Capítulo 9

1695 Words
Vi sus miradas, el odio que sentían por ella y no era precisamente por el hecho de qué estuviera mal gastando ese dinero, sino que era por ese pasado oscuro qué cada uno de nosotros sufrió a manos de nuestra ama y señora, la crueldad con la que nos había tratado por años y la poca compasión qué tuvo con cada uno a pesar de ser niños, los recuerdos eran heridas qué nunca sanaron, se quedaron ahí en nuestras mentes para atormentarnos día y noche por el resto de nuestras vidas, para no olvidar lo que éramos, para no atrevernos a desobedecer y mucho menos a revelarnos, para eso eran los castigos y todos la odiaban por ello, no es que yo no la odiara, de hecho mi odio era bastante, pero pensar en matar a alguien libre estaba lejos de mis principios y además pensaba en las repercusiones qué una muerte nos traería a todos. —¿Cómo te sientes? ¿Nerviosa? —preguntó Dalia, al alzar la vista la vi a tan solo un metro de mi sentada en la orilla de mi cama, últimamente mis pensamientos me llevaban a un lugar lejano qué lograba desconectarme de mi alrededor. —No en realidad— confesé. De hecho lo que me preocupaba de verdad eran los planes de Peter, planes qué Dalia sabia y que no se había tomado la molestia en decirme—estoy preparando algunas notas básicas para el príncipe, tal vez alguno de sus sirvientes podrá leerlo para él. —Pensé que trabajar como instructora de violín no te entusiasmaba mucho, no hablaste de eso desde que llegaste con la dueña ese día. —Lo sé, estoy un poco preocupada—admití. —¿Qué te preocupa Rose? —Qué nuestra dueña ya no los necesite a ustedes—revele observando el rostro de Dalia, ella era una persona que reflejaba todos sus pensamientos a través de sus expresiones, inmediatamente identifique en sus rasgos arrugados de su frente lo confundida qué se encontraba debido a mis palabras, no comprendió del todo lo que dije y la verdad me hubiera gustado guardar para mí esa información, pues ella también guardaba secretos. —¿Por qué lo dices, te ha dicho algo la señora Marie? ¿Planea deshacerse de alguno de nosotros?—cuestionó enseguida demostrando una obvia preocupación. —No, no me ha dicho nada la señora, pero sé que tarde o temprano esa idea rondara por su cabeza—intente explicarle sin dejar de analizar su comportamiento— el regente le sugirió la idea y si piensas bien, es una posibilidad. Ahora tiene suficiente dinero para malgastarlo en cosas innecesarias como lo está haciendo ahora y eventualmente se verá forzada a hacerlo si desea continuar con su nuevo estilo de vida, nosotros solo le estorbaremos. La vi abrir los ojos llenos de angustia y nerviosismo, se levantó de la cama y camino por la habitación dando vuelta sin sentido como un animal enjaulado. —¿De casualidad Peter sabe de esto?—pregunto enseguida como si esta información fuera de interés para Peter —No creo que la señora se lo mencione a Peter a menos que ya lo tenga decidido. Dalia no tenía la menor idea de que Francis me había comentado los planes de Peter y su comportamiento, solo me confirmaba que ella lo sabía, pero no rompería el silencio que Peter seguramente le habría pedido guardar. —Deberías decírselo—sugirió algo nerviosa, volviéndose a sentar sobre la cama, solo que aún más cerca de mí. —¿A Peter?— pregunté aparentando qué era inocente de aquel asunto y que nada sabia, solo para ver como actuaba ante aquella situación y cuanto tiempo seguiría ocultándome el secreto—No veo la necesidad de preocuparlo por esto, ha tenido días difíciles y esto solo le causaría insomnio. —Tal vez tengas razón, pero Peter algo podrá hacer por nosotros ¿No?— insistió en el tema—tal vez pueda persuadir a la señora. —Después de lo que paso hace dos días no esperes que la señora le tenga confianza—me atreví a contradecir, no sabía que más decir para que decidiera de una vez por todas contarme la verdad, no quería exigirle, pero tampoco quería que me viera la cara de estúpida. —Está bien—dijo cediendo a mi falta de interés—pero yo le diré de todas formas. Alce la vista de las partituras qué sostenía en la mano, Dalia tenía una mirada decidida qué no pude ignorar, me sonrió como si nada pasara y se fue de la habitación. Supuse que iría de inmediato a contárselo y no me equivoque, al asomarme por el umbral de la puerta, la vi ir directo a la cocina donde estaban Francis, Tobías y Peter. Por lo que alcance a observar ella les comentó a todos lo que había dicho, desde mi lugar no escuche su conversación, pero me di cuenta de que habían tomado las medidas necesarias para que sus voces no se distinguieran aunque de que la señora no se encontraba en casa; sin embargo, Penny estaba ahí, en la mesa a pocos metros de distancia, pintado con las nuevas pinturas qué su abuela le había obsequiado, pero Penny en su mundo de fantasía, ni siquiera se inmutó sobre la presencia de Dalia cerca. Regrese a mi lugar un poco molesta por ser recluida de sus asuntos, pero pocos minutos después Peter toco en el umbral de a puerta de mi habitación. —Hola—me saludo Peter dulcemente, mostrando una sonrisa sincera y casual, la qué usualmente mostraba al estar conmigo. Se veía bien a pesar de los moretones en su rostro, el tono de su piel le favorecía para ocultar los rastros de golpes—¿Cómo has estado? —Bien—admití, estos días, sin la señora en casa, las cosas habían estado demasiado tranquilas, quizás ya había olvidado sus disgusto gracias a los lujos qué se daba y nosotros, sus esclavos ya no éramos blancos con los que podía desquitar su ira. —Quería disculparme contigo, no pude agradecerte por cuidar de mí la otra noche—expreso agachando la vista, supuse que se apenó al mencionar ese asunto. —No me agradezcas, estoy segura de que tú habrías hecho lo mismo por mí—asegure puesto que Peter se preocupaba por mí mucho más que los demás, aunque ahora las razones eran más obvias qué nunca. —De hecho me gustaría hacerlo de algún modo, quizás podría hacerte un vestido o podría darte un obsequio a cambio—ahora que conocía sus verdaderas intenciones, notaban los cambios en su comportamiento, agachaba mucho la mirada y cuando levantaba la vista, me miraba fijamente y en sus ojos color miel encontraba ternura, no me sentía muy cómoda con la situación y no es que hiciera nada malo, al contrario, guardaba su distancia, pero saber que sentía algo por mí era extraño al igual que la manera en la que intentaba cortejarme. —No es necesario, de verdad, no quiero ser una molestia—dije, rechazando sus atenciones de la mejor manera posible. —No, tú nunca serias una molestia para mí, al contrario, es un placer. Aunque sé que no sé mucho lo que hago por ti, pero al menos quiero que tu vida sea más sencilla. —Gracias—dije apenada, la forma en la que me hablaba era dulce y amable, muy diferente del afecto qué he llegado a ver entre los esclavos qué están casados, fría y sin amor porque los matrimonios en su mayoría son arreglados, pero Peter al menos se toma la molestia en cortejarme, en intentar despertar en mí, algún sentimiento que corresponda al suyo, pero simplemente no puedo y menos sabiendo que dudo que yo pudiera conseguir la libertad. —Quisiera hacerte una pregunta—dijo tomando una actitud más sería —Si, por supuesto—logre decir, los nervios se apoderaron de mí al escuchar precisamente esas palabras, no está lista, pensé que la forma en que me lo pediría sería diferente, pero no así, mientras estoy despeinada, sentada en mi cama. —Dalia me comentó algo—menciono de forma sería, la expresión de su rostro se volvió inflexible al borde un colapso—¿Podrías hablarme de eso, por favor? Deje escapar un suspiro, aliviada de saber que no había hecho la pregunta qué todo el mundo ya me advertía qué haría, retire las partituras de mi cama y lo invite a sentarse justo ahí, lo haría rápido y sin rodeos, porque era peligroso tenerlo cerca, claro, si nuestra dueña aparecía por la puerta sin avisar. Fui rápida y concisa, no había mucho qué decirle al respecto, solo que había sido una sugerencia del regente, pero que no podíamos ignorarlo como si no fuera a suceder. Peter se mantuvo sereno, pero pensativo, no pareció reaccionar de mal modo al escucharme. —Bien, gracias por hablar conmigo. Me voy antes de que la señora regrese. No esperó a que le diera una respuesta, por primera vez algo era más importante que yo, salió de la habitación y volvió a la cocina junto con Dalia, Francis y Tobías. No quise ser excluida una vez más, quería saber qué sucedía, así que salí de mi habitación y me aproxime a Penny, ella era la excusa perfecta para acercarme lo suficiente para escucharlos sin qué sospecharan de mí. —Quizás debamos apresurar la fecha, si esperamos a que suceda será sospechoso— era la voz impaciente de Tobías quien opinaba sobre algo que no comprendí. —No, debemos seguir con el plan, si apresuramos las cosas, seguirá siendo igual de sospechoso y no quiero involucrar a Rose en esto, al menos hasta que me case con ella. —¿Y cuándo será eso?—cuestionó Tobías severamente ya hemos esperado demasiado. —En un mes, si nada sale mal para ese entonces—respondió Peter revelando cuál sería la fecha en que mi vida comenzaría a ligarse a él, solo tenía un mes para seguir soñando con el amor que quizás qué nunca llegaría.
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