(Diego)
Llegamos al piso a las 2:00 am, y al entrar, Beni nos maulla haciéndonos reír — Parece que la esposa celosa te está esperando— me dice Valle de broma.
— Es raro. Cuando llegaba de este tipo de eventos era directo a dormir sin pensar más y ahora tengo que darle comida al gato porque si no se enoja— Comento.
Beni se sube a la barra de la cocina mientras abro la lata de comida y la sirvo en su plato —Ahí está Beni, sin reclamos— y voy a lavarme las manos.
Valle me sonríe y debo admitir que me encanta verla así, tan elegante y feliz, y pensar que meses atrás parecíamos fantasmas ojerosos y desaliñados —No puedo creer que vi a tanta gente famosa — me dice sonriendo — Mi madre no me creerá ahora que le envíe la foto— bromea.
Me acerco a ella y de nuevo me da esa mirada incredulidad, la misma que tenía al inicio de nuestra relación, por la que me enamoré perdidamente de ella. Me pongo detrás de ella y la abrazo de la cintura y veo cómo envía el mensaje a su madre la foto—¿Podemos continuar lo de la mañana?— le pregunto mientras beso su cuello.
— ¿No habrá mensajes de personas indebidas?— me pregunta insinuando algo más.
— No, lo único indebido es lo que te voy a hacer— le susurro.
Saco el celular del bolsillo de mi pantalón, y lo apago por si las dudas, con la promesa volver a prenderlo cuando termine lo que voy a empezar en este momento — Valle, corazón— le susurro y con cuidado tomo el móvil de sus manos — Necesito que por unas horas me pongas atención – y ella se ríe ligeramente.
— ¿Horas?— me pregunta ella.
— Segundos, minutos, horas, toda la vida quiero que me pongas atención— le susurro y empiezo a jugar con su dije de perla y después deslizo mi mano a propósito para rozar la piel de su escote — Te amo— le digo bajito en el oído y ella sube su mano derecha y toma mi mejilla — Yo te amo más Topi— y voltea su rostro para besarme ligeramente.
La volteo con cuidado y la pongo frente a mí, sus ojos verdes brillan, tal vez sea por el whisky que tomó en la fiesta, pero sus aroma a lavanda calma mi ser y provoca esa caos tan deseado por mi toda la mañana —Sabes— le susurro mientras comienzo a caminar con ella hacia la habitación —Te extrañé como loco. Sólo quería regresar a estar entre tus brazos. Voy a tener que pedirte que vengas conmigo a todos lados— y la beso en los labios, ella sonríe sobre ellos.
Así, lentamente llegamos a la habitación y comienzo a desvestirla. La tela de su jumpsuit es tan suave que se desliza como mantequilla sobre su cuerpo. Valle lleva una lencería de encaje rojo que cubre lo suficiente y deja a la vista lo deseable, lo que me vuelve loco.
Para ese momento, ella ya ha quitado mi saco y ha caído al suelo y poco a poco comienza a desabrochar mi corbata y la camisa. —Deberías usar trajes como estos más seguido Topi, me encanta como te ves— susurra en mi oído.
Mis manos ya están recorriendo su cuerpo bajando y subiendo por su espalda, y mi camisa cae al suelo. Valle baja su mano derecha sobre mi pantalón y comienza a provocar frotándose contra la tela, mientras me besa disfrutando mis labios y mis manos no cesan de tocarla.
La recuesto sobre la cama y una pequeña risa sale de sus labios. Me dejo caer sobre ella. Y justo antes de que nuestros cuerpos se junten pongo mis brazos uno a cada lado como si estuviera a punto de hacer una lagartija. Ella toca mis brazos y después me ve a los ojos.
— Me encantan— susurra y yo la beso en los labios y empiezo ese recorrido que a ella le excita. Estos se deslizan por su cuello y se quedan unos minutos en sus pechos, provocándolos, hasta endurecerlos. Después bajo a su vientre y lo beso levemente haciéndole cosquillas.
Bajo hacia su intimidad y finalmente con una de mis manos tomo su muslo y comienzo a besarlo. Levanto la pierna y desabrochó las sandalias para quitárselas. Hago lo mismo con la otra pierna, ella me observa atenta y se deja llevar por todas las caricias que le doy.
Tomo mi cinturón y lo desabrocho ante sus ojos. Abro el botón de mi pantalón y ella con uno de sus pies alcanza mi cintura y lo baja haciéndolo caer y descubriendo mi bóxer. Roza mi erección con sus dedos —¡Uy! n***o, me gusta — dice coqueta mientras sigue acariciándome.
— Ponte boca abajo— le pido y ella se voltea mostrándome su espalda.
Me subo un poco sobre la cama y comienzo a besar su nuca, bajando por la línea de su espalda, hasta llegar a su espalda baja. Puedo sentir su cuerpo caliente y sus manos comienzan a arañar las sábanas de nuestra cama. Muerdo con tiento ese trasero que me vuelve loco y ella se ríe, deslizo mis dedos y quito su braga.
Después, saco del cajón de la mesita de noche el lubricante y me pongo unas gotas sobre los dedos, y con ellos vuelvo a recorrer la línea de su espalda. La sensación resbaladiza es tan placentera que Valle comienza a mover su cuerpo, arqueándolo en señal de éxtasis. Al llegar al final de su espalda sube un poco su trasero en señal de provocación.
Debo admitir que en este momento mi mente vuelva y quisiera hacerle cosas que con nadie me he atrevido, pero eso lo probaré en otra ocasión. Deslizo mis dedos dentro de su intimidad que se siente caliente y comienzo a jugar con ella. Verla así de excitada me tiene volando y mientras le doy placer, yo también me hago lo mismo. Ella se mueve rozando su cuerpo contra las sábanas y su trasero se eleva pidiendo más.
Tomo de nuevo el lubricante y ahora soy yo quien lo pone sobre la erección que todo este juego ha provocado, sólo unas gotas elevan el nivel de placer en mí. Vuelvo a besar su espalda, mientras sigo jugando con ella y cuando sé que es el momento indicado entro en ella, con cuidado pero, de manera un poco más intensa que otras veces.
Valle gime en señal de aprobación y nuestros cuerpos comienzan a sincronizarse en esos movimientos que a ambos nos causan placer. Ahora somos los dos los que arañamos las sábanas. Mis labios al lado de su cuello y el roce de mi pecho con su espalda nos eleva en diez mil maneras.
Quiero provocarle a Valle una sonrisa, así que me levanto de inmediato y me pongo de rodillas sobre la cama. Con mis manos le indico que se levante y se ponga de espaldas delante de mí, acomodando sus rodillas sobre la cama. Vuelvo a entrar en ella, pero esta vez la tengo pegada a mi pecho y mis dedos comienzan a jugar con su intimidad. Ella mueve sus caderas provocándome también ese placer único.
— Vente conmigo —me susurra excitada, mientras mis dedos siguen jugando y provocándola.
— Lo que usted ordene señora— le susurro y ella sonríe.
El ritmo de sus caderas sigue incrementando y hemos entrado en un camino sin retorno. Valle sube una de sus manos y toma mi nuca y comienza a sujetarse de ahí mientras ambos nos fundimos de placer. Una de mis manos pellizca sus pezones provocando pequeños gemidos que lanza al aire e invaden la habitación.
Su respiración comienza a agitarse más y la mía también. Seguimos nuestros movimientos hasta que ambos tensamos nuestros cuerpos y nos venimos sin pudor. Ella baja su mano a sus pechos y la pone encima de la mía para apretarlos más.
— Te amo Valle – le susurro mientras siento todo aún dentro de ella – Me encantas, sólo contigo puedo sentir todo esto y no quiero sentirlo con nadie más.— Continuo.
Ambos caemos sobre la cama y ella comienza a calmar su respiración mientras sigo besando su espalda —Te amo Diego — susurra y voltea su cuerpo para quedar frente a frente. La beso y después la envuelvo entre mis brazos y la pego a mí y, respirando su olor a lavanda, me quedo dormido.