Angelica White
No dormí bien.
No porque la cama fuera incómoda o porque el hotel tuviera problemas —todo lo contrario—. Lo que me faltó anoche fue su cuerpo.
Curtis.
Y lo preocupante de todo esto es que, en realidad, nunca lo ha estado cuando cae la noche. Hemos tenido sexo, hemos hecho cosas que me avergonzarían si les dedico mucho pensamiento, pero no dormir juntos. Esa, como el beso en público, ha estado siendo nuestra línea para no cruzar.
Pero, por algún motivo, esta vez se sintió diferente.
Después de un día cargado de provocación, tensión, vistas perfectas, terminé regresando sola a mi habitación. Porque soy estúpida, claro. Porque no sé jugar a medias. Porque si me metía otra vez en su cama, no habría escapatoria.
Y no dormí.
Solo pensé en su mano rozando mi espalda cuando
