Secretos Parte 5

1995 Words
Era de día, su madre estaba en la sala con su abuela. – ¿Es verdad? – preguntó Brenda – ¿son seguidores del abismo? La abuela suspiró – las cosas no son tan simples como las dijo el fiscal, nada es blanco o n***o, ya deberías saberlo. – Responde la pregunta, tú y papá, ¿son seguidores del abismo? Por un momento, Lilith se vio a sí misma interrogando a sus padres para saber si realmente le habían quitado sus recuerdos. – ¿Qué sentiste cuando usaste tu magia para invocar un escudo y no funcionó? – preguntó la abuela – dime, ¿te sentiste frustrada?, ¿molesta?, descubriste que tu magia es insignificante. Sí tuvieras la fuerza de nuestros antepasados habrías terminado con ese demonio en segundos y protegido a tus amigos, después les borrarías la memoria y todo seguiría su curso, pero no pudiste protegerlos porque eres débil. Brenda no respondió, miró sus manos y sintió miedo de volver a usar su magia. – El mundo es injusto, somos presas fáciles para los demonios y vivimos acechados por ellos, porque son nuestra responsabilidad, pero con cada generación, nos volvemos más débiles, ya no somos capaces de hacerles frente, la única forma de recuperar nuestro papel en el mundo es tomando el poder que los demonios tienen consigo, ese poder que debería ser nuestro. Brenda alzó la mirada – ¿de qué hablas? – Conoces la historia de la magia, sabes que el padre Ravenz tenía dos discípulos, Leimos y Harret, cada uno tenía una filosofía diferente, Leimos creía que la forma de avanzar era pasando el poder de una generación a otra, con discípulos entrenados y academias de magia, Harret creía en la inmortalidad, él les enseñó a sus súbditos a pasar su alma de un cuerpo a otro llevándose su talento mágico, al nuevo, era un método aceptado. – Era homicidio – interrumpió Brenda. – No dije que estuviera bien, al contrario, eso fue lo que causó nuestro declive, los magos que descubrieron el problema, sellaron a los demonios y los usaron como fuente de poder para aumentar su magia, así nacieron los seguidores del abismo. No esos locos adolescentes que matan personas y nos usan como excusa, los verdaderos seguidores del abismo conocemos el problema y hacemos lo que hace falta para proteger a todos los magos, para devolvernos a los días de gloria – explicó. Brenda separó los labios – once personas murieron, mamá. – Eso fue culpa tuya, debiste seguir las reglas. Tu padre diseño un sistema de seguridad para hacernos invisibles al demonio, pero es un sistema muy costoso que se basa en la sangre, tú eres nuestra hija biológica, por eso estabas protegida, esas personas que metiste a la casa no, fue tu error – enfatizó y soltó un resoplido – los problemas mágicos se resuelven con magia, sí quieres que esto no vuelva a pasarte, tienes que ser más fuerte – se levantó del sillón para sentarse junto a Brenda y tomar sus manos – hija, la policía está investigando a toda la familia, tu tía se irá de viaje, tú irás con ella, pero primero, tenemos que iniciarte, no podemos perder nuestro lugar en la asociación, debemos demostrar que seguimos siendo fieles. Brenda soltó las manos de su madre y se alejó del sillón. – No es difícil, la energía de los demonios no es maligna, lo que te hayan dicho en la escuela es mentira, esa magia es nuestra, nos pertenece, sí esos magos antiguos hubieran muerto, como dicta la naturaleza, nosotros seríamos más fuertes, hija, tu pierna no sanará con medicina, el doctor nos lo dijo, necesitas esto, ¡lo entiendes!, sí cariño. El recuerdo terminó, Lilith estaba de vuelta en su cama, con la caja de música en su regazo y el rostro lleno de lágrimas. Afuera estaba su padre, aún recargado sobre la pared, esperando que ella abriera la puerta y abajo, en la banca del jardín, estaba su madre. La profesora Brenda Santiago. Al verla, Brenda se limpió el rostro – juré que no sería como ella, nunca te obligaría a hacer algo que no quieres, jamás te dejaría involucrarte con personas que trataran de manipularte, comenzando conmigo – lloró – si llegabas a casa con el cabello naranja, la nariz perforada o la espalda tatuada, o si de repente llegabas y decías: mamá, tengo novia, yo lo entendería – sonrió – sería una madre muy moderna, una madre comprensiva que le da libertad a sus hijos. Pero tú naciste – la miró – con problemas en los pulmones, necesitaste nebulizaciones por dos años, te enfermabas de la garganta, casi te perdimos y pensé, ¡cómo puedo dejar que llegue con tatuajes!, o que se pinte el cabello de colores raros, eso no está bien, tengo que protegerla de tomar las decisiones equivocadas y tengo que evitar que la magia le haga daño, mi hija no puede ser como yo, ella tiene que ser mejor – tragó saliva – no sellamos tu talento mágico, sí lo estás pensando, ninguno de nosotros lo hizo, pero lo pensé por un largo tiempo y podría ser mi culpa, por la energía demoniaca que me dieron. Lilith se quedó sin aliento, el recuerdo terminó en esa sala, no supo que más pasó, pero imaginó que su madre no dejó que la obligaran a participar en un ritual, ella era una mujer fuerte, del tipo que nunca se dejaría vencer. Lo olvidó de nuevo, que su madre también fue una niña asustada – mamá – corrió y la abrazó. ***** Después de llorar por un largo tiempo, los ojos de Lilith se hincharon, y al caer la tarde, ella y su madre volvieron a entrar a la casa. Se recostó hacia un costado y después de varios minutos sintió que tenía la espalda torcida, y se acomodó de otra forma, Jacob les llevó un té a ambas. Lilith tenía muchas preguntas – ¿qué pasó después de eso? Brenda suspiró – a tu abuelo lo condenaron, había once personas muertas, todos mundanos, el ministerio siempre ha tratado esos asuntos con mucha seriedad, la abuela estuvo bajo vigilancia del ministerio, por eso me llevó a la iglesia del abismo, quería que yo tomara su lugar en las misas, para demostrar que seguíamos siendo fieles – repitió las palabras de su madre – tu tía no lo permitió, me dijo que hiciera una maleta y llegamos aquí – miró a su esposo. – Con todo esto, yo fui el afortunado – sonrió Jacob. Lilith rodó los ojos, se sabía de memoria la historia de cómo se conocieron sus padres, se enamoraron y se casaron, pero en realidad, le gustaba escucharla, sus padres eran muy especiales cuando lo contaban, porque se contradecían docenas de veces y rara vez se ponían de acuerdo en el orden de los eventos. La parte en la que ambos coincidían, era que su mamá vivía con su tía y que estaba peleada con sus padres, Lilith jamás se preguntó la razón, y se creó la idea de que su madre había sido una adolescente rebelde creciendo en los ochenta con el cabello ondulado, aretes grandes y una chaqueta de cuero. Se equivocó bastante. – Y, ¿cómo guardaron todo eso en la caja de música? – preguntó Lilith. Jacob alzó la mirada – para eso contraté a un ingeniero mágico, te lo explicaré – adoptó sin querer la postura que ponía cuando daba una lección en clase – no funciona con cualquier objeto, tiene que ser un artefacto en el que previamente hayan infundido magia, ahora, la reverberación se produce cuando el sonido choca contra las superficies y se amplifica, esto pasa con cuartos cerrados, por ejemplo, en los salones de clase que son lugares en los que hay mucho ruido, el sonido se almacena en las paredes, regresa y los mundanos creen que hay fantasmas. Los objetos mágicos maximizan este efecto y absorben sonido e imágenes, pero no puedes leerlos, necesitas que un experto limpie el material, ordene las escenas y finalmente, cree una secuencia. – Yo le dije que no lo hiciera – comentó Brenda. – Y yo insistí, pensé que algún día algo como esto pasaría – dijo Jacob – no de esta forma, tu talento mágico nos tomó con la guardia baja. Decir eso era poco, hace pocos días Lilith sintió que había cometido un pecado mortal y que su familia la odiaba – no los estoy juzgando, pero pudieron hacerlo mejor – dijo Lilith imitando a sus padres. Brenda la despeinó y le dio un beso en la frente. Muchas cosas tenían sentido, la reacción de sus padres después de que un demonio tratara de poseerla, querer cerrar la tienda, y cómo actuaron todos tras saber que sí tenía talento mágico. – Queríamos decirte – dijo Jacob – lo pensamos durante mucho tiempo, “se lo contaremos cuando cumpla quince”, “hablaremos con ella cuando tenga dieciocho”, “lo platicaremos después de su graduación”, y se fue aplazando. Lilith miró su té – ¿por qué se convirtieron en maestros de magia?, sí a mamá le pasó todo eso, ¿por qué no trabajaron en una escuela para mundanos? – El salario – respondió Jacob con una sonrisa. – A tu padre y a mi nos gusta enseñar, estudiamos pedagogía juntos y mi suegro dijo que nos conseguiría la plaza, él era el director de la academia Vitreri, antes de jubilarse, así que pensamos que era una buena oportunidad de enseñarles a los jóvenes los peligros de usar la magia sin saber controlarla – explicó Brenda. Esa respuesta tenía más sentido, Lilith lo comprendió y agregó – sé que la magia es arriesgada, y tal vez la idealicé un poco desde que era niña – admitió en voz baja – pensé en mover objetos con la mente, o crear criaturas mágicas con forma de aves, ese tipo de cosas – se encogió de hombros – pero, creo que no era solo eso, me gustaba la magia porque ustedes la enseñaban, antes de que me dijeran que era una mundana siempre me contaban sobre sus estudiantes, las clases, los ejercicios, quería ser parte de todo eso, aún quiero – había deseado decirlo desde hace mucho, pero era tan difícil, y ahora, se sentía como una conversación casual de fin de semana – iré a la academia Vitreri, completaré las materias básicas y dependiendo lo que aprenda, me inscribiré en más clases para el siguiente semestre, prometo que seguiré todas las reglas, seré precavida, no saldré por las noches a meterme en pasajes oscuros y tomaré mi educación con mucha seriedad, creo que tener talento a esta edad fue algo bueno. Brenda estuvo de acuerdo y miró a Jacob, por el lenguaje corporal, Lilith adivinó que estaban hablando telepáticamente. – Sí quieres ver a tu abuelo, tienes nuestro permiso – dijo Jacob, y Lilith entendió de qué iba la conversación telepática. – No lo haré – respondió. – Cariño, no tienes que heredar nuestros resentimientos, ya tienes la edad para formarte tu propio juicio y sí quieres a tu abuelo de vuelta en tu vida – dijo Brenda, aunque no sonaba muy convencida – lo entenderemos, cuando eras pequeña él trató muy bien. Lilith sonrió – no lo hizo, el abuelo era amable porque tenía expectativas, ¡otra maga en la familia!, sí voy ahora querrá darme cosas y luego me cobrará ordenándome qué estudiar, y qué clase de maga ser, aparte, sí no quiso al tío Lucios, no juega en nuestro equipo. No lo quiero. Brenda se mostró muy satisfecha – mi pequeña, ¿cuándo te volviste tan madura? – Fue hace como diez o veinte minutos. Compraron la cena porque nadie tenía ganas de cocinar y vieron televisión hasta tarde. El ciclo escolar terminaría pronto, habría un periodo de vacaciones y pasado ese tiempo Lilith ingresaría a la academia de magia
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