Kara y el Don disfrutan de una relajante tina de agua tibia. El Don se encarga de brindar masajes a los pies hinchado de la loba, quien le sonríe por ese agradable gesto. Su luna de miel se extendió una semana más y el vientre de Kara decidió crecer como le había dicho el Don. —¿Mejor? —Bastante —suspira. Él asiente complacido con su experiencia de masajes. —Ven. —Hala su mano para que se gire, deja su espalda en su amplio pecho y deposita sus manos en su vientre para sentir el movimiento de sus cachorros. Acaricia todo su vientre mientras Kara disfruta y lleva la mano a su tonificada pierna. Las pasa a cada lado de su cuerpo para que ella quede en el centro y con la punzante erección en su espalda. No pueden tener sexo, ya que su vientre les impide hacerlo. Leonardo tiene miedo de