su voz y su arrogancia, su aroma, la tibieza de su piel, su lado cursi y estúpido, la manera en la que se apodera de mi cuerpo. Me da tanto miedo tener esos pensamientos, pues están interfiriendo con mi misión, debo ganarme a Andrés, su confianza, entrar de lleno a su vida, saber sus movimientos, sus planes, para después tenerlo donde debe estar, bajo mi pie.
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