[VALLE]
Parece ser que Benito Bodoque ama su nuevo hogar porque se la ha pasado recorriendo y explorando cada rincón de él. Además, Diego esta vez lo consintió demasiado y le compró un rascador alto, como de tres pisos para que ahí jugara y un ratón de juguete que no ha dejado de perseguir por todo el piso, aunque sé que él con una caja sería muy feliz, lo dejo disfrutar de las comodidades de ser el gato favorito de Diego D’Angelo.
El timbre suena de pronto y me fijo quién es por la mira de la puerta, es Francisco con un paquete de dos cajas entre las manos, le abro la puerta y él sonríe amablemente – Señora de D’Angelo, su paquete⎯ anuncia.
— Dime Valle, Francisco⎯ le digo de inmediato mientras él pasa.
— Muy bien, Valle aquí está esto que le llegó hace unos minutos ⎯ explica.
Él lo deja sobre el sillón ⎯ no es pesado, así que puede moverlo luego.
— Gracias Francisco.
— Un placer.
Cierro la puerta y veo que Beni ya está listo para jugar con la nueva caja. La abro con cuidado y veo una hermosa tela roja envuelta entre un papel fino – Parece que no fuiste el único consentido Beni⎯ le digo mientras él ve cómo tomo la tela, y la extendiendo. Un hermoso Jumpsuit color rojo lava, de seda se encuentra frente a mí ⎯¿Te gusta Benito?⎯ le digo al gato como si pudiera contestarme. Voy al cuarto y en frente del espejo me lo pongo encima, es suave y muy bonito, con un color que queda a la perfección con mi piel.
— Parece ser que esta noche la sorpresa será bastante elegante⎯ hablo para mí misma.
Vuelvo a la sala por la pequeña caja y saco de una bolsa de tela unos zapatos de tacón tipo alpargata completamente transparentes ⎯Wow⎯ le digo a Beni que comienza a meterse a la caja de vestido ⎯creo que tendré que averiguar donde me puedo arreglar las uñas ¿no crees?⎯. Benito maulla y lo tomo como un déjame de molestar.
— ¡Ah no señor! ahora te toca pasar tiempo conmigo ¿Por qué con Diego si quieres hablar?⎯ le regaño y luego le acarició las orejas.
Le bajo la caja al piso y regreso a la habitación. Sea cuál sea esta sorpresa espero no haya"pájaros en el alambre", y por entrometidas me refiero a Sam, que por cierto no me ha pasado la agenda de Diego y pienso pedírsela pronto.
Comienzo a jugar con la idea de cómo combinaré todo cuando vuelvo a escuchar el timbre de la puerta ⎯¡Un momento!⎯ grito y dejo los zapatos sobre la bolsa de tela y voy a la puerta, esta vez no es Francisco sino una chica peliroja y otra chica rubia ⎯¿Sí?⎯ pregunto.
— ¡Hola! Venimos de parte de Diego D’Angelo— me comenta.
— ¿Ok?—Respondo algo confundida.
— Venimos a arreglarla para el evento de esta noche.
Abro la puerta y encuentro a las dos sonriéndome y con varias bolsas colgando de sus hombros ⎯¿podemos pasar?⎯ Ambas entran al piso y yo sólo puedo verlas asombradas.
— Yo soy Viv y ella es Ehla, te arreglaremos el día de hoy⎯ explican.
— ¿Para qué?⎯ pregunto asombrada.
— Para la cena a la que el señor D’Angelo fue invitado. Así que, manos a la obra, aunque no hay mucho que hacerte ¿eh?— me dice Viv mientras toca mi cabello – Dime, ¿ya tienes lo que te vas a poner hoy?— inquiere.
— Supongo⎯ digo aún con tono de asombro.
— Muéstramelo y empecemos, que tenemos que estar listas antes de que llegue tu marido.
Para las 4:45 pm yo ya era una nueva yo, el peinado que me hicieron y el maquillaje combinaban perfecto con el jumpsuit color rojo lava, todo me quedaba a la perfección. Y si es que Diego lo escogió debo decir ese hombre si que sabe hacer regalos.
— Tu esposo dirá que estás irreconocible⎯ me dice Viv mientras me arregla de nuevo el escote y el dije de perla que cuelga de mi cuello.
— Espero que no tan irreconocible⎯ bromeo.
El timbre vuelve a sonar y esta vez es Ehla quien abre, un hombre alto y de buen semblante entra al departamento. ⎯Buenas tardes, señora⎯ me dice muy formal.
— Buenas tardes⎯ contesto.
— El señor la está esperando abajo⎯ y luego se retira al pasillo. Quiero suponer que era él quien me tenía que recoger el día que llegué de San Diego.
Tomo la bolsa de mano y puedo ver que Viv y Ehla terminan de recoger todo y salen del piso, Benito sólo me ve desde su nueva torre ⎯¿Cómo me veo?⎯ le pregunto y él maulla para después darse la vuelta y darme la espalda. ⎯Grosero⎯ reclamo y le acaricio con ternura. ⎯Volvemos al rato, el ratón está debajo del sillón ⎯ le dejo saber.
Con todos los nervios del mundo, bajo en el elevador hacia el lobby respirando como si estuviera a punto de salir al evento de mi vida y presentarme ante miles de personas, que si todo va como sospecho, supongo que eso pasará hoy. Al abrirse las puertas Francisco me ve y sonríe ⎯Señora déjeme decirle que se ve hermosa⎯ comenta sonriente.
— Gracias, me encanta este color⎯ le respondo.
— Le va muy bien.
Él me sigue y caminamos hacia la puerta ⎯Estoy nerviosa⎯ le confieso. Sé que posiblemente aún no lo conozca del todo pero hasta ahora es con la persona que más he hablado después de Diego.
— Respire, todo saldrá bien.
— ¿Y si lo arruino?⎯ pregunto.
— No lo arruinará, mañana vendrá y me dirá que fue la mejor noche de su vida.
Abre la puerta y puedo ver a Diego al lado de un auto muy elegante pero debo confesar que no opaca lo guapo que él se ve. Con un traje n***o, camisa blanca y corbara negra se encuentra esperándome afuera, al verme sonríe y con eso hace que todo el mundo brille alrededor. Me acerco caminando hacia él y antes de llegar a él me doy una vuelta para que vea el conjunto completo ⎯¿Qué te parece?⎯ le digo.
Él me toma de la mano y me da otra vuelta pero ahora guiada por él ⎯Te ves… sin palabras⎯ y después me besa levemente en los labios.
— Sin palabras es aceptable⎯ le digo sonriendo.
— Es que en verdad no tengo palabras, pero supongo que mientras la tarde vaya fluyendo las encontraré — Diego, me besa en el cuello, supongo que necesita respirar de nuevo el aroma a lavanda que siempre traigo en mi piel —te extrañé —me susurra.
— Yo también, pero ya estamos juntos⎯ y beso su mentón sintiendo su barba partida.
— ¿Nos vamos?, donde nos dirigimos tenemos que llegar temprano para no perdernos nada— me comenta.
Él me ayuda a subirme al auto y después de acomodarme y que todos estamos dentro, arranca ⎯Él es Gerard, mi chofer.
— Quiero disculparme por la vez del aeropuerto, la señorita Sam me dio mal los datos ⎯ explica.
— No te preocupes Gerard⎯ le digo sonriente.
— Puedes contar con él cuando quieras moverte acá en Mendoza, sé que no querrás pero te pasaré su móvil para que lo llames ¿si?
— Sí, prometo no molestarte mucho Gerard⎯ bromeo.
— Será un placer señora⎯ y admito que con esa última frase me siento un poco importante, en San Diego nadie me decía señora, sólo Valle, así que supongo que aquí tendré que acostumbrarme.
— ¿Me podrías decir dónde vamos?⎯ pregunto al fin.
— Vamos a ir a una cena de empresarios muy importante, donde podremos divertirnos y también, posiblemente haya actores o cantantes ⎯ Me cuenta.
— ¿Actores o cantantes?, ¿alguien internacionalmente famoso? — pregunto de inmediato.
— ¿Ey? Para qué quieres saber eso⎯ bromea – Posiblemente si haya alguien que conozcas pero promete que te comprarás — y se ríe.
— Prometo decir por favor y gracias y si quieres hasta recoger mis platos — y Diego sonríe de inmediato, al escuchar lo mismo que él me dijo cuando quiso ir a la fiesta de Nana en Tijuana.
— Lo sé Valle, eres la mujer más genial del mundo y sé que todo estará bien.
Después de unos momentos manejando, llegamos al lugar dónde será el evento. Como si fuera un sueño puedo ver otros carros igual de elegantes delante de nosotros, una alfombra roja, que yo sólo había visto por la televisión, reporteros pidiendo fotos. Los nervios invaden mi cuerpo y de pronto me doy cuenta que no tengo ni idea de lo que debo hacer. Tomo la mano de Diego que se encuentra a mi lado y la aprieto, él voltea de inmediato.
— Sé que impacta al principio, pero después te prometo que se hace más fácil.
— ¿Pero qué hago?⎯ le pregunto mientras veo que alguien se acerca a la puerta para abrirnos.
— Sólo sígueme y sonríe, que todos vean tu sonrisa Valle Sandoval y se enamoren de ti— me murmura.
Tal vez esto que tuve fue un momento de inseguridad que no debo mostrar en frente de Sam, pero es justificado, nunca en la vida pensé que viviría un momento así. Salimos del auto y Diego me da la mano para ayudarme a bajar, los gritos cuando llega sobrepasan a las voces de los reporteros que tratan de obtener una entrevista con él. Estamos a punto de pasar a las fotografías y él voltea y me susurra ⎯Sólo sonríe, te juro que te amarán.
Entonces, sin haberlo practicado antes y sin tener idea de lo que estoy haciendo, sigo a Diego tomada de la mano y por primera vez en todo nuestro tiempo juntos entro a su mundo caminando por una alfombra roja.