Episodio 3

1049 Words
Punto de vista de Damian Después de todo el estrés por el que mi padre me estaba haciendo pasar, este motel parecía ser la mejor opción para mí. Era discreto, escondido en el extremo más lejano de la manada. Lo que fuera que ocurriera aquí, estaba destinado a morir aquí. Sin embargo, toda la esperanza que tenía en este lugar se esfumó en el momento en que entré. El olor a alcohol barato y sudor no ayudaba en absoluto. Casi me moría de aburrimiento y estaba a punto de marcharme cuando la vi. Largo y lujoso cabello n***o… y un cuerpo tan sexy que mi monstruo se endureció al instante. —Tráeme una botella grande de tu vino más fuerte —le dije distraídamente al barman mientras toda mi atención se centraba en la chica nueva. Se contoneó hasta el escenario y empujó a la stripper que estaba en el tubo. Empezó a moverse al ritmo de la música, prácticamente sin usar el tubo como se suponía que debía hacerlo, sin seguir el tempo… y aun así logró cautivar a cada macho en la sala. Se reía y se acariciaba mientras jugueteaba alrededor del tubo. Era obvio que no era bailarina, ni siquiera sabía seguir el ritmo de la música, pero por alguna razón era mucho más entretenida de ver que cualquier otra hembra del lugar. Una sonrisa se dibujó en mis labios sin que me diera cuenta, y se ensanchó aún más cuando noté que mi lobo también estaba emocionado con ella. Me bebí la botella de un trago y pedí aún más alcohol mientras la chica seguía con sus payasadas. —Supongo que ya encontramos a la indicada para esta noche —murmuré para mí mismo mientras le hacía una seña al gerente para que viniera. —¿Qué puedo hacer por usted, mi príncipe? —preguntó, y yo simplemente la señalé. —Llévala a mi habitación especial, ahora mismo. El hombre me levantó el pulgar mientras una sonrisa gorda se extendía por su rostro. —Ya temía que ninguna de mis chicas captara su interés esta noche… por favor, disfrute de su bebida. La chica lo estará esperando en su habitación. Sin prestarle mucha atención, lo despedí y regresé toda mi concentración hacia ella. Decir que era hermosa era quedarse corto, y me preguntaba cómo podía tener una sonrisa tan pura y sincera en un lugar lleno de escorts. Era interesante, eso seguro. Pero lo que me intrigaba aún más era lo difícil que me lo estaba poniendo sin siquiera darse cuenta. Nadie había logrado que mi monstruo reaccionara así… ¿Quién demonios era ella? Los guardias pronto la bajaron del escenario y la sonrisa volvió a mis labios al saber que ya la habían llevado a mi suite especial. Me terminé la tercera botella rápidamente, dejando que el alcohol borrara cualquier pensamiento racional que pudiera tener. Esta noche, solo necesitaba pasarla bien. Le dejé una gran propina al barman y me dirigí a la habitación. Cuando llegué, esperaba encontrarla alegre y emocionada por haber atrapado a un pez gordo. Pero en lugar de responderme, simplemente me miró con sus hermosos ojos verdes… casi como si estuviera estudiando cada uno de mis movimientos. —¿Qué pasó con toda tu confianza de antes? —me burlé mientras abotonaba mi camisa y me movía hacia el centro de la cama. Ella se mordió el labio, como si estuviera pensando en algo, antes de que una expresión de determinación se extendiera por su rostro y se acercara gateando hacia mí. —La verdad es que no sé muy bien cómo funciona esto, pero depende de ti asegurarte de que tenga una buena noche —sonrió, intentando actuar con picardía, pero solo lograba verse adorable. Solté una carcajada, dejando que mis dedos rozaran su mejilla. —¿No se supone que debería ser al revés, ya que yo soy el que paga? Sus ojos se abrieron de par en par de una forma que hizo que mi monstruo reaccionara con urgencia. —Y-yo… no sabía eso… Ahora que estaba tan cerca, me estaba resultando cada vez más difícil contenerme. En cuanto mi mirada cayó en sus labios, no pude detenerme: la atraje hacia mí y reclamé con hambre su boca suave. Mi lobo gruñó complacido mientras el calor me recorría entero. Mis manos exploraban su cuerpo lentamente, trazando cada curva mientras sus suaves jadeos llenaban la habitación. La giré con delicadeza hasta que quedó bajo mí, su cabello extendido sobre las sábanas como tinta. —Entonces… ¿quién es el cliente aquí? ¿Tú o yo? Ella me miró a través de sus largas pestañas y sonrió con picardía. —Yo te pagaré. Me eché a reír, dejando que mis dedos la provocaran, disfrutando de cómo se le cortaba la respiración. —¿Crees que puedes permitírmelo, preciosa? —No. Lo que quiero decir es… disfrutémonos mutuamente. Sin dinero. Solo… diversión —susurró, temblando bajo mi toque. —Tenemos un trato —respondí, incapaz de borrar la sonrisa de mi rostro. Era evidente que no tenía experiencia, pero eso solo hacía que todo fuera más intenso. Mi lobo estaba completamente rendido ante ella, incapaz de resistirse. Me tomé mi tiempo con ella. Besando, tocando, explorando hasta que la línea entre deseo y necesidad se desdibujó por completo. Y cuando finalmente la hice mía, fue como nada que hubiera sentido antes. Sus gemidos eran adictivos, y supe que una sola noche no sería suficiente. Ella no era como las demás. Había algo frágil y real en ella. Algo que quería mantener a mi lado para siempre. Pero los débiles destellos de su lobo dejaban claro que solo era una omega. Mi padre jamás aceptaría a una omega, no hasta que fuera coronado como el próximo Alfa. Y ciertamente no tenía argumentos para defenderla, ya que ni siquiera era mi compañera destinada. Pero una cosa estaba clara: iba a seguir viniendo a este lugar por ella. Iba a seguir saboreando su dulzura y acariciando sus perfectos pechos hasta poder llevármela a casa… Cuando llegó la mañana, salí rápidamente de la habitación como era mi rutina habitual, pero esta vez me aseguré de dejar una nota firmada que pudiera entregar a su encargada. Y contenía solo tres palabras: “Eres mía.”
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