—¿Y los empleados?—pregunto Camila avergonzada de su propia pregunta, pero con una casa tan grande dedujo que ese lugar necesitaba el mantenimiento que solo un ejército de empleados de limpieza podía ofrecer, pero durante el recorrido que Silvia se había tomado la molestia de mostrarle, no vio ni un alma en los pasillos.
La casa le había parecido una mansión como lo había visto en las telenovelas que pasaban en los canales nacionales, era elegante, poseía muebles distinguidos de tonalidades oscuros y que tenían cierta armonía con el diseño de la casa, se imaginó que tal vez había contratado algún diseñador de interiores para que su casa luciera como de la realeza, pero ese pensamiento no permaneció mucho tiempo en su cabeza, al saber la verdad de Silvia, una extraña sensación se le quedó
