Capítulo Dos

1546 Words
5 años después Miro el anochecer de la ciudad por la ventana de mi pent house. El color que toma el cielo cuando el sol se esconde es maravilloso pero me trae recuerdos amargos. Tres golpes en la puerta me hacen desviar solo un poco la mirada de la vista que tengo enfrente, pero la regreso por qué también me devuelve la paz. —Adelante. –respondo y escucho que abren la puerta. Sus brazos se enredan en mi cuerpo desde atrás y sonrío aún sin verla, Vanessa siempre ha tenido la piel suave y blanca y no tengo que adivinar pues sé que es ella. Pongo mis manos sobre las suyas y la escucho suspirar. —Es un hermoso lugar para vivir, ¿No crees? –le pregunto pero no recibo respuesta–, siempre soñé con algo así, vivir en lo más alto de un edificio y ver cómo la ciudad avanza. Apenas puedo creer que vayamos a casarnos. Acaricio su mano pero no veo su anillo dónde debe estar, me giro para preguntarle por qué no lleva el anillo de compromiso pero al hacerlo mi cuerpo se congela en su lugar. Sus ojos avellana se clavan en los míos, su sonrisa rota me recibe apenas me mira, su cuello está roto y hay sangre por todo su cuerpo. Un gusano sale de su boca cuando ella comienza a reír como loca, trato de zafarme de su agarre pero es demasiado fuerte. Su risa se vuelve tenebrosa y la sensación de que algo no está bien comienza a invadirme. La sangre sale a borbotones de su boca llenando mi traje, la empujo y corro hasta la puerta pero ella es más rápida y me hace caer. Sube por mi cuerpo y pone su cara frente a la mía, la sangre que sale de ahí cae sobre mi cara y yo lucho por no vomitar. —Tú... tú estás mu–mumu...muerta. —No amor, sigo viva aquí, –señala mi frente y me llena de suciedad y sangre–, siempre vayas a dónde vayas, yo iré contigo. –murmura antes de besarme y arrojar su sangre dentro de mi. La sensación de ahogo me impide respirar bien y lucho para no morir. No puedo moverme o quitarla de encima de mi y con cada movimiento que hago mi fuerza se acaba. Me levanto de golpe sintiendo mi corazon latir con fuerza, el sudor está por toda mi cara, miro al rededor y me encuentro en mi habitación, estoy solo en la oscuridad. Prendo la luz y verifico en todos los rincones, luego me paso las manos por la cara y puedo darme cuenta de que hay sangre en mis palmas. Me levanto de golpe y corro hasta el baño, solo soy capaz de poner la cara en la taza y vomitar, mi garganta aún se siente hecha nudo por la horrible pesadilla que acabo de tener. Mis costillas duelen demasiado a tal grado de no poder más, me levanto y bajo la palanca, me enjuago la boca y ahí es que me doy cuenta de la sangre en mi nariz y boca, otra vez sucedió. Cierro los ojos y la vuelvo a ver, sus ojos fijos en los míos mientras cae al precipicio con rapidez. Mis manos tiemblan al igual que mis piernas, lo único que puedo hacer es arrojarle dinero, por qué muy en el fondo deseaba que sobreviviera. —¿Por qué carajos no puedes irte de una buena vez? ¿Por qué sigues atormentandome? ¿¡Por qué Savannah!? –grito y golpeo el maldito espejo haciéndolo añicos. Me siento en el suelo y tomo mi cabeza entre mis manos, estoy cansado, estoy harto de esto. No hay día en el que no la vea, la sueñe, la huela. Si voy por la calle siempre hay alguien que se ve como ella, luego esos horribles sueños que más que eso son pesadillas, el aroma de su cabello o su perfume, no puedo evitar traerla de nuevo. Mi psicólogo dice que la veo en todos lados por qué no la he superado, claro que él no sabe que yo la maté y el cargo de conciencia es lo que me está matando. El teléfono suena con mi alarma, lo ignoro y me levanto del suelo evitando los vidrios, tomo mis cosas y entro a la ducha, necesito olvidar y enfocarme en todo lo que se viene por delante, este negocio es importante, he luchado por conseguirlo y no pienso perderlo por su culpa. *** Me miro en el espejo de mi habitación y mi semblante mejoró bastante aunque los circulos debajo de mis ojos me recuerdan que he pasado las peores noches de mi vida desde que decidí darme una oportunidad en el amor. Savannah ya se había ido de mi mente pero con la llegada de Vanessa todo se complicó. La última pareja estable que tuve fue ella pero con todo lo ocurrido me cerré un tiempo y cuando por fin la dejé en el pasado apareció Vanessa y con ella su recuerdo. No sé si amé a Savannah, pero había algo entre nosotros, algo especial y diferente, sobre todo a la hora de la intimidad. Tomo mis cosas y salgo de la habitación, bajo las escaleras encontrándome con la señora del servicio. —Señor Coppola, buen día. —Tenga cuidado en el baño de la habitación, el espejo se rompió. Quiero todo limpio. –ordeno y ella asiente sin decir nada. Subo a mi auto y con temor reviso el retrovisor, me tranquilizo al ver que no hay nadie. Odio vivir con miedo todo el tiempo y necesito hacer algo pronto, por eso es que le propuse a Vanessa que se casara conmigo, cuando estoy con ella Savannah no viene a mi en sueños, no puedo verla u olerla, ella es como mi repelente de su recuerdo. —Señor Coppola, bienvenido. Subo al ascensor y presiono el número del piso de mi oficina, dos pisos más arriba se detiene el ascensor y las puertas se abren, no hay nadie ahí, estoy a nada de cerrar las puertas por qué me causa cierta incomodidad estar así, pero una mano delgada se interpone en la puerta. Entra al ascensor y se cierran por fin. Su perfume vuela en el interior y me hace sentir algo mareado, es tan dulce que...mis ojos van hacia su perfil, lleva un enorme sombrero y lentes oscuros lo que me impide verla bien, su ropa parece cara y el porte que lleva no es el de cualquier persona. Mi corazón comienza a galopar dentro de mi pecho, hay algo en ella que hace que mi cuerpo reaccione, pero no entiendo que sentimiento es. No sé si es fascinación o miedo. Las puertas se abren y ella sale sin siquiera darme una mirada o algo, salgo detrás de ella después de procesar un poco que casi me quedo encerrado pero no logro verla. ¿Habrá sido una alucinación? Era demasiado real. «Savannha también luce muy real» me recrimina mi subconsciente. Camino hasta mi oficina y mi asistente llega corriendo hasta mi, con su ropa y cabello desaliñado. —Señor Coppola, tiene que darse prisa, lo están esperando en la sala de juntas. Camino hasta la sala de juntas pareciendo tranquilo y antes de abrir me acomodo el traje, abro la puerta y puedo ver a la misma chica de gran sombrero sentada en una de las sillas. Por lo menos no fue una alucinación. —Buen día, lamento la tardanza, el tráfico es un desastre. –señalo y ella se ríe sin despegar la vista de su teléfono. El hombre a su lado se levanta y yo casi me caigo de trasero al suelo al ver de quién se trata. El señor Walton, el hombre al que hace años le robé millones de dólares, hace cinco años exactamente, está parado frente a mí. La idea de que él sepa que yo fui quien le robó atraviesa mi mente pero la descarto de inmediato, nadie me vio a mi y en todo caso la culpable fue y siempre será Savannah. —Liam Coppola, es un gusto encontrarme contigo después de tanto tiempo. –asegura extendiendo su mano hacia mi. —¿Después de tanto tiempo? –cuestiono tomándola. —Muchacho, eres el número tres en la revista Forbes, un hombre como tú es difícil de pasar desapercibido. He estado llamando a tu asistente para acordar una cita pero al parecer tenías mucho trabajo. —Si, lo siento por eso. Pero ahora que estamos aquí aprovechemos el momento. –aseguro y él asiente. —Quiero presentarte a mi pequeña heredera, princesa, te presento a Liam Coppola. –me presenta y ella se levanta de la silla y se para frente a mí–, Liam, ella es Alexandra Walton, mi hija. La chica que tengo frente a mí se quita el sombrero y su cabello azabache contrasta con la blancura de su piel, mi corazón late frenético y se paraliza cuando se quita los lentes. Esos ojos, esa piel, siento un nudo en mi garganta y las ganas de vomitar me acechan al recordar la pesadilla de anoche, es...ella. —¿Savannah? –tartamudeo y ella sonríe en respuesta.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD