El cielo se nubló de pronto, si Nicolás lo quisiera podría dejar el castillo y volver a casa, hasta ahora, ha permanecido en la misma habitación mirando de lejos la luz que se aproxima a la ventana. – Cuando melros se abre, entra viento desde las paredes, ¿lo sabías? – No. Sonríe, su piel me parece más pálida que esta mañana. – ¿Qué te dijeron? Me detengo, si le dijera que solo tendremos diez años en el reino mortal o que nuestros hijos serán juzgados por los crímenes de todos sus ancestros, ¿qué es lo que diría? – ¿Así de malo? – se levanta – lo supuse – camina hacia un mueble y saca una vela de uno de los cajones – descubrí ciertas cosas – sopla el pabilo y este se enciende con una pequeña flama – los dioses no deben querer que un mortal tan extraño como yo esté con vida. Cubro su