—En este momento estoy sufriendo por no ser hetero —dice Eduardo en cuanto me ve salir del baño. —Y yo sufro porque no sos hetero —replico al ver que tiene un traje n***o que le queda perfecto. Incluso se peinó, y eso es muy raro en él. Nos reímos y suspiro. Quizás el vestido es demasiado provocador, no estoy acostumbrada a que todas las miradas caigan sobre mí y no sé si voy a sentirme cómoda. Me miro al espejo, es un vestido rojo, que a mi parecer expone bastante mis muslos, la espalda descubierta y un escote en V profundo que no deja nada a la imaginación. Mi amigo ata mi cabello en un rodete alto y me ayuda a ponerme un collar, casualmente, el primero que me regaló Abel, que tiene un dije de dos corazones. —No sé porqué conservaste esto después de tantos años —comenta. —Porque es h

