– Señorita, tengo este nuevo rubor, mi descuento es solo para clientes frecuentes, pero sí lo desea… – No estamos interesadas – respondió una de las mujeres y se alejó corriendo con sus hermanas. Una de ellas se tocaba constantemente el rostro – creí que moriría, no quiero volver a ver cajas de maquillaje en toda mi vida. En los últimos meses Nelsira atravesaba una catástrofe, las mujeres que usaban cosméticos o se decoloraban el cabello se miraban al espejo y veían sus rostros cubiertos de ronchas, así como sus cabezas calvas o con quemaduras, no eran imágenes que querían conservar y pronto descubrieron qué tipo de cosméticos les traían esas pesadillas y cuáles les permitían mirar únicamente su reflejo. Los productos dañinos iban saliendo del mercado reemplazados por los que usaban in