Curtis Wood Angelica sostiene el llavero entre los dedos como si no supiera muy bien qué hacer con él. —Pensé que el souvenir era a la salida —dice, con una ceja arqueada y los labios medio curvados, en esa expresión que usa cuando cree que me va a sacar una confesión. —Ese era el plan —respondo con calma, cruzándome de brazos—. Pero lo vi en la tienda y me recordó a ti. Eso es lo que digo. Lo que no digo es que entré a la pequeña tienda por puro impulso en cuanto vi el escaparate. Que entre cientos de objetos inútiles y tazas con nombres grabados, ese maldito alce fue lo único que se sintió… correcto. Como si estuviera hecho para que ella lo llevara colgado en sus llaves. En su mochila. En su vida. No le cuento que estuve a punto de comprar tres más. Uno con forma de mapa, otro con