Angelica White Empujo la puerta de la suite con la punta del pie y suelto un suspiro que se me escapa sin permiso. Me duele todo el cuerpo, es imposible dejar de sentir que arrastro todo un camión de ladrillos en mis tobillos. «La próxima parada tiene que ser un lugar donde no tenga que caminar tanto, carajo». —Estoy oficialmente agotada —murmuro, mientras me quito los zapatos con un leve quejido. Cierro los ojos y casi gimo de nuevo—. Ah, es un alivio tan delicioso sentir el apoyo del pie contra el piso frío. Curtis deja las llaves en la mesa de entrada, el ligero sonido me hace mirarlo por encima del hombro. Lo veo sacarse la camisa que ya tenía dos botones desabrochados y lanzarla sobre el respaldo de una silla. Sus movimientos son tan naturales, típicos y rutinarios, pero como todo