Después de ese encuentro, el descarado de Gerard Thatcher me siguió escribiendo, pero luego de apretar los labios lo dejé en visto más de una vez. No tenía tiempo para sus juegos. “¿Por qué no respondes?”, “¿Estás molesta conmigo?” Sus mensajes me recordaban a los dramas adolescentes de la secundaria. Ahora era una médica, casada y con un hijo. No tenía tiempo para esto y no iba a tener otra pelea con Evan por lo mismo. Finalmente, decidí ser clara con él y cortar sus ilusiones conmigo. “Gerard, me alegró verte, pero debo poner espacio entre nosotros. Estoy casada y no quiero problemas con mi marido.” Su respuesta sólo me hizo enojar. “Solo somos amigos, Leilah. Además, yo fui el primero en tu vida, algo que ni tu esposo ni nadie puede cambiar. Él te tiene manipulada, es una relac

