Damián.
—¡¿Está es su casa, Laura?!
—Sí, ahora dime, ¿qué hacemos?
—¿Tienes pintura en aerosol, Laura?
—Sí, tengo, ¿qué color quieres?
—Bueno, primero pintamos su auto y después lo golpeamos.
—¡Baya, niño! Tienes buena madera para esto.
—¡Cállate y terminemos con esto!
Después de bañar al auto con pintura negra comenzamos a golpearlo. Laura tiene un bate y yo un mazo.
—¡Esto es por ilusionarme, hacerme creer que me amabas y después botarme como basura, bastardo! —Grita mientras golpea el auto con furia. — Ahora tú, Damián.
—¡¿Qué quieres que diga?!
—¿Estás molesto por algo? ¡Grítalo, cariño! Saca esa furia que llevas dentro.
—Está bien, lo intentaré.
—¡Vamos, con fuerza, bebé!
—¡Mi madre es una maldita, siempre actué como alguien correcto! ¡Todos me decían, no pienses mal de
