Capítulo 2 (Dannya Menchaca)

2160 Words
—¿Tú no comes pastel Ava? —me pregunta Jeremy sonriendo. —No, estoy a dieta —contesto cortante. —En realidad no creo que lo necesites, te ves muy bien como estas —se queda viéndome sin disimular—. Pero en fin, nadie entiende a las mujeres, nunca están conformes con nada. Esto es increíble, después de decirme vieja, ahora me dice que no estoy gorda, vaya con el doctor, parece que aparte de presumido, también tiene doble personalidad. La cena continúa y todos conversan entusiasmados, Jeremy no me quita los ojos de encima mientras come y hace que me sienta muy incómoda. Terminamos de cenar, aunque yo con mis manos vendadas comí muy poco, todos se levantan y como no puedo ayudar a mi madre a recoger los platos, me voy a la sala. Me siento frente al televisor cuando llega Jeremy y se sienta a mi lado.  —¿Puedo cambiarle a la televisión? —Claro. Toma el control y empieza a cambiar los canales. —¿Así que eres Chef?  —Si. —¿Por qué no me lo dijiste?  —No había razón para decírtelo, me dejaste muy claro que no usara la estufa. —Es que pensé, que estabas jugando a ser cocinera. —Ya viste que no. —Si, ya vi, ese pastel estaba increíble ¿qué hiciste con el que se cayó al suelo? —Mi madre lo tiró a la basura. —Qué lástima. —Ve a buscarlo, debe estar en los botes de atrás. —Que graciosa. —Ya ves, para que veas que no solo sé cocinar. —Sigue cocinando, como comediante no ganarías mucho, estoy seguro que te despedirían con el primer chiste. Volteo a verlo y tuerzo la boca. —No hagas gestos, te saldrán arrugas. —Ya me dijiste vieja, que más da. Sonríe. —¿También vives en San Francisco?  —Si, muy cerca del restaurante. —Yo trabajo en el hospital University, soy obstetra. —Eso sí que es una sorpresa. —¿Por qué?  —No lo sé, no tienes cara de obstetra. —¿Ah no, y entonces de qué tengo cara? Digo, aparte de tener cara de imbécil. Suelto una carcajada. —Nunca me lo vas a perdonar ¿verdad? —No me has pedido perdón. —Te dije lo siento, cuando me ibas a curar. —Pero fue por compromiso. —Está bien, ¿me disculpas Jeremy, por decirte imbécil? —No, tal vez te pueda disculpar, si me dieras algunas rebanadas de pastel. —Como puedes ver, por ahora no puedo hacerlo —digo levantando mis manos vendadas. —Lo sé, ya veremos cómo solucionar ese detalle más adelante, para que puedas saldar tu deuda. Después de un rato se despiden y subo a mi habitación, me pongo la pijama sufriendo para hacerlo ya que no soporto el dolor en las manos, me acomodo en la cama y doy vueltas la mayor parte de la noche, poco me falta para ponerme a llorar.  No puedo creer que fuera tan descuidada, y todo por culpa de Franco, si no hubiera sido por su mensaje, hubiera puesto atención a lo que estaba haciendo. Por la mañana entro al baño y me lavo los dientes, no puedo hacer nada con mi cabello por las vendas en las manos. Cuando bajo, me encuentro Jeremy muy risueño, trae un pantalón negro y una camisa verde, se ve tan fresco, su alegría me hace sentir peor. —Buenos días Ava ¿cómo estás? Me pongo roja de imaginarme como me veo, con mi pijama de gatitos y el cabello alborotado. —Buenos días Jeremy, estoy bien, gracias. —No te ves muy bien. —Claro que no, acabo de despertar. —No me refería a eso, parece que tienes dolor, te veo un poco pálida. En eso sale mi madre y le entrega algunas cosas. —Aquí están las cosas que tu madre necesita Jeremy. —Gracias Aurora —voltea a verme de nuevo y sonríe. «¿Será que puede dejar de sonreír en algún momento?» pienso con molestia, y para colmo, tiene una sonrisa perfecta, incluso agradable, siempre y cuando la use para algo más que reírse de mí. —¿Quieres qué te de algo para el dolor? —No gracias, estoy bien. Se encoge de hombros y se va. —Hija, pero, ¿qué te pasa con Jeremy?  —Nada mamá, puedes ayudarme a cambiarme, por favor. —Claro, vamos a tu habitación. Subimos y mi madre me ayuda a cambiarme y a recogerme el cabello, cuando bajamos Lucia corre a abrazarme. —Tía. —Hola mi princesa ¿cómo estás? —Voy a llevarla al centro comercial, ¿quieres acompañarnos? —me pregunta Valeria. —No, la verdad no me siento bien ¿y el bebé? —Está dormido, tu madre me dijo que me lo cuidará por unas horas en lo que regresamos. En eso sale Luca y me da un beso en la frente. —¿Qué te pasa hermanita? No te ves bien. —Lo sé, y por lo que veo, solo los hombres, me han notado mal el día de hoy—digo malhumorada. —Calma, es que te ves un poco pálida, no es para que te enojes. —Ya vámonos Luca, se hace tarde —lo apresura Valeria. Se van y mi madre me sirve el desayuno, aunque no tengo hambre como un poco de fruta. —Hija, hoy es cumpleaños de Jeremy, voy a ir con Alma para ayudarla con la comida, si Luca despierta me hablas. —Si mamá, ve, no te preocupes. Mi madre se va y yo termino de desayunar y recojo los platos, como no puedo lavarlos me voy a la sala, estoy por sentarme cuando llora Luca, entro a la habitación y al verme sonríe. —Hola mi pedacito —lo tomo en los brazos y aspiro su aroma, en eso escucho la puerta. —Ava —grita Jeremy. Salgo con Luca en los brazos y al verme sonríe. —Quería revisarte las heridas, para ver cómo van.  Se acerca y me quita a Luca de los brazos. —No deberías cargarlo, te puedes lastimar las manos, voy a llevárselo a tu madre —sale y se lleva al bebé sin que yo pueda decirle nada, después de unos minutos regresa—. Siéntate para revisarte las manos. Me acomodo en el sillón muy seria y él empieza a quitarme las vendas. —¿Estás de mal humor?  —No. —¿Entonces qué tienes? Cuando cura las heridas doy un respingo. —Lo siento, tengo que limpiar bien —dice mientras me pone de nuevo la crema—. No contestaste a ninguna de mis preguntas. Suspiro tratando de controlar el mal humor que me provoca Jeremy. —No dormí bien, eso es lo que tengo. —¿Por qué no me lo dijiste? Te hubiera dado algo para el dolor. En eso regresa mi madre con Luca. —Tengo que cambiarlo y darle su biberón, Jeremy tu madre necesita que vayas a comprar algunas cosas. —Si Aurora, enseguida voy. Me pone las vendas de nuevo. —Ya estás lista. —Gracias. Recoge sus cosas y se queda de pie en la puerta. —Acompáñame al supermercado. —No creo que… Mi madre me interrumpe. —Ava, acompáñalo, no está bien que te quedes aquí encerrada, sal a que te dé un poco el aire. —Está bien, vamos. Salimos y él entra a su casa a recoger una lista con las cosas que necesita su madre, sale sonriendo, me abre la puerta de su camioneta y me pone el cinturón. Tenerlo tan cerca me produce algo que no sé cómo explicar, pero me hace dudar si de verdad me cae tan mal como quiero creer. Rodea el coche para subirse y salimos del estacionamiento para ir al supermercado. Cuando llegamos me abre la puerta del coche y se da la vuelta para irse. —Vamos. —Muy gracioso, no me puedo quitar el cinturón. —Cierto, lo olvidé. Se acerca a mí más de lo necesario, rozando su cabello por mi mejilla, su loción me produce un cosquilleo en el estómago. —¿Te quedarás ahí? Reacciono y me doy cuenta que ya está de pie, esperándome. —Voy —contestó malhumorada mientras él sigue sonriendo. Me bajo y entramos al supermercado, empieza a revisar la lista y voltea para todos lados. —Déjame ver la lista. Me la muestra y le digo dónde están las cosas que necesita. —Me imaginé que sería más fácil la compra, si traía a una chef conmigo. Por primera vez en el día, sonrío. —Entonces eso de traerme fue, plan con maña. —Algo así, hasta que por fin te veo sonreír este día. —Jeremy ¿alguna vez te han dicho que eres imposible? —No, usualmente soy muy amigable con todo el mundo. —Me imagino que a todo el mundo no le derramas el café encima por ir distraído. —Creo que en cuanto a ese tema, no llegaremos a ningún acuerdo, pero está bien, si crees que yo soy culpable, te pido una disculpa Ava Woods. —Acepto tú disculpa, Jeremy Portman. Sonríe y sigue empujando el carrito con las compras, cuando estamos haciendo fila para pagar se queda viéndome. —Te compraré un chocolate ya que te portaste muy bien. —No soy muy fan de las golosinas. —Me lo imaginé, por eso tienes esa cara de frustración todo el tiempo. —Eso no es cierto, yo no tengo cara de frustración. Levanta las cejas y sonríe. —Quiero un chocolate blanco, no ese que llevas. —Muy bien —dice mientras toma el chocolate que le pedí. Mientras vamos en el coche destapa el chocolate y le da una mordida. —¿No sé supone que ese chocolate era mío? —Si, pero quería probarlo. Ruedo los ojos mientras me acerca el chocolate para que lo muerda. Llegamos a nuestras casas y nos despedimos. —Gracias por acompañarme Ava. —Por nada, nos vemos después. Entro y los veo a todos muy guapos. —¿A dónde van?  —Vamos a la comida de Jeremy. —Cierto mamá, me lo dijiste y lo olvidé. —Prepárate que nos vamos en un rato. —Yo no iré, prefiero quedarme a descansar. —Ava, no puedes hacerles esa grosería, Jeremy te ha estado curando las manos —replica mi padre muy serio. —Pero papá, no puedo ni darme una ducha. —Yo te ayudo —dice Valeria. —Está bien —contesto frustrada. Subimos a mi habitación y Valeria me ayuda con la ducha, para que no me moje las vendas, me pongo un vestido corto, en color amarillo,  Valeria acomoda mi cabello para dejarlo suelto, me maquilla un poco y estoy lista. —Quedaste muy bella cuñada. —Gracias, aunque no tengo ganas de ir, Jeremy es… —¿Muy guapo? —Es guapo, pero un poco presumido. —No me parece, a mi se me hace muy sencillo. —Me lo imagino, te enamoraste del loco de mi hermano. Valeria sonríe. —Mejor vámonos que se hará más tarde —me dice empujándome a la puerta. Bajamos y ya solo nos están esperando, vamos a casa de los vecinos y nos reciben muy contentos. Jeremy también se dio una ducha, trae el pelo húmedo y otra ropa, mis padres lo felicitan dándole un regalo, Valeria y Luca también le dan un abrazo de felicitación. Yo soy la última en entrar y al verme sonríe. —Feliz cumpleaños Jeremy. —Gracias ¿no me darás un abrazo?  —Claro. Me acerco, le doy un abrazo con timidez y él me abraza con fuerza, haciendo que su loción inunde mis fosas nasales. —Estuvimos casi todo el día juntos y no me habías felicitado —dice sonriendo. —Lo siento, la verdad se me pasó. Pasamos a la sala y todos empiezan a conversar emocionados, yo tengo a Lucia en los brazos mientras me cuenta una de sus películas animadas favoritas. Después de un rato pasamos al comedor, Jeremy se sienta a mi lado y como si fuéramos conocidos de toda la vida, empieza a darme comida con su tenedor. —Come, no quiero que te lastimes. Yo estoy roja por la vergüenza, pero él parece que no se da cuenta, todos conversan y yo me siento incómoda, Jeremy me pone demasiado nerviosa, además que mucho dolor en las manos y no quiero interrumpir su celebración. *****♥**♥***** Hola mis bellas, aquí empezamos con la nueva novela, espero que se diviertan un poquito leyéndola, será de actualización diaria por todo este mes, es una historia muy sencilla pero definitivamente me ha provocado algunas carcajadas ☺☺ Las quiero un montón y gracias por acompañarme en esta nueva aventura de Navidad. ♥♥
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