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1516 Words

Franco miraba distraídamente la tumba, mientras bebía moderadamente de la botella. No estaba triste ni arrepentido por no haber ido antes ni por estar teniendo sólo esa vez una delicadeza con quienes le dieron la vida, sin embargo estaba conforme con estar ahí de todos modos. —¿Franco? El castaño le prestó atención mirándolo, aún quedaba un grupo de sus hombres esa noche que se irían con él porque jamás nadie deseaba dejarlo solo. Todos tenían esa manía desde siempre. ¿Qué podía hacer él para rebatirles? Hace años se había acostumbrado a eso, y jamás le pareció motivo de molestia. —Todos los hombres ya están listos y la señora María preparó lo que le pediste. —Bien, Samuel —se levantó del suelo arreglando su pantalón y camisa. Era una fiesta de gala, y él respetaba los códigos que

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