Habían pasado cinco días, pero parecían haberlo hecho de manera apresurada. Quizás era el hecho de que deseaba que las horas pasaran con lentitud, y ahora sentía que en un abrir y cerrar de ojos el maldito día llegó. Pase horas pensando en la manera de retardar la llegada, si viajábamos en avión, como Jagger quería, estaríamos allí en solo cuatro o cinco horas. Pero si lo hacíamos como yo quería, en automóvil, tardaríamos, viajando a cien kilómetros por hora, un total de un día, siete horas y cuarenta y tres minutos. A mi entender era lo mejor, ya que podríamos descontar ese tiempo de nuestra estancia allí. Había hablado otras cuatro veces con mi madre y cada vez que le respondía era para que me regañara por no contarle mi relación con Jagger, ya estaba harta de esto y ni siquiera ha