Capítulo 2

1444 Words
Duele. Duele mucho. Duele demasiado. Joder con esto. Estoy tumbada en mi cama, mi cuerpo enterrado bajo capas y capas de almohadas y sabanas mientras veo un especial de Grey’s Anatomy, pero mi mente está ocupada pensando en una sola cosa: ¿Cuándo acabara? ¿Por qué a mí? ¿Por qué no soy hombre? ¿Por qué? Mi madre entra a la habitación con una taza humeante entre las manos y hace una mueca cuando me ve. Es comprensible, a nadie le gustaría la vista de una chica sudorosa y asquerosa quejándose y gimoteando por dolor de vientre. - ¿Te duele mucho? No mamá, solo siento que miles de cocodrilos bebes muerden las paredes internas de mi vientre, eso es todo. -  Un poco. –Logro decir. - Bebe esto. –Me da la taza.- Es té de manzanilla, sabes que te ayudará. - Eso espero. –Y sale de la habitación. Bebo un poco, pero él té está hirviendo como de costumbre, así que aparto las sabanas que cubren mis piernas para dejar la taza en la mesita de noche. Dolor intenso. Moví las sabanas demasiado rápido y una punzada caliente recorre todo mi brazo izquierdo partiendo del hombro. Rayos. La mordida. Me siento en la cama, cuento hasta 5 lentamente entre respiraciones para tratar de apartar el dolor de Eva, me levanto dejando la taza en la mesita y camino al baño. Ya dentro me quito la camisa cuidando no tocar el hombro afectado y reviso la herida: estaba tomando un color purpura y rojizo en las zonas todavía en carne viva. No había podido dormir en toda la noche. Aun con mis amigas alrededor mío y con mis padres en mi casa, tuve pesadillas en las que un chico de hermosa sonrisa me besaba los nudillos y luego hincaba sus colmillos en mi mejilla. Otra en la que caía al vacío y en el fondo me esperaba dos puntos amarillos listos para engullirme. Y no dejaba pensar en aquel chico. Cautivador pero letal, hermoso pero peligroso. Y con sus ojos amarillos, mirándome expectantes, como si esperaran algo de mí. Humedezco un algodón en agua oxigenada y lo froto suavemente por la parte superior de mi hombro, instantáneamente un ardor se libera por la zona pero la picazón cesa mágicamente, luego unto la mordida de crema cicatrizante y la tapo con una gasa blanca y suave. Me visto otra vez y salgo del baño. Ya en el cuarto me espera el té, ahora tibio, que había preparado mi madre. Me siento en mi cama y tomo el mando de la tv para ver la hora: 5:50pm. Al rato suena mi teléfono. Mensajes en el grupo. Pero qué raro. Tina: ¿Cómo te sientes Lex? Lex’’: Horrible Mal Pésimo Mátenme ya »Michie«: Pobre Lexy L Lex’’: Que no me digas Lexy, joder. †Sam Suarez†: L Lex’’: L A eso de las 7 mi mamá me llama para cenar, pero no tengo ganas. No es por el dolor de vientre, el cual había disminuido considerablemente. Simplemente ahora mismo mis ánimos están por el piso. De un momento a otro recaí, y me siento exhausta física y mentalmente, gracias a todas esas pesadillas de la noche anterior. Apenas toco mi cena, y mi madre me reprende, diciéndome que tengo que comer, relatándome todo ese discurso de la nutrición y el crecimiento. No le hago caso y voy al baño para asearme antes de ir a dormir. Dentro, mientras me lavo los dientes y las manos veo a mi otra yo en el espejo: tengo unas lunas grises por ojeras, mis ojos están rojos y casi desorbitados. Parezco una completa lunática. Me lavo la cara repetidamente con agua y jabón, pero cuando me doy cuenta de que no arregla en nada a mi aspecto voy directo a la cama, no sin antes desearles buenas noches a mis padres. ƒ - ¡Maldición! - Neil, relájate. Esto fue sólo el comienzo. Calor, mucho calor. Me quemo. Me quiere morder. Voy a morir. Pobre Lexy. Lexy. Que no me digas Lexy joder. Lexy. -Te quiero morder Alexia. ¿Alexia? ¡Alexia! - ¡Alexia despierta! –Mi madre me sacude de nuevo, sacándome del mundo de los sueños para despertar en el mundo de los mortales.- Querida, estas ardiendo. - ¿Qué? ¿A qué te refieres con…?- Paso el dorso de mi mano por mi frente. Estaba húmeda. Y caliente. Y estaba sudando frío. - Parece que tienes fiebre, espera aquí, traeré el jarabe. - Pero mamá no me siento…- Se va sin siquiera escucharme. ¿Pero que me estaba pasando? Me toco el cuello, el pecho, la nuca y la frente repetidas veces. Estaba ardiendo, pero no me sentía mal. Se supone que cuando te da fiebre tienes frio, aunque estés caliente; te da flema, estornudos, vómitos, baja de tensión. Yo no siento nada de eso. Solo un poco sudorosa por el calor, como si en realidad estuviera metida en un sauna. Y me siento cansada, sobre todo cansada, por la reciente pesadilla. - Aquí esta. –Mi madre vuelve a entrar presurosa a la habitación. Se acerca a mí con una cuchara que contiene un líquido semi-espeso rosado oscuro chillón.- Tómate esto a ver si baja la temperatura. - Pero mamá, me siento…- Mi madre embiste la cuchara en mi boca vertiendo el líquido dulzón por mi garganta, de mala gana trago y luego la fulmino con la mirada.- Madre, me siento bien. Solo tengo mucho calor. - Traeré el termómetro. –Y vuelve a irse por la puerta marrón de mi habitación. Joder. Al cabo de un momento regresa y me obliga a meter aquel aparato de plástico dentro de mi boca, lo hago. Aquel aparato emite pitidos contantes y pasados cinco minutos deja escapar un último y sonoro pitido indicando la temperatura total. Mi madre arranca rápidamente el aparatico de mis dientes y fija su vista en la minúscula pantalla de este. Suelta un gemido ahogado y me lo enseña. Marca 45 grados. No sé cómo reaccionar ante eso.  - Pero… ¿cómo…? – La voz de mi madre apenas era un susurro.- ¿Cómo es posible esto? - Mamá, debe estar dañado. Es imposible que marque 45 grados. – Trato de convencerla, al mismo tiempo que trato de convencerme a mí. - ¡Pero aquí está! ¡Dice 45! - Mamá, si de verdad tuviera 45 grados ya estaría inconsciente, o muerta; esa cosa esta dañada. No te preocupes. - Pero… - Mi madre toca nuevamente mi frente y al segundo aparta la mano como si la hubieran quemado. - ¡Si estas hirviendo! - Tuve una pesadilla, tengo mucho calor y estoy sudando. ¿Ok? Pero ¿acaso parezco estar enferma? Ayer estaba peor mamá. -Sí, tienes razón…- Mi madre se queda pensativa, evaluándome con la mirada. - Ayer estaba del asco, me siento mejor ahora. Solo estoy sudando de manera muy exagerada. - Ok, entonces ve y date un baño. Pareciera que hubieras corrido 10 maratones. - Que graciosa eres, madre. ƒ Estuve hirviendo durante 2 días. ¿Saben lo que es eso? Estuve en el mismísimo Inframundo durante dos malditos días seguidos. Yo, que odio el calor, que odio el sol, ir a la playa, y todo lo que implique altas temperaturas. Ahora estoy tan cabreada que acabo de pelear con Valentina y Abby, las insulte, las mande al cuerno, les herí en lo más profundo y dudo que vuelvan a hablarme durante un largo tiempo. Y lo más gracioso de todo es que no me siento culpable, y no me retracto de nada de lo que les dije. Sonare muy zorra, pero es la verdad. Dentro de mi hay carencia de esa sensación llamada ‘’culpa’’ que jode a todo el mundo. No es que yo nunca la hubiera experimentado, claro que sí, solo que en este momento no está. Apago la PC, ya estoy jodidamente harta de esta estupidez de Historia. ¿Quién demonios manda un trabajo de Historia para vacaciones de Navidad? Provoca llamar a la profesora en la madrugada  y decirle ‘’Hola profe ¿Cómo está?’’ y después que te responda: ‘’Estoy durmiendo, ¿tú qué haces llamándome?’’ decirle: ‘’Yo todavía estoy haciendo su trabajo, ojala se vaya al infierno’’ y colgarle. - ¿Terminaste el trabajo? – Me pregunta mi madre desde el sillón mientras ve su novela en la televisión. - No. - ¿Cuánto falta? - Eso que importa. - ¿Disculpa? - No sé cuánto falta para terminar ese maldito trabajo. Valentina no me ha enviado su parte solo porque esta cabreada conmigo. Y sinceramente no me importa. - No me hables en ese tono señorita, soy tu madre. - Y yo soy tu hija que esta de mala racha porque me jodieron las putas vacaciones de Navidad. - Suficiente, castigada hasta el sábado. –Antes de llegar a la puerta de mi cuarto me vuelvo para dedicarle una mirada cínica a mi madre- ¿Qué? - Tú no me mandas. - Comienzo cerrar la puerta calmadamente pero mi madre me detiene. - ¡Me haces el favor y me respetas porque yo soy tu madre y…! - ¡DEJAME TRANQUILA! -Grito desquiciada, cierro de un portazo empujando a mi madre fuera de mi habitación, trabo el seguro y me acuesto mientras gruño y grito contra mi almohada. Maldita sea con este estúpido mundo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD