No dormimos en toda la noche, quizás porque no podemos dejar de besarnos o porque al dormir vamos a perder un tiempo bastante preciado en el que podríamos estar disfrutando de estar juntos, pero en cuanto comienza a amanecer me doy cuenta de que la noche duró lo mismo que un parpadeo. Estoy sentada a horcajadas de él, estamos desnudos, piel con piel y no podemos separarnos. Carajo, estoy metida en la misma cama que la que duerme con su prometida, hicimos el amor entre estas sábanas y en cada rincón de la casa. ¿Por qué no me siento como la peor mujer del universo? Abel la engañó conmigo, pero no me hace sentir mal, por el contrario, estoy más feliz que nunca. ¿Soy un asco de persona? ¿Debería estar llorando de culpa y pidiéndole perdón a Dios por mis pecados? —Nunca me voy a cansar de te

