Curtis Wood Una semana. Solo una semana ha pasado, pero parece mucho más tiempo. Siete días, dos estados, un montón de lugares donde se acumulan más que recuerdos y demasiadas noches sin dormir. Y ahora, Santa Fe, que nos recibe con olor a tierra seca y el tipo de calor que no sofoca, pero se te mete debajo de la ropa. Todo se siente más lento aquí. Más real. Como si esos relojes que proyectan y controlan mi vida no apretaran tanto, como si lo urgente pudiera esperar un poco más. Es toda una experiencia distinta. Una que comienza a gustarme. «Así como esta parte de mí que desconozco». Angelica lleva los pies sobre el tablero del auto, los lentes de sol mal puestos y un silencio cómodo entre los labios. Lleva un vestido liviano, de esos que se mueven con el viento y me hacen pensar