Capítulo 5.
—Buenos días— dijo Maxine con un suspiro que no pudo ocultar.
—¿Cómo estás está mañana?.
—Bien, ahora estoy muy bien.
Roger sonrió y asintió, de pronto hizo un gesto de dolor y se aflojó un poco la corbata.
—¿Se encuentra bien? —preguntó Maxine muy preocupada.
—Si, me duele la garganta pero… estoy bien, sin duda voy a resfriarme, esta tarde iré con el médico.
—Le traje un té, es muy bueno, se lo prepararé de inmediato para que se sienta mejor.
—¿Un té para mí?.
—A mí abuela le gusta mucho la botánica y conoce de yerbas medicinales, ella me prepara este té cuando me siento mal, es cien por ciento recomendado por mi.
—Bueno, pues gracias, gracias por preocuparte por mi.
Maxine no perdió mas su tiempo, —Enseguida se lo llevo— dijo y se apuró a ir a la pequeña sala de café.
Roger solo la miró y sonrió, esa mujer era una persona muy buena, él podía verlo.
Mientras tanto en la oficina del CEO.
—Y entonces mi amor, ¿Cuándo vamos a ver la degustación de los pasteles?.
Derek miró a su prometida y trató de no burlarse de ella y de su comentario tan estúpido.
—¿Por qué no vas con tu mamá?, yo no tengo tiempo para eso.
—Pero deberías de hacerte un poco de tiempo—replicó Amanda.
—Eso es cosa de mujeres, ¿Parezco una mujer?.
—Eres absurdo.
—Que bueno que me vayas conociendo— dijo Derek y sacó una tarjeta de crédito, —Toma, compra el pastel que quieras, o los que quieras, yo lo pago tu lo compras, ya está, no discutamos más.
Amanda tomó la tarjeta y la guardó en su bolso.
—Me voy, tengo trabajo que hacer, te veo en la noche.
—Claro — Dijo Derek.
Mientras tanto Maxine vertía agua caliente en una taza, sacó una de las bolsitas de té de un estuche que ella tenía, y la metió dentro de aquella taza, sonrió y su vista fue directo a su estuche, ahí había una bolsita roja de té,
«La receta del amor, tengo que llevar a la abuela al doctor».
Cerró su estuche y guardó todo, caminó con sumo cuidado hasta la oficina del vicepresidente y tocó a la puerta antes de entrar, Roger estaba acomodándose para empezar a trabajar, miró a la chica entrar y sonrió.
—Aquí le traigo su té, por favor tómelo con calma.
—Muchas gracias Maxi, ¿Qué haría yo sin ti?.
Maxine se ruborizó y se acomodó sus gafas. —Ya verá que se sentirá mejor después de tomarlo.
—Te lo agradezco y también a tu abuela, no sabía que ella hacía estas cosas.
—Oh sí, es experta.
—¿Y tu?.
—Yo solo se un poco, pero espero aprender más.
Roger asintió y tomo la taza de té caliente, dio el primer sorbo y se sorprendió de que no le doliera al tragarlo, pues desde ayer el pasar saliva hacía que la garganta le doliera.
—Esta muy bueno, ¿Qué es lo que tiene?.
—Tiene euca…
—Oye Roger… —Derek entró a la oficina y los miró a ambos. —¿Tu qué haces aquí?, ¿Dónde está mi agenda?.
—Lo siento señor, enseguida se la traigo —Respondió Maxine y se apresuró a salir de la oficina de su amado Roger.
Derek sólo la miró y arrugó la nariz, volvió la vista a su hermano y le enseñó un folder, —Necesito los contratos de los nuevos clientes.
—Si claro, ya los tengo aquí — dijo Roger y sacó un folder de un cajón, se lo entregó a su hermano y volvió a tomar de su té.
—¿Qué estas tomando?.
—Un té, Maxine me lo preparó —respondió Roger.
Eso molestó un poco a Derek, —¿Por qué te los prepara a ti y no a mi?.
—Por qué yo le caigo mejor, por eso.
Derek hizo una mueca y salió de la oficina de su hermano, volvió a la suya y se sentó en su silla, había algo en su mente que no lo dejaba en paz, no hizo caso y solo continuó trabajando.
El transcurso del día fue normal, Maxine trabajaba más de la cuenta, ella era eficiente y Derek lo sabía, sólo que no podía reconocérselo, ella estaba trabajando cuando miró que Roger pasó.
—Señor… —dijo y se puso de pie.
—Si, dime.
—¿Se siente mejor?.
—Oh es verdad, de echo si, me siento mucho mejor, ni siquiera me había dado cuenta, muchas gracias.
—Le haré uno mas antes de irme, para que se sienta mucho mejor y pueda dormir bien esta noche.
—Te lo agradezco mucho, ya se, ¿Que tal si vamos a comer algo tu y yo, este fin de semana, como agradecimiento?—preguntó Roger mientras sonreía de ese modo tan único que hipnotizaba a cualquiera.
Maxine sentía que le habían propuesto matrimonio o algo parecido, asintió y trató de no gritar de emoción.
—Perfecto, estaré en la oficina de Derek.
—Si, enseguida le llevo su té—respondió Maxine incapaz de decir algo más.
Roger asintió y continuó su camino. Entró a la oficina de su hermano y caminó hasta su escritorio.
—Ya se hicieron las pruebas en el nuevo maquillaje líquido, el lote saldrá a final de mes.
—Bien—dijo Derek y tosió un par de veces.
—¿Estas bien?.
—Si, estoy bien —respondió él ignorando el dolor de garganta que empezaba a sentir.
—Bueno, ¿Quieres ir a las líneas de producción?.
—No, iré mañana a primera hora.
Mientras tanto…
Maxine llenó una taza con agua caliente, su sonrisa no se podía borrar de su rostro, una cita, por fin tendría una cita con ese guapo hombre, tenía que ser la mujer más afortunada del mundo.
Sacó su estuche donde guardaba las bolsitas de té y tomó uno, su mirada fue a la bolsita de té de color rojo y se quedo pensando en lo que la abuela le había dicho.
¿Y si la usaba?, ¿Y si aquella historia fantasiosa era verdad?, ¿Y si en verdad era la receta del amor?, ella la tomó y dudó por unos segundos, tal vez sólo era un té cualquiera, o tal vez no, se mordió el labio inferior y la puso sobre aquella taza de té caliente.
«Mis deseos… mis deseos…deseo que él solo tenga ojos para mí, que no pueda sacarme de su mente, que yo le guste sin importar que, que me ame con todo su corazón y que sea bueno solo conmigo, que me cuide y que sea cariñoso».
Dejó caer aquella bolsa de té sobre el agua caliente y el agua transparente se pintó de un rojo opaco, emanaba un olor a rosas y a frutos, un delicioso aroma tan único que relajaba hasta el musculo más tenso.
—¿Qué es lo peor que puede pasar? —Se preguntó a si misma y guardó sus cosas para llevarle el té a su único amor, si esto funcionaba estaría agradecida de por vida con su abuela, y si no funcionaba al menos Roger disfrutaría de un delicioso té.