Danielle.
Bajamos del auto y nos dirigimos a la casa de la señora quien sufrió el daño anoche. Damián toca la puerta y esperamos a que abra.
La mujer mayor abre muy molesta.
—¿Qué es lo que quieren? Es muy temprano.
—Buenos días, señora, queremos pagar por todos los daños que mi mejor amiga y mi novio ocasionaron ayer por la noche.
—¡No quiero nada de ustedes! ¡Lárguense de mi propiedad!
Cuando yo llegue a esta edad, seré una abuela dulce que regala caramelos a los niños, lo juro.
—¡Señora, permítanos hacerlo! Solo queremos reparar un poco los daños, ¿cuánto costará la renovación de sus ventanas y su auto? Pagaré por todo.
La anciana lo piensa por un momento.
—Mi auto quedo destrozado, cómprenme uno nuevo y estamos en paz.
—Está bien, gracias, señora. Le enviaré a uno de mis empl
