Percival abrió los ojos, estaba bajo el agua, un grupo de peces pasaron delante suyo y se dirigieron a un gran arrecife, él quiso acercarse, pero el trayecto no era tan simple, porque justo en el medio había una gran cantidad de algas marinas de dos metros de alto, intentó nadar por encima y una de ellas se enredó en su tobillo, pateó con fuerza y lo que hizo fue enredarse más.
Despertó.
Román Vignon tenía los brazos cruzados – no pelees, el entorno no te controla, tú controlas al entorno.
Percival repitió esa frase en su mente, llevaba dos semanas escuchándola – lo entiendo.
– Es lo que dices cada vez y sigues fallando.
Percival se tronó el cuello, tenía un fuerte dolor en el lado izquierdo que iba hacia su hombro.
Un mes atrás, Antonio llegó tarde a la oficina, se dirigió a la pizarra y escribió de prisa – tenemos un pionero – anunció – fui a la oficina y escuché que cuatro demonólogos reportaron demonios que usaron el espacio mental para apropiarse de los cuerpos de sus víctimas – escribió y dio la vuelta – no es algo común, esto es un patrón, de alguna forma nuestro demonio, ¡estás dormido!
Percival bostezó – no.
– Bien, hay que encontrar la forma en que estos demonios estuvieron en contacto, aquí están las direcciones, ve al archivo y pide un mapa.
Percival se levantó, bajó al sótano, sacó la copia de un mapa de la ciudad y volvió varios minutos después, Antonio fue marcando las direcciones, a primera vista no había puntos que coincidieran.
– ¿Por qué usan el espacio mental? – preguntó Percival.
– La magia mental es compleja, no todos los magos la dominan, especialmente los que se dedican a labores mundanas, sí lo piensas bien, es una debilidad colectiva – volteó a verlo – tú derrotaste a un demonio en tu espacio y lo usaste para ayudar a tu amiga, la chica de la tienda, ¿qué capacidad tienes para la magia mental?
Percival desvió la mirada – no tengo idea.
– Averígualo, y si puedes entrénala, lo necesitarás.
Después de ese día le pidió a su padre que lo ayudara y como supuso, fue una mala decisión.
Román se sentó – hace años dijiste que lo único que necesitabas de la magia mental, era la telepatía, ¿qué cambió?
– Mi jefe me lo aconsejó, en caso de que un demonio se libere dentro de la estación hay que tener fortaleza mental para no caer en sus trucos.
– Se cuidadoso con eso, ¿estás usando protecciones?
Percival mostró su brazalete.
Más tarde se fue a dormir, su celular estaba cargándose junto a la cama, tenía tres mensajes de Lilith.
– Completé mi primera semana en la escuela, conocí maestros muy interesantes, mi celular llegó al techo y no tuve que usar una escalera, ¿adivina qué hice?
Percival se recostó sobre la cama – ¿Qué?
Lilith escuchó sonar su celular y regresó a la cama – le conté al profesor mi experiencia con un demonio, ahora soy su alumna favorita – agregó un corazón.
– ¡Cómo no se me ocurrió?
Lilith sonrió – te falta aprender trucos, por cierto, ¿tienes alguno para controlar la magia?, la maestra de Hechicería me dio un mes para aprender lo básico o darme de baja de su clase y algo me dice que será lo segundo.
Percival lo pensó un momento, controlar la magia era fácil, una vez que lo comprendías, pero explicarlo era difícil, no su punto fuerte – imagina que tienes una tercera mano.
– No tengo tanta imaginación – suspiró.
– No es solo imaginar, es percibir, un compañero de mi salón se ató la mano con una férula ortopédica y trató de comer usando solo su magia.
– ¿Le funcionó?
– No.
Lilith sonrió.
– Necesitas la urgencia, toma un objeto, ponlo en un punto retirado y trata de agarrarlo.
Lilith miró alrededor, sí apenas y podía estirar su magia para tomar un vaso, no se imaginó llegando hasta el librero – no creo que funcione para mí – suspiró y dio la vuelta en la cama – ¿cómo te fue con tu trabajo?
– Es más tranquilo, es difícil anticipar qué clase de día será, a veces tenemos llamadas por tres demonios en un día y de repente, cinco días en completo silencio, hoy tuve que ir a una tienda porque un mago usó su magia delante de mundanos y no supo cómo borrarles la memoria – contó Percival.
– Creí que todos sabían cómo hacerlo.
– No todos.
Demonología era la única clase que Lilith llevaba cuatro veces a la semana y había visto suficiente de los demonios como para saber que era un trabajo peligroso – ten cuidado – escribió, pero no lo envió.
Era obvio que tendría cuidado, su vida estaba en juego, era tondo decirle eso, pero tampoco podía pasarlo por alto, sí lo hacía, parecería que solo le escribía para pedirle favores – maldición – borró el mensaje.
– Hay un libro de ejercicios de control en la biblioteca – escribió Percival – te ayudará mucho.
Lilith tomó su mochila para sacar su credencial – gracias, voy a ir ahora – escribió de prisa y guardó su celular. La biblioteca cerraba a las nueve y eran las ocho – debí escribirle antes – se lamentó y corrió para llegar a tiempo.
– Buena suerte – escribió Percival y se recostó, tenía sus propios problemas, como aprender a controlar su magia mental sin perder la cabeza.
Afuera alguien tocó la puerta, era su primo Leopoldo.
– ¿Qué quieres?
– Vaya forma de saludar, escuché que mi tío te está enseñando magia mental, ¿por qué?
Percival se recargó sobre el marco de la puerta – no te interesa.
Leopoldo rodó los ojos – no importa que tengas el talento, se necesita más que eso para controlar la magia mental, por ejemplo, no ser un maldito cobarde.
– Mensaje recibido, ¿es todo?
– Es a lo que me refiero – dijo Leopoldo – sí tuvieras un poco de carácter, tratarías de contradecirme, no te quedarías callado como un idiota.
– Lo dice el imbécil que vive en mi casa porque sus padres no lo toleran – reclamó Percival y sintió que un objeto envolvía su cuello, al instante presionó su piel y retrocedió alejando la magia de Leopoldo, él dio un paso hacia el frente y se golpeó en la nariz con una gruesa pared.
La puerta de la habitación de Percival estaba abierta, el objeto físico e invisible que se materializó entre ellos, era la magia de Eva, la madre de Percival – adivinaré, estaban jugando – sonrió – la cena está lista, dejen las bromas fuera de mi casa.
Leopoldo se talló la nariz, tenía un poco de sangre – lo siento tía, era un juego.
– Fue lo que dije – reclamó Eva y se apartó para dejar que Leopoldo bajara los escalones, después quitó la pared y se acercó a la habitación de Percival para ver su cuello – reaccionaste muy bien.
Percival deseó poder devolverle el golpe a su primo – sí, tengo suerte de seguir vivo.
Eva le acarició la mejilla – tu primo tiene un carácter especial, pero no te hará daño, y sí eso pasa – agregó al ver que Percival iba a decir algo – tienes mi permiso para darle una lección – le guiñó el ojo – solo no seas muy duro, su mamá es mi cuñada y tiene una voz horrible e insoportable.
– ¡En serio crees que yo le daré una lección a él!
– ¡Por qué no!, como mago eres mucho más poderoso.
Percival bajó la mirada – dile eso al abuelo.
La clínica Vignon era un negocio familiar y su padre el actual director, cuando él y Leopoldo nacieron el abuelo decidió que uno de ellos ocuparía su puesto, eso fue injusto para su prima Lizeth, que por ser mujer no tenía ni una sola oportunidad.
A los doce Percival manifestó su talento mágico, no necesitó exploraciones, en su caso fue obvio que era un mago y al medir su capacidad descubrieron que tenía un talento excepcional para la magia mental, era el perfecto heredero, muy por encima de su primo Leopoldo que tenía más capacidad con el aspecto físico de la magia, no con el poder mental.
Pero Leopoldo tenía varios puntos a su favor, su madre era de una de las familias de magos más importantes, sus abuelos maternos invirtieron en la clínica y sin que él tuviera una opinión, lo removieron de los planes familiares. No estaba celoso de su primo o enojado con lo que pasó, ese puesto jamás suyo para empezar y era tonto lamentarlo, lo que le molestaba, era vivir sabiendo que las decisiones importantes de su vida las tomaría otra persona.
Eligió ingeniería mágica porque era la forma segura de alejarse de su familia y decidió trabajar en el departamento de demonología del ministerio de magia por una serie de eventos que era difícil explicar, no eran las mejores decisiones, pero eran suyas. Como Lilith lo había dicho antes, “es mi vida, soy libre de arruinarla”, el problema era su primo, actuando como si le hubiera quitado algo que deseaba.
– El día que tengamos un duelo, le diré a papá que me apoyas.
Eva sonrió – claro que sí.
*****
Lilith llegó a la biblioteca – busco un libro con ejercicios para el control de la magia – mostró su credencial.
La biblioteca de la academia tenía tres pisos, el que buscaba estaba en el segundo, subió los escalones, se pasó por el pasillo y eligió un lugar donde pudiera leer.
– Beba una pócima de revelación antes de practicar – leyó Lilith, por suerte vino preparada, sacó la botella de su mochila y bebió.
Un grupo de estudiantes fue muy ruidoso al subir los escalones, Lilith que estaba cerca volteó a verlos, eran cuatro personas del grupo de primer año, uno de ellos era Gabriel, el único estudiante que ya podía formar una mano entre toda la clase y Cecilia, la admiradora del mago Vignon que lo nombraba sin falta en todas las tareas.
– Un truco para dominar el movimiento es realizar ejercicios con la mano, abriendo y cerrando.
Un gato maulló afuera de la ventana, se lamió las patas y siguió caminando por el borde exterior.
– Repita el ejercicio muy lentamente y cierre los ojos. Haga este ejercicio con la ayuda de otra persona para registrar resultados.
Alguien se burló en la mesa del fondo y se cubrió la boca para ahogar su risa, pero no podía dejar de hacerlo, parecía haber leído algo muy gracioso en la pantalla de su celular.
– Repita el ejercicio en un estado de total concentración – leyó Lilith, a dos metros de distancia, un estudiante levantó sus cosas para irse y tiró un libro al suelo – tres semanas.
Otros estudiantes tenían seis meses, a ella le quedaban tres semanas para aprender a controlar su magia, no había vuelta atrás, cerró los ojos e ignoró todos los sonidos a su alrededor, al abrirlos, la biblioteca había desaparecido y ella estaba en su espacio mental.
– Bienvenida – dijo la administradora.
El ambiente se sentía diferente, con todas las luces encendidas y destellos dorados cayendo de las vitrinas superiores.
– ¿En qué puedo ayudarla?
– Quería un lugar para practicar mi magia sin distracciones.
La administradora sonrió – está en el lugar correcto.
Las luces doradas cubrieron el cuerpo de Lilith adoptando la forma de listones que se movían al mismo tiempo que sus brazos, un pequeño movimiento y los listones se extendían hacia los objetos, libros, velas, muñecas o esferas y al tirar nuevamente, el objeto llegaba a sus manos. Era tan fácil como mover su mano.
*****
Eran las nueve, la encargada de la biblioteca dio un último recorrido a los pasillos, ordenó los libros y al bajar, notó que había una credencial sobre su mesa – Lilith Bonel – volvió a mirar hacia arriba y de su brazo emergió una luz azul que se convirtió en una gaviota – búscala y dile que vamos a cerrar.