El viaje fue largo, con las paradas a comer, ir al baño y cambiar de conductor, además del tráfico, les tomó casi diez horas llegar a su destino. Todo lo que querían era dormir, comer, bañarse, en el orden que fuera, pero esas tres cosas. – Llegan tarde. Por desgracia, la dueña de esa lujosa mansión tenía otros planes. – Mi esposo ya no quiere comer en casa, hoy abrí su portafolio para sacar su cartera y no me dejó tomar sus tarjetas – habló de prisa mientras lo explicaba – es la primera vez, él nunca había sido tan egoísta. – Vieja loca – pensó Armando, sí fuera él, se habría divorciado hace mucho. Bruno la escuchó – iremos a verlo mañana temprano. – ¡Disculpa!, mañana será muy tarde, él lleva una hora drogado, podría despertar en cualquier momento. Bruno se sobresaltó – ¿a qué se

