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Tormenta de Fuego

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Blurb

Las cosas para Nova nunca han sido fáciles, nunca ha habido algo por lo que ella crea que deba luchar, así que luchar y entrar en la guardia es algo que le ha costado mucho.

Ser amante del jefe de guardias es mucho para ella pero lo que más le preocupa es no tener el poder que necesita para ser reconocida.

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Los guardias se mantienen en su posición mientras el rey escucha con atención lo que su nuevo capitán le dice, bueno, no es nuevo, tiene tres años en la guardia, y cómo capitán dos años completos. El rey mira a cada uno de los guardias que se seleccionaron para protegerlo en el desfile y las tácticas que se pueden implementar para defenderlo, y no sólo a él, sino también a toda la familia real. El rey revisa las caras una vez más a cada uno de ellos y no duda en ladear los labios al ver que no hay porque temer en ese caso. El rey puede ser demasiado crítico con lo que a su seguridad y la de su familia se refiere. —Me parecen sus opciones Capitán—le dice el rey—, pero adicione diez guardias extra—el rey se da la vuelta para verlo—. No quiero un descuido ni que esas ratas ecologistas me hagan una de sus acostumbradas escenas. Los Rebeldistas de la ciudad se han vuelto un dolor de cabeza para el rey, pero no son más que personas quejándose de los males que hacen las fabricas a los animales y plantas que hay alrededor. Se han vuelto una plaga común, pero lo pasa por alto eso. —Cómo diga majestad—hace la seña y los guardias salen de la habitación. El rey y el capitán hablan por unos minutos, dejando claro las formas de precaución que se tendrán en cuenta para el siguiente desfile. Salen de la sala de juntas que el palacio tiene entre tantas otras cosas que se necesitan para la familia. El príncipe Kristhian camina en dirección a su padre para pedirle cierto favor. Ha estado pensando en conseguir un par de cosas que necesita para su habitación e instrumentos de lucha, como espadas, arcos y flechas, su madre no lo dejaría ir a semejante cosa, pero no su padre. —Luego nos vemos Capitán—el joven se retira y va en busca de la chica que ha traído en la cabeza desde la mañana. El príncipe sabe a dónde va y el sentimiento de coraje aparece en él, lo toma del brazo cuando ambos se rozan en el pasillo. —¿Ya le dijiste? —le pregunta antes de que siga avanzando. —No. —Dile hoy. — Kristhian, no le diré nada. —Tuviste la oportunidad de decirle a tu padre que ya tenías a alguien para casarte—el príncipe estaba ese día, y el capitán pudo decirle a su padre que estaba enamorado de la chica—, no le dijiste y te comprometiste con Lady Sanders, dile que ya no pueden verse. —No le diré eso… —Va ser peor para ella cuando pase el tiempo—el capitán lo piensa. —Ya veré. —Cassian. —Adiós Kristhian. La chica supervisa las alas este mientras va tarareando una de las canciones que se entonan en las fiestas que se aproximan, lleva su uniforme puesto. La gabardina azul opaco con el cinturón café claro atado a su cintura con fuerza; además de la espada que tienen todos los guardias. De la nada la empujan para el interior de una de las habitaciones, la giran y los labios del capitán impactan en los suyos. Le sigue el beso y él no pierde el tiempo para arrinconarla contra una pared, en ese sitio quita el cinturón del cuerpo de su amante, pero el sonido de la puerta los detiene y el capitán no duda en separarse. —Cassian… —¿Qué necesita, príncipe Kristhian? —Necesito que mandes a tres guardias por unas cosas al pueblo—dice atrás de la puerta—, los quiero saliendo en diez minutos—el príncipe hará lo que pueda para separar a su amigo de la chica, aunque no sepa de quien se trata. —Enseguida, majestad. Ella se encoge de hombros, el capitán le da una sonrisa débil antes de que tome su cinturón del suelo. —Nos vemos en tu departamento—le roba un beso que ella acepta. El capitán acomoda su uniforme al mismo tiempo que ella y como las veces pasadas él sale primero para asegurarse de que nadie los haya escuchado o visto, después de unos minutos de esperar ella lo hace y actúa como si nada hubiera sucedido. No los han atrapado nunca y nadie lo hará pues nadie puede negarle nada al capitán de la guardia. El príncipe acomoda un libro en la mesa de noche que tiene en su recámara. Es de una madera muy fina exportada de Griselda hace casi seis meses, el príncipe la compró por ser una madera resistente al fuego. La guardia toca la puerta con suavidad para anunciar que trae lo que el joven le encargó, él la deja pasar a sus aposentos. La habitación es como una casa pequeña, pero con las comodidades de un príncipe. Las cortinas rojas hacen honor al fuego y el poder que hay en él y las grandes flamas que puede crear se muestran en sus ojos azules. La chica deja el libro en la mesa centro, mientras el príncipe observa por su ventana. El pueblo y el puerto son la vista que está acostumbrado a ver a lo lejos, pero si baja la vista ve uno de los jardines que su madre cuida tan recelosamente. —Paso a retirarme, majestad—el príncipe asiente sin verla siquiera. Ella se retira para poderse ir a cambiar, pues tiene una cita con el capitán. Y nada la hará faltar. Se pone un vestido sencillo y sale por las puertas traseras del palacio caminando a paso veloz al interior del establo donde se sube a su fiel compañera que recibe el nombre de Nube y se va a la yegua que ella compró para poder entrar a la guardia, el animal le costó casi todos sus ahorros, pero ha valido la pena, siempre valdrá la pena para ella. Dura unos minutos en llegar a los barrios por donde tiene su departamento. Otra cosa que a ella le costó, otra cosa por lo que ella lucho y consiguió, al año de entrar en la guardia se compró el departamento, en esos momentos desea una pequeña granja en la cual criar a sus hijos, ha pensado en un futuro con Cassian, en cómo serían sus hijos, pues ya casi es un año y medio de mantener una relación y está segura de que él no tarda en pedirle matrimonio. Abre su departamento y sonríe al ver que ya la espera. Cierra la puerta, después de eso la giran y el joven que la ha esperado un par de horas impacta sus labios en los de ella, ambos se dejan llevar, nadie los molestará en esa larga noche que los espera. —Ya se fue, señor—le dice el sub capitán al príncipe Kristhian. No alcanzo a detener a su amigo con el plan que tenía pensado, lo que le preocupa es la chica a la que le romperá el corazón. Los labios de Kristhian se ladean mientras piensa en un plan B. Se le ocurren un par de cosas pero las descarta rápido antes de que el cumpleaños de su hermano se vuelva su solución. —Necesito que veas sí mi madre está despierta—la idea que tiene destruirá lo que el capitán ha juntado, pero tiene que hacerlo. El guardia sale en dirección a la habitación de la reina, conoce la ruta que sus pasos deben seguir, dos habitaciones más y de ahí vuelta por el pasillo derecho, para finalmente seguirlo y tocar la puerta de la habitación con el que colinda. Una vez que escucha la voz de la reina abre la puerta. —Buenas noches, majestad. El príncipe solicita verla—la reina acomoda su cabello hacía un lado antes de dar una respuesta. —Dile que venga —Como ordene, majestad, con su permiso. Ardêr es el mejor amigo de Nova, la chica con la que el capitán sale, él la quiere de como a una hermana, la ha cuidado siempre y sabe lo que hay entre ella y su superior pero también lo que Kristhian pretende por eso no le dirá nada a Nova. El príncipe cierra la puerta de la habitación de su madre después de decirle a su sub capitán que lo espere unos momentos antes de darle una orden. —¿Qué se te ofrece, Cariño? —le pregunta su madre en tono tranquilo. —Necesito que hagas un desayuno donde Cassian pueda anunciar su compromiso con lady Sanders. —¿Lady Sanders? —el joven asiente. La reina se sienta en la silla que tiene junto a la mesa de roble dorado, un roble muy caro y extraño que sólo se da en las costas de Griselda igual que la madera con la que está hecha la mesa de Kristhian, es una madera de las más resistentes que existen, puede caerle una bomba al lado, un fuego de inmenso calor sobre él y jamás cederá antes ese poder. La reina parece pensar en lo que su hijo le pidió de una manera no tan sutil. Pero sería un pretexto para algo que Kristhian debe ir considerando. —Me parece una buena idea—le dice la reina convencida de que lo es—, sirve que invito a… —No busco una prometida—la interrumpe su hijo. —Es momento de que la busques. —Madre, soy feliz así—dice quitado de la pena. —A tu edad, tu padre ya estaba casado conmigo—le recuerda la reina. —Lo sé. La conversación circula por una hora hasta que a la reina le llega el sueño por eso corta su plática sobre el matrimonio y deberes como futuro monarca, Kristhian le dice al sub capitán que seleccione diez guardias para que vayan a llevar las invitaciones que su madre les dará el día de mañana, los días de Cassian con Nova están contados. Ambos suben a sus caballos para regresar al palacio pero como es el día libre de Nova, decide ir a comprar un par de cosas que necesita, se despiden con un beso antes de separarse. Cuando Cassian llega al palacio se encuentra con el carruaje de su padre, se le hace extraño, no estaba enterado de que ellos irían. Se acerca a la carroza para ver a su madre y hermanos en él. —Cassian—su hermana lo abraza como siempre que se ven. Con alegría y entusiasmo como ingredientes principales en ese abrazo. —Hola. Pulga, ¿qué hacen aquí? —pregunta sin mala intención. —La reina nos invitó al desayuno por el cumpleaños del príncipe Harry—faltan cinco días para eso. Para Cassian esa información es nueva porque no se le aviso de la fiesta que se le haría al príncipe Harry, tal vez debió pasársele al rey, piensa. Pero es más allá de lo que su cabeza le dice. —¿En serio? —pregunta con algo que su hermana pasa por alto. Miedo, tal vez. —¡Sí! Además de que será el desfile de los Soles. —No los esperábamos tan pronto—dice la reina a la espalda de la familia. —Veníamos a nuestra casa de la ciudad cuando nos llegó el aviso—responde la madre de Cassian. —Bueno, pues bienvenidos—la reina les hace la seña para que pasen al palacio. Nova compra las cosas que necesita, además de una prueba que quiere realizarse, hace unos días que se siente rara y quiere revisarse antes de pedir su baja de la guardia y decirle a Cassian sus sospechas. En el camino de regreso se hace sus ideas y piensa que montar ya no será un método de transporte. Llega al palacio en la noche, pues se tomó el día para pensar en qué pasará si esa prueba que trae en las manos sale positiva. El cambio que será para ella y Cassian. Entra en su habitación y ve a Cassian sentado en su cama con las manos en su cara, está ahí para darle una noticia no tan buena. Una que la hará llorar por días, o semanas. —Hola—le dice ella contenta. —Hola—responde con sequedad. —¿Ocurre algo? —Nova, tengo que decirte algo… —Tengo algo que te pondrá de buen humor—lo interrumpe. Saca de la bolsa la prueba sin usar y se la muestra, él se pone pálido y eso a ella le llama la atención, ya antes habían hablado de esos descuidos y él había estado de acuerdo, feliz incluso. Se levanta y sale de la habitación, pero antes de irse deja la caja de la prueba, su valentía se fue al suelo, un bebé. No, no puede hacerle eso a Nova y menos a su hijo. Pero recuerda que la caja está nueva y tiene la posibilidad de que no esté embarazada. Espera que no lo esté.

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