Al volver a la mansión entramos tomado de la mano, subimos las escaleras.
—¡Daelia! Necesito hablar contigo.
Yaman se ve molesto.
Miro a Iyad y él me sonríe, se acerca a mi rostro y besa mi mejilla, después me dice algo al oído.
—Recuerda tu promesa, te espero en mi habitación, linda.
Iyad se marcha y camino detrás de Yaman. Entramos a su oficina.
—Siéntate a mi lado —me pide.
Me siento a su lado en el sofá y me siento rara. No lo sé, siento como si le hubiera sido infiel.
—Tranquila, pequeña. No tienes que estar nerviosa.
—¿Pasa algo, Yaman? Sabes que puedes hablar conmigo de lo que quieras.
—Yo decidí tratar de hacer las pases con mi hermano, pero...
—¿Pero...? Dime, Yaman.
—Sé que no me va a perdonar, yo arruine su vida. Si yo estuviera en su lugar tampoco lo haría, por
